lunes, 11 de septiembre de 2023

Tailandia

Ai Tailandia, Tailandia… Un destino que tras ver mil fotos y mil reportajes no me decía absolutamente nada. Pero la señorita Vanesa me lió y allí que paramos. 


Contratamos el viaje el 14 de enero, a la vez que contratamos el de Dublín, ese día nos vinimos muy arriba. Pagamos 200€ por adelantado por la reserva.

Finalmente con Vente a Viajar, ya que teníamos otra opción, pero a mí me jodía la feria de abril de Sevilla, así que finalmente nos quedamos con esta, del 3 al 17 de junio. Para ello Vanesa solicitó un permiso sin sueldo de 15 días para poder hacer el viaje y luego poder cogerse vacaciones en agosto. 


Un poco más tarde, a principios de febrero, empezamos a rayarnos con los vuelos, ya que cada vez que los mirábamos subían más y más de precio. Así que contactó Vanesa con la agencia y a falta de confirmar el viaje, íbamos a hacer lo mismo que en Islandia, pillarlos antes y amén. Desde la agencia le dijeron que otras dos personas también los iban a coger ya. Así que al ataque. Nos costaron 958,50€.

El día tres de mayo pagamos el resto del viaje, 1197€. Por lo que en total nos costó 1397€.


El día 22 de abril, en principio habíamos quedado con los de Islandia de pasar un finde en Valencia. Pero al final no éramos gente y decidimos ir Vanesa y yo igualmente a pasar el día y de paso ultimar los últimos detalles de Tailandia, ya que la cosa pintaba a que no nos íbamos a volver a ver hasta el viaje. Fuimos a comer al voltereta Kioto. 



Cuando terminamos, como diría Raúl, cambiamos de iglesia (cambiamos de bar). Allí tomamos unas cervecitas, mientras revisamos blogs y pdfs de la agencia e hicimos una lista con todo lo que teníamos que coger. Aprovechamos también para cambiar dinero. Nos dijeron desde la agencia que con 200€, 7000 bahts pasaríamos los 15 días, por lo que cambiamos esa cantidad. Lo hicimos a través de la app Exact Change. No nos cobraron comisión, ni gastos de envío gracias a un código promocional que encontró Vanesa. En la app rellenas tus datos y te dan un número de cuenta para hacer la transferencia. Eliges qué día quieres que te lo entreguen y MRW te lo lleva a casa. En menos de una semana las dos tuvimos el dinero en casa. 


Esta vez ya no nos empanamos como en Islandia y contratamos la tarjeta Revolut, para que no nos cobraran comisión en las compras fuera del país cuando la moneda es diferente. Yo tuve problemas a la hora de contratarla, por la propia app de Revolut y era porque lo hacía con una tarjeta de crédito y tiene que ser de débito. Finalmente la conseguí. La pides, pagas 6€ de transporte, la asocias a una de tus cuentas y desde la app la vas recargando. Yo le puse unos 300€ y la probé antes aquí en España para comprobar que funcionaba correctamente. 


A quince días de partir, a Vanesa le comunicaron que le habían denegado el permiso sin sueldo y la tuvieron infartada hasta el último momento. Finalmente se lo solucionaron, a cambio de recuperar los días en fines de semana, pero ella ya se pensaba que se iba sin curro porque si hay algo que tenía claro era que al viaje iba sí o sí. 


Nuestro vuelo salía de Barcelona el sábado día 3 junio a las 10:15 de la mañana, así que tanto para la ida como para la vuelta, decidimos contratar un hotel para hospedarnos y no pasar penurias conduciendo. Al ir para no madrugar y al volver para descansar. 


Partimos el viernes, 2 de junio a las 15 horas desde Castellón, cuando Vanesa salió de trabajar. A mí me acercó mi padre hasta el hospital y nos fuimos rumbo a Sitges, donde teníamos contratado el hotel. 

Paramos por el camino a merendar y llegamos a Sitges que serían poco más de las 19 horas. El hotel era el Hotel El Cid y nos costó 38,19€ cada una. Hicimos el check in y fuimos a cenar al bar El Tranvía, muy cerquita del hotel. Tomamos una cerveza junto con una tapa de calamares, jamón y bravas. Nos costó 38,20€ entre las dos. 

Estaba todo buenísimo. Como al día siguiente teníamos que pegar madrugón, a las 21:30h ya estábamos en la habitación de nuevo. Una vez con la tripa llena, a dormir. 














Sábado, 3 de junio de 2023: 


A las 5:30h de la mañana nos levantamos. 

Yo me levanté fatal de un ojo. Entre que la semana de antes había tenido algo de conjuntivitis debido a que estuve resfriada y que el día de antes vistiéndome me metí la camiseta en el ojo, me levanté ese día y no lo podía abrir. 


El desayuno en el hotel nos entraba, pero a la hora que nos íbamos aún no estaba abierto el comedor, así que nos hicieron el favor de hacernos un café. 

Antes de las 7h marchamos para el aeropuerto, que estaba a unos 30 minutos del hotel. Llegamos sobre las 7:30h, aparcamos en el parking de aena contratado previamente, como siempre. Nos costó 117€. Lo reservamos el 13 de abril. Lo pusimos del día 3 de junio a las 7h hasta el día 18 de junio a las 11h. 


Facturamos las maletas, pasamos el control y nos fuimos a desayunar. 



La agencia de viaje, previamente, había hecho un grupo de Whats App con todos los que íbamos a vivir esta aventura juntos. Cada uno salíamos a una hora y de un sitio. Había un grupo de cuatro personas, que tenían el mismo vuelo que nosotras, pero salían de Madrid. Otras tres salían por la tarde. Y dos más salían poco antes que nosotras pero hacían escala en Doha. Nuestra escala era en Abu Dhabi. Éstas dos últimas, ya estaban en la puerta de embarque y cuando terminamos de desayunar fuimos en su búsqueda y antes de embarcar aún nos pudimos saludar. Roser y Mari, de Barcelona. Una vez conocidas, fuimos en busca de nuestra puerta de embarque y en seguida subimos al avión. Lo de los aviones fue algo extraordinario, cosa nunca vista en Vanesa y en mí, todo puntual, maletas al sitio… Ja, ja, ja. Es lo normal, pero para nosotras no. Nunca había viajado tan larga distancia con el avión, por lo que nunca había tenido pantalla, cojín, manta y auriculares. 


Durante el viaje yo vi la peli de “Voy a pasármelo bien”, nos dieron de comer y de beber que casi te atascaban… Cuando ya llevaba unas tres horas, empecé a encontrarme peor del ojo, así que lo cerré y me dormí hasta que llegamos a Abu Dhabi. El vuelo duró poco más de 6 horas. Cuando salí del avión no podía abrir el ojo. Me molestaba una barbaridad la luz y no paraba de llorar. Así que en el aeropuerto había una parafarmacia y me compré gotas y parches. Pero antes, conseguimos manzanilla barata, a unos 5€ la taza… que me pagó Vanesa y no me quiso cobrar y estuve mucho rato poniéndola en el ojo, como los gatos. Un show en general. 

Mientras tanto, pregunté al grupo del viaje, si había alguien por Abu Dhabi y nos vimos con los cuatro que salían de Madrid. Antonio, de Granada. Ludy de Coruña. Fuen y Moni de Alicante. Fueron testigos de todo mi show con el ojo, con las gotas, con los parches… Fuen me dio incluso unas gotas que llevaba ella para la alergia y yo me lo iba echando todo. 


En Abu Dhabi eran dos horas más que en España. Hicimos una escala de casi cuatro horas. El avión salía a las 22:50h y en esta ocasión todos los que nos encontramos allí, volábamos en el mismo avión. Yo subí al avión, me tapé con la manta, cerré los ojos con mis gafas de sol puestas porque me molestaba la luz cosa mala y le dije a Vanesa que no me despertaran para beber ni para comer, porque las azafatas estas te pegaban unos sostobones y te despertaban y au. Y en una ocasión me despertaron. La cuestión es que cuando abrí los ojos ya estábamos en Bangkok. El vuelo duró otras seis horas y en Tailandia eran cinco horas más que en España, por lo que ya eran las ocho de la mañana del domingo. 



Domingo, 4 de junio de 2023:


Salí del avión queriendo creer que estaba mejor del ojo, pero aun estaba muy jodida. Nos reunimos los seis del grupo, fuimos a por las maletas, creo que alguien fue a cambiar dinero y Vanesa y yo compramos una tarjeta sim para el móvil. Tal y como nos recomendaron tanto de la agencia como en los blogs, la compañía que más cobertura tiene en todo el país es la True. Cogimos una tarifa de datos ilimitados para 15 días y nos costó 700 bahts, unos 20€. Como dijo Vanesa, después de lo que nos pasó el primer día en Islandia, que nos mandaron a un hotel que no era, no salimos del aeropuerto sin datos, ni de coña. Ja, ja, ja. 

Cuando ya estábamos todos servidos, con maleta, dinero y móvil, salimos fuera y nos esperaba una tipeta. Pero solo constaba el nombre de uno de nosotros, el de Ludy. Se habían hecho un lío y estaban esperando a las del vuelo de la tarde en vez de a nosotros. Después de esperar un buen rato por fin lo solucionó, nos cargaron a un autobús fashion con luces de discoteca y nos llevaron al hotel en Bangkok.

El Silom Serene A Boutique Hotel. Estaba a una hora más o menos del aeropuerto. Por el camino la chica que nos recogió nos iba contando curiosidades del país y dándonos consejos. Nos contó muchas cosas, pero la que más me llamó la atención fue que hay una fruta peluda que huele mal, que si la comes y luego bebes alcohol, puedes morir. Yo creo que nadie probó esa fruta en todo el viaje. Ja, ja, ja. 


Cuando llegamos al hotel, nos recibió Joan, el coordinador y con él estaban Roser y Mari que habían llegado hacía muy poquito. Yo de lo único que tenías ganas era de llegar a la habitación y tumbarme todo el día porque no podía abrir el ojo. Pero el universo me habló y las habitaciones no estaban disponibles hasta las dos de la tarde y serían las diez de la mañana. Así que me tocó hacer vida. 

Primero fuimos a un 7 eleven, que es un supermercado de los de allí y los hay en todas partes. Desayunamos y después la primera de las aventuras que vivimos, fue subir a un Tuk Tuk. Que festada por Dios. 

Me divirtió y a mi ojo le fue bien, porque creo que necesitaba respiro después de no haber pisado la calle en 20 horas. Que me diera el aire me fue genial en general.

Nuestro destino fue el mercado de Chatuchak. Media hora más o menos nos costó llegar en Tuk tuk. Este mercado solamente está en fin de semana y tiene 140.000 metros cuadrados de extensión. 

Dimos una vuelta todos juntos y fuimos a tomar un zumo. 


Ahora voy a hacer un paréntesis y voy a hablar de las vacunas recomendadas para el viaje. Yo personalmente fui al centro de salud de aquí del pueblo y me dieron el teléfono de sanidad exterior. Vanesa previamente me acababa de decir que ella tenía cita para vacunarse el día 24 de abril en el hospital. Me dio un teléfono para que llamara e ir el mismo día que ella, pero justo ese día era el que nos íbamos para la feria de abril de Sevilla. Así que llamé al teléfono que me dieron en el centro de salud. Me hicieron entrar en una página web y rellenar unos datos para adquirir la cita. La adquirí para el viernes 28 de abril. A mitad marzo me llamaron que no podían vacunarme el día acordado por falta de personal y que si no me importaba si me vacunaban en el centro de salud del pueblo. Me vino de maravilla. La chica que me llamó por teléfono era majísima y me estuvo explicando todo súper bien. Una de las vacunas, la de la fiebre tifoidea, me la tomé en pastilla y la de la Hepatitis A me la pusieron en el centro de salud. Más cosas que me dijo fue que no tomara zumos, granizados, helados, nada con hielo… Que no tomara nada que no estuviera cocinado porque el agua de allí tiene una bacteria que a nosotros los guiris, nos da cagalera. ¿Qué fue lo primero que hicimos al llegar al mercado? Pues tomar un zumo, con dos cojones. Alguien le preguntó a Joan:

  • ¿Pero esto lo podemos tomar? 

Y él, como diría mi madre, sacó el borrego a pasear: 

  • Beeeeee. 

Así que todos tomamos un zumo. La mayoría de fruta de la pasión, que fue el que él nos recomendó. 

No nos fuimos por la pata abajo, así que buena señal.

El grupo decidió separarse para ir cada uno a sus anchas por el mercado. Vanesa y yo seguimos paseando por el gigante mercado. Yo me compré un imán. Como lo único que habíamos hecho hasta el momento era llegar a Bangkok y subirnos a un Tuk Tuk, pues en el imán ponía Bangkok y tenía un Tuk Tuk dibujado. Vanesa compró algunas cosas más. Cuando el calor ya nos apuró demasiado, fuimos a un centro comercial que había allí mismo, con aire acondicionado. El calor era horrible, horrible. No me lo imaginaba. Todo el día sudando a la gota gorda y casi sin poder respirar de la humedad. 

Para comer quedamos todo el grupo. Primera comida en Tailandia. Vanesa y yo elegimos gambas y pollo rebozado. Buena elección. Estaba bueno. Para beber una cervecita. Lo típico para comer allí es ir a los mercados y cada puesto te ofrece una comida distinta. Entonces lo que hacíamos casi todos los días era cenar así. Luego en el medio había siempre mesas que las juntábamos para cenar todos juntos. 

Después de comer por fin fuimos al hotel. Que después de estar 24 horas de viaje, creo que lo que necesitábamos todos como mínimo era una ducha y cambiarnos de ropa. Vuelta otra vez en Tuk Tuk. Excepto a Roser y a Mari, a los demás nos encantó. 

Otra cosa destacable de Tailandia son los cables de la luz. En todos lados están así. 

Cuando llegamos al hotel, dejamos las maletas, nos pusimos el bikini y bajamos a la piscina. 

Los hoteles eran una pasada y descubrimos que solamente costaba la habitación unos 20€ por noche. 



Llegamos al hotel sobre las 15 horas y nos dieron tiempo libre hasta las 18 horas, que fue cuando quedamos el grupo para salir. Nosotras optamos por la piscina. Cuando bajamos solamente estaba Roser. Estuvimos un rato en el agua y luego nos quedamos sobadas en la hamaca por lo menos media hora. A mí esa siesta me dio la vida. Cuando nos despertamos subimos a ducharnos y a arreglarnos y eso, sobre las 18 horas habíamos quedado y nos fuimos a pasear por Bangkok. Visitamos el parque Lumphini. 


Luego fuimos a ver la calle de las putas y de los gays. Que es curiosísimo, están ahí las chicas todas expuestas en fila esperando y los chicos estaban todos en mesas de bar en la calle. La calle de los gays era más animada, había ambiente festivo. La de las putas era las putas expuestas iavan. 

Luego fuimos a cenar al mercado nocturno Patpong. Vanesa y yo pedimos el Pad Thai. El plato más típico de Tailandia. Al principio cuando vi la presentación pensé: “Esto no me como ni de coña”. Pero al probarlo estaba bueno, eran como espaguetis de arroz, con pollo y huevo. Tenía también brotes de soja, pero eran operables y con apartarlos ya se quedaba el plato bien para mí. 

Joan se fue antes de empezar a cenar a por las tres que faltaban por llegar del grupo. Se fue al hotel a por ellas y las trajo al mercado. Eran Fina, Judit y Mariló. Fina y Judit viajaban juntas y Mariló viajaba sola. Las tres de Barcelona, aunque Mariló descendía de Huelva. Judit lo primero que nos dijo fue que estaba sorda como una tapia. 

Cuando terminamos de cenar y vinieron las tres que faltaban, todos se fueron al hotel, excepto las nuevas, Joan, Vanesa y yo, que volvimos a dar la vuelta por las calles de putas y gays y ya retiramos. 

Lunes, 5 de junio de 2023: 


Empiezan los templos. Este día nos recogían a las 8 horas de la mañana y ya teníamos que estar todos desayunados y arreglados. Los desayunos son como los de aquí, buffet libre y de todo un poco. 

Conocimos a la guía local, Carla. Que a saber como se diría en verdad, pero lo de Carla fue muy cómodo para todos. La llevamos con nosotros tres días. Era majísima, la mejor que tuvimos. Nos contó un poco de su vida personal y alguna curiosidad de allí. Como por ejemplo que se levantaba a las 4h de la mañana para rezar a buda. Allí todo el mundo era muy religioso y alguna tunda de buda nos dio. Que vivía a las afueras porque el precio de las casas era mucho más barato, pero que para llegar por ejemplo hasta nuestro hotel que estaba céntrico, le costaba una hora y media entre coger barco y transporte público. Más o menos un piso en el centro vale 7.000.000 baths y a las afueras 2.500.000 de baths. O sea que serían 200.000€ y 71.500€ más o menos. Luego nos dijo que el sueldo base era de 7000 bahts, unos 200€. Allí la vida en general es muy barata. Nos contó también que su padre no quería que las mujeres trabajaran y sus padres se divorciaron. Su madre es contable y quería que ella también lo fuera, pero ella se ahogaba todo el día delante de un ordenador y decidió hacerse guía, pero a su madre no le gusta su trabajo, porque son muchas horas, muchos días y encima con extranjeros Vivió en Madrid, por eso aprendió español, aunque le resultó difícil porque tenemos muchas conjugaciones de verbos. (Todas las guías que tuvimos nos dijeron lo mismo). Y que si hablas español, en el trabajo se cobra más. Y hasta aquí llega el cupo de curiosidades que nos contó Carla.  


Nos montaron otra vez en autobús discotequero y nos llevaron al Palacio Real.  



En todos los templos ni mujeres ni hombres podíamos enseñar hombros ni rodillas. Encima del calor que hacía, encima nos hacían vestir como monjas. Si no nos cogió una lipotimia ya está bien. Para entrar en las capillas o lo que fuera aquello, te tenías que descalzar. Vanesa iba con sandalias todos los días e iba totalmente descalza, yo siempre llevaba zapatillas con pikis. 


Seguidamente fuimos a Wat Arun. A todos hay que pagar entrada, pero a nosotros nos entraba todo en el precio del viaje, por lo que no sé qué costarían.

Luego cruzamos el río y fuimos a Wat Arun. Otro templo. 

A la hora de comer nos devolvieron al hotel y nos fuimos a comer a un centro comercial cercano. Yo hice muy mala elección esta vez. Comí sopa. Pero allí le echan no sé qué hojas que está súper amargo. Creo que se llaman lemongrass. Como si fuera una sopa de limón. Pegué cuatro cucharadas y me la dejé entera. Pero bueno, por lo menos era barato comer allí, en esta ocasión me costó la sopa y una cerveza 10€. En Islandia me hubiera costado 50€. Ja, ja, ja. 

Después de comer, la mayoría fuimos a hacernos un masaje. Yo me lo hice en los pies y no me gustó nada. Me hicieron daño y se me cortaron luego los pies. Además llevaba la manicura semipermanente y se me cayó el esmalte de una uña. Un desastre. Menos mal que era barato también. Unos 8€ valía. 

Vanesa se hizo un masaje Thai, de esos que te maltratan directamente. Te estiran todo el cuerpo. Dijo que le fue muy bien. 


Este día quedamos sobre las 17:30 horas todo el grupo para volver a pasear por el parque Lumphini, ya que Fina, Judit y Mariló, no lo habían visto aún. De camino compramos unas cervezas y nos las íbamos bebiendo por la calle. Cuando llegamos al parque un señor nos dijo que no se podía beber ni fumar en el parque. Así que pegamos cuatro tragos y las tiramos. Allí van al revés del mundo. Tampoco te puedes tocar. O sea, que aquí en España a los parques vas a festejar, a beber y a fumar y en Tailandia solo sirven para pasear y hacer deporte. Todo bien. 

Aquí vimos dragones de komodo. 

Íbamos a coger un barco y Joan nos dijo que íbamos justos de tiempo, así que cogimos el turbo y cogimos primero un tren que va por arriba de la ciudad hasta llegar al barco. No llegamos muy sobrados, pero llegamos a tiempo para coger el barco. La idea era ver el atardecer desde el barco, pero ya era muy de noche. Aún así las vistas eran muy bonitas. 

Tras ir un buen rato por el río, llegamos al barrio de los mochileros. El barrio donde hay más fiesta de todo Bangkok. Khao San Road. Primero dimos una vuelta por una calle que era todo mercado y luego fuimos a buscar sitio para cenar. Fuen y Moni se perdieron ese día. Pararon a comprar a la primera tienda que vieron y luego ya no las encontramos y como no tenían datos móviles porque ellas no compraron tarjeta, no pudieron llegar hasta nosotros con la ubicación y se fueron al hotel. El resto cenamos en un puesto callejero. Yo cené una tortilla y arroz esa noche. Que feliz fui y que buena estaba. 

Luego nos fuimos de fiesta. Había una calle llena de pubs. Roser, Mari, Fina y Judit se fueron al hotel. Nos quedamos Joan, Ludy, Antonio, Mariló, Vanesa y yo. Fue un show de noche. De repente pasamos por un pub y Antonio y Ludy se pusieron a bailar con gente oriental, pero literalmente perreando hasta el suelo. Estábamos flipando. No tardamos en encontrar un sitio para acomodarnos. Pero dimos el espectáculo, ya que nos sentaron en una especie de tarima, al no haber sitio en las mesas de abajo. Antonio estaba emocionadísimo dándolo todo y la gente de abajo le hacía vídeos y bailaba con él, todos con las manos levantadas animándolo y él aún se venía más arriba. 

Esta noche hubo crisis de tabaco y lo más curioso es que dentro del local se podía fumar. Yo traje poco, en ningún caso pensé que se salía de fiesta. Mariló se lo olvidó en el lugar donde cenamos y el poco que le quedaba a Joan se lo gorroneamos entre las dos. Así que ya me ves pidiendo a mí tabaco con mi súper inglés. Pero la gente allí es muy maja, siempre hace por entenderte, te preguntaban de donde eras y al saber que era española, siempre soltaban algún “Amiga”. 

Cuando en la tarima moríamos ya de calor, Joan dijo de entrar dentro, que había ventiladores. Mucha de la gente que estaba fuera en las mesas entró también a bailar con Antonio. Hubo un momento que lo agarré para bailar y llevaba la camiseta empapada en sudor que se podía escurrir, yo creo que este señor ya no podía dar más de sí, lo dió todo de él. La verdad que lo pasamos muy bien y lo que más me chocó es que ponían mucha música en español y portugués, así que yo estaba en mi salsa. 

Sobre las 0:30 horas, cogimos un Tuk Tuk y marchamos para casa. No sin antes conseguir tabaco en un puesto de la calle. Que nos pareció muy caro, pero analizándolo bien, más barato que aquí en España, así que realmente no sé de qué nos quejábamos. En el Tuk Tuk fue un desmadre, todos algo borrachillos destrozando cualquier canción que se nos pasaba por la cabeza. Cuando llegamos al hotel, parece ser que no teníamos mucho sueño y nos colamos en la piscina. Realmente estaba cerrada, pero nosotros entramos allí y nadie nos dijo nada. A Mariló se le fue la pinza, se quedó en ropa interior y se metió en el agua. Ludy no se quitó ni el vestido y se metió también. Yo lo que hice fue quitarme el sujetador, porque allí la ropa por la humedad no seca, llevaba relleno y solamente llevaba cuatro sujetadores y pasaba de que se me quedara uno fuera de combate, así que me lo quité y me metí con el vestido. Vanesa también se bañó con ropa. Joan y Antonio en calzoncillos. Así terminamos la fiesta y yo pensé… Si el primer día que salimos termina así… ¿Cómo va a acabar el último? Me gustaba la idea. Ja, ja, ja. 

A las 1:30 horas nos fuimos a dormir, que al día siguiente había que madrugar. 




Martes, 6 de junio de 2023:


Este día nos recogían a las 8h, desayunados y listos, siempre quedábamos diez minutos antes en la puerta del hotel. 

Nos cargaron en dos minibuses. Ya nos dijeron que de ahora en adelante, como los viajes serían más largos, por comodidad nos iban a separar. Estos ya no tenían luces fashion. Oooohhhh….

Este día fuimos a una hora y media de Bangkok. A la provincia de Ayutthaya, en el Parque Histórico de Sukhothai. El primer templo que visitamos fue el wat yai chai mongkhon.   

El segundo templo fue el templo Si Sanphet. 

Yo de templos y estas mierdas os voy a explicar poco porque me viene dando un poco igual. Sí, todo muy bonito y muy guay pero no me acuerdo ni de lo que nos explicaron ni me interesa. Así que ya hago mucho que pongo los nombres, si queréis alguna información lo buscáis en Google que lo sabe todo.

Por último fuimos al templo de Mahathat.

Aquí lo que me pareció muy chulo que nos hicieron, fue dar a cada uno un llavero con nuestro nombre. Elegimos cada uno un dibujo, le decías tu nombre a Carla y ella se lo escribía al señor que lo tenía que dibujar en el llavero en Tailandés. Cuando ya lo teníamos todos, nos fuimos a dar una vuelta en lo que se secaba la pintura y al volver, para verificar que ponía lo correcto, Carla nos iba llamando según lo que ponía en el llavero. Me encantó la idea. 

Pero en mi peña cuando lo enseñé no se dieron por satisfechos y comenzaron a traducirlo con el Google lens. A Alberto le salía que ponía “Mercado” y a mí me salía que ponía “Mard”. En fin, yo seguiré creyendo que pone Marta. 


Mientras íbamos de un templo a otro, Carla paró a comprar el postre. Compró caña de azúcar, o como ella decía que decíamos los españoles por el aspecto que tiene, pelo de muñeca. 


Una de las cosas que me gustó mucho fue que cada guía local, nos llevaba a probar la comida típica de la provincia. En esta ocasión Carla nos llevó a Raan Tha Luang Dinner Cruise. 

Lo de la foto es lo que comimos. Estaba todo muy bueno. Había Pad Thai, ensalada fría de gambas, rollitos de primavera, pescado, pollo… Alguna cosa me debo dejar, pero más o menos todo eso y de postre nos sacó la caña de azúcar, que se ponía en un crep y se enrollaba. Estaba muy bueno también. 

Otra curiosidad de Tailandia es que hay que estar dando propina por todo. Nosotros los primeros días dábamos, pero luego ya nos pareció una ruina. Les dimos a los conductores de los autobuses, a la guía, a Joan también le dimos… Pero a los conductores creo que este día fue el último que dimos. 


Después de comer fuimos para el hotel. Ese día casi me meo viva en el bus y no era la única. Que largo se me hizo el camino. 

Mi plan de este día era siesta y piscina. Pero me liaron para ir a darme un masaje. A mala hora… Elegí el de aceite porque el thai me parecía muy salvaje. Me hicieron entrar en un cuarto oscuro y un señor de los allí, casi me lo hace con final feliz. Cuando pusimos en común las experiencias, yo dije que poco había pagado para todo lo que me habían tocado. Que no me hizo final feliz porque no quise, si no, me lo llevo. Y todo eso por 12€. Vanesa se hizo masaje de pies ese día. Al terminar el masaje queríamos ir a la piscina, pero ya no nos daba tiempo. Nos arreglamos y quedamos para salir con el grupo. Quedamos sobre las 18h. Esta vez cogimos el metro y nos fuimos al barrio Chino. 

Vimos este puesto de pinchos que nos hicieron buena pinta y la mayoría compramos para probar. Vanesa y yo lo cogimos de calamar y de pollo. Estaban los dos muy buenos. Detrás había un 7 eleven y compramos la bebida, unas cervecitas y seguimos paseando. 

Luego fuimos a un mirador a cenar, bueno, yo solo a beber. 

Mirad qué vistas más preciosas. Estuvimos allí un buen rato y marchamos para el hotel en Tuk Tuk. 

Esta noche lo del Tuk Tuk fue una locura, ya que empezaron a hacer carreras entre ellos. Uno casi se escoña en una curva. Todos gritando. Ludy llevaba una app en el móvil y puso “Chupando rueda” y pasaba como si fuera una publicidad. Nos reímos mucho. 

Sobre las 23:30h llegamos al hotel. Ludy, Vanesa, Antonio, Joan y yo subimos a por el bañador y estuvimos un rato en la piscina. 

Esa noche tuve la brillante idea de lavarme los dientes con agua del grifo… CONTINUARÁ…




Miércoles, 7 de junio de 2023:


Este día tuvimos que madrugar. Creo que nos recogieron a las 7:30h, para poder llegar a hora y poder ver pasar el tren en el mercado de Mae Klong. Carla nos guardó sitio en primera fila y mientras tomábamos un café con hielo, cosa que tampoco deberíamos hacer. Ver pasar el tren fue brutal. Como la gente recoge los toldos, la mercancía y como el tren pasa por encima de la fruta. Me pareció brutalísimo.



La parada estaba un poco más adelante y el tren estuvo parado 15 minutos. Así que fuimos a hacernos unas fotitos. 




Más fotitos en un muelle que había allí mismo.



Nos dejaron un ratito para hacer compras en el mercado. 

Luego fuimos al mercado flotante. Aquí ya me empecé a encontrar mal de la tripa. No sé si por lavarme los dientes con agua del grifo, si por tomar el café con hielo… La cuestión es que empecé a tener sudores fríos en la barquita. Encima Vanesa y yo íbamos en barcas separadas. 

Molaba mucho porque los vendedores tenían un palo con un gancho y te pescaban para que les compraras. 

Cuando bajé, busqué a Vanesa y le dije que tenía emergencia, a lo que me dijo que ella estaba igual. Buscamos un baño, tomamos una pastilla mágica y a vivir. Ya no nos volvimos a encontrar mal. 

Cuando volvimos con el grupo, Carla nos había traído mango y un arroz dulce para que lo probásemos. 

Luego nos dejaron tiempo libre para pasear por el mercado. 


Las farolas nos dijeron que en cada lugar tenían un dibujo distinto. 


A la hora de comer nos devolvieron al hotel y la comida fue libre. Todos excepto Mari, Roser y Joan fuimos a comer al centro comercial. Yo creo que me pedí Pad Thai. Me costó 5,88€ la comida. Así que muy bien. Luego fuimos a tomar un café a una cafetería que había al lado y fuimos al hotel a por las maletas, porque ya cambiábamos de ubicación. A las 17h nos recogieron. Sobre las 18h llegamos al aeropuerto y a las 20h más o menos salió el vuelo rumbo Chiang Rai. 



No sé porqué, pero salía un montón de vapor en el avión. Parecía una película de terror. 

El vuelo se retrasó un poco, pero en general todo bien. De los vuelos internos se encargaba todo Vente a Viajar, entraba en el precio y nosotros no nos preocupamos de nada. Sobre las 21:30h llegamos a Chiang Rai.


Nos montaron en dos autobuses y nos llevaron al hotel. ¡Uau! Flipa con el hotel. 



El hotel era Laluna. La de la foto fue nuestra habitación. Era una pasada. Eso sí, habían lagartijas en la puerta, de hecho en la foto se ve una en la pared y cada vez que entrábamos en la habitación poníamos una toalla debajo de la puerta para que no nos entraran dentro. Estamos fatal, somos muy miedicas. 

Dejamos las maletas en la habitación y fuimos a cenar en el bar del hotel. Después de cenar nos fuimos a dormir. Vanesa y yo estuvimos unas dos horas hablando. Porque en realidad estábamos viviendo el viaje en general tan intensamente que aun no nos habíamos parado a valorarlo ni a hablar de cómo lo estábamos viviendo. No parábamos de hacer cosas, de trasnochar, dormíamos una media de cuatro horas al día y no habíamos tenido tiempo ni de hablar, así que tras una larga tertulia con resultados muy positivos nos fuimos a dormir. 




















Jueves, 8 de junio de 2023:


Este día nos recogían a las 8:30h. ¿A que no sabéis para qué? Sí, para ver más templos. Bufffff…. 

La guía de este día era muy buena gente y se esforzaba mucho, pero no se le entendía una mierda. Del nombre ni idea. Era un nombre corto pero en tailandés, por lo que no lo recuerdo. Nos llevó primero al templo azul. Lo dicho, un templo más…


La guía era religiosísima, nos pegó una tunda antes de entrar sobre buda, importante. Y nos hacía rezar con ella en todas las capillas. Yo tuve un rato de agobio, la verdad, porque a mí estas cosas no me van nada de nada. 

Seguidamente fuimos a la casa negra. Nos dijo la guía que la había construído el abuelo de una amiga suya de la infancia y que mientras él la construía, ellas correteaban y jugaban por ahí. Esta casa era muy extraña y el señor que la construyó debía ser un pervertido, porque solo había pollas. Ahí van las fotos…


Poco más que contar sobre este sitio extraño… Aquí la guía nos dió a probar unas piñas bebés, como decía ella. 

Por último fuimos al templo blanco. A mí este me gustó mucho, pero hubo gente que había visto fotos previamente y les decepcionó. 


Primero visitamos esta capilla, que era pagando, aunque a nosotros nos entraba en el precio del viaje y luego fuimos a comer allí mismo. También comida típica de esa provincia. Lo organizó todo la guía. Aquí había sopa de las que a mí no me gustan, unas salchichas de pollo que estaban muy buenas, de las cuales repetimos, pollo y algo más pero no me acuerdo. De postre había helado. Yo lo cogí de chocolate y era muy raro. Como muy esponjoso e insípido. A ninguna de las que elegimos chocolate nos gustó. 

Al terminar de comer, la idea era terminar de visitar el templo. Pero hacía taaaanto calor, que la gente buscó una sombra donde cobijarse y acortamos el tiempo para poder irnos a la piscina del hotel a refrescarnos. Vanesa y yo aun dimos una vuelta por allí y Fina se unió un rato con nosotras, antes de reunirnos de nuevo con todo el grupo. 


Sobre las 15:30h nos fuimos al hotel. Se me había olvidado contar, que cada vez que subíamos al autobús, los conductores nos daban toallitas refrescantes y agua fresca. 


Cuando llegamos al hotel, nos fuimos directas a la piscina. 

Mariló y Antonio fueron a recepción a pedir cervezas y nos las trajeron allí mismo en la piscina. 


Por la noche salimos a un mercadillo. Primero dimos una vuelta, yo me compré una cadena nueva para llevar el eguzkilore recargado de energía para casa. Para cenar, allí mismo en el mercado, cada uno elegía lo que quería de cada puesto que había y nos juntábamos todos en el centro en una mesa.

Yo volví a cenar tortilla con arroz y jamón york. Pero tuve que operar mucho, porque le pusieron una barbaridad de verduras. Cuando ya estábamos terminando de cenar, nos pegó una tromba de agua impresionante. Cuando paró fuimos a tomar unas cervezas en un bar. Fuimos todos menos Judit y Fina. Como Judit está sordísima, cuando vamos a locales que hay mucho ruido, no se entera de nada y no está agusto, por eso se fueron.

Hicimos una toma y nos fuimos a dormir. 

Viernes, 9 de junio de 2023: 


Este día venían a recogernos a las 10h para irnos a Chiang Mai en bus, pero Joan decidió que fuese a las 11h, para que pudiéramos disfrutar de la piscina. No madrugamos mucho, nos levantamos, desayunamos, estuvimos un rato en la piscina, nos fuimos a duchar y ya se hicieron las 11h. Eran tres horas de autobús y a la hora y media parábamos a comer en unas aguas termales. 

Para comer volví con mi tortilla. Esta vez sola, estaba buenísima. Luego había una tienda al lado y Vanesa y yo nos compramos un café de lata que nos gustó un montón y yo me volví a comer un helado de chocolate. Soy garrula, ya no me acordaba de lo malo que estaba allí el chocolate. 

Cuando terminamos de comer, había unas balsas para bañarse los pies de agua caliente, muy apetecible con los 40º que hacían. Pero bueno, aun así los metimos.

Tras hora y media más de autobús llegamos a Chiang Mai. 

El hotel, el Imm Hotel Tha Phae, no tenía aire acondicionado, hacía una calorina allí dentro que te morías, menos mal que en las habitaciones sí había y lo peor, no tenía piscina. Vanesa y yo antes de pasar por la habitación fuimos a buscar la lavadora. Es más fácil salir de la droga que encontrar la lavadora en ese hotel. Después de 10 minutos subiendo y bajando por el ascensor, la encontramos en un cuarto que había en la azotea. Fuen y Moni iban delante de nosotras para ponerla también. Así que juntamos la ropa de las cuatro y pusimos dos lavadoras, una de ropa clara y otra de oscura. No podíamos poner ningún programa que no fuera el que ya tenía por defecto instalado, así que era una hora de lavadora y 45 minutos de secadora. Habíamos quedado antes, pero ya le dijimos a Joan que hicieran la suya, que nosotras cuando lo tuviéramos todo limpio, que los buscaríamos. 


Este día nos quedamos sin bahts. O sea que con lo que llevábamos de España, no tuvimos ni para mitad semana. Había gente que traía dinero en efectivo para cambiar. Nosotras directamente con la Revolut sacábamos en los cajeros. Desde España no nos cobraban comisión, pero por sacar en los cajeros de allí nos cobraban 9€. Ese día yo saqué 7000 bahts, o sea 200€ más. Mira, no cabía en el cajero.



Tras poner la lavadora y la secadora fuimos en busca del grupo que estaban en un bar, nos habían pasado la ubicación. Tomamos allí una cerveza. Vanesa y Mari jugaron una partida al billar.

Yo no estaba muy animada ese día. Llegué a la conclusión de que cuanto más duermo, más empanada estoy. Porque llevé todo el santo día empanadísima y era el día que más había dormido en todo el viaje. Puede que fuera el único día que dormimos casi siete horas. 

Tras terminar la partida de billar, nos fuimos a un mercado. Antes de salir del hotel nos dijo que si queríamos ir a un combate internacional que había de 9h a 0h y valía 30€. A nadie le motivó mucho. Así que nos soltó en el mercado y nos dijo que él no cenaría con nosotros. Yo seguía deambulando por el mercado con mi empanada mental, mientras Ludy intentaba animarme porque estaba súper apagada. De repente, hubo algo que realmente me animó de verdad. Había un dúo cantando en el mercado y Antonio y Mariló se pusieron a bailar. Cuando terminó la canción, Mariló se subió al escenario y pidió una sevillana, con dos cojones. Total, que le cedieron el ordenador donde tenían toda la música y empezó a sonar en modo karaoke la canción Sevilla de Miguel Bosé. De un salto subí al escenario y me puse a cantarla con Mariló. 

Cuando terminó la canción, busqué yo misma en el ordenador una sevillana y encontré la de “A bailar” y ¡bailamos!



Terminamos de bailar y tenía la boca sequisima. Fui a un puesto de bebida que había, que la pareja que las vendía estaba flipando y venga aplaudir y me bebí una cerveza de tanto. Luego empezamos a poner canciones y nos hicimos los dueños del lugar. Jodimos un festival importante. Yo ya estaba on fire, pasé literalmente de cero a cien e igual me bebí tres cervezas de tanto de lo agotada y acalorada que estaba y empezaba a ir un poco borrachilla. Tras el show que montamos, nos fuimos a cenar en el mismo mercado. Como de costumbre, cada uno compró lo que quiso y nos vimos en las mesas del medio. Esta noche Vanesa y yo compartimos una gambada y un pescado. Cené súper agusto. 

Cuando terminamos de cenar yo estaba animadísima y a Mariló le habían recomendado un local, llamado Lèmon Bar, que le dijeron que era como las carpas pijas de Barcelona. Una carpa y música en directo en la calle. Todo el mundo quería irse a dormir y dejar el Lèmon Bar para el día siguiente, que todavía íbamos a estar en Chiang Mai. Pero yo dije, que no iba a dejar para mañana lo que se pueda hacer hoy y si nos gustaba, mañana repetía sin problema. Antonio se apuntó también. Vanesa estaba comprando unas camisetas para sus sobrinos, pero estaba casi segura de que iba a venir. Se lo pregunté y no dudó. Al final se apuntaron también Ludy, Roser y Mari. El resto se fueron a dormir. Pillamos un Tuk Tuk y pa’ Lèmon Bar que nos fuimos. El del Tuk Tuk no tenía muy claro donde era. Nos paró en una calle y yo miré y había un minuto caminando. Pero Mariló vió que era al otro lado de la carretera, así que le hicimos cruzar al del Tuk Tuk y nos dejó en un descampado apartado de la vida que había varios bares separados con carpas. Antes de irse, Dong, que así se llamaba, nos dejó su número de teléfono para que le llamáramos al volver, ya que si no, se veía venir que no volveríamos. Total, pasamos una carpa, pasamos otra y al final dice Mariló:

  • Esa es, ¿lo ves? ¡Pone Lèmon Bar en Tailandés!

Yo me quedé con una cara… ¿Desde cuándo sabía Mariló tailandés? Ja, ja, ja. Que va, no era, pero no le íbamos a quitar la ilusión a la mujer y entramos en la carpa. 


Había cantando dos chicas y un chico que parecían manga. Cantaban en su idioma. Nos trajeron la carta y estaba toda en tailandés. Ludy dijo:

  • Aquí no ha pisado esto un extrangero en la vida…

Pedimos unas cervezas y nos pusimos a bailar. Los que estaban cantando se vinieron súper arriba animándonos. 



Me fui a mear con Vanesa y al volver del WC había como una acequia y Vanesa metió el pie y se lo dobló. Le salió un moretón y se dio cuenta de que se le había roto la sandalia, pero siguió bailando, hasta que se le rompió del todo. Antonio se había comprado en el mercado unas chanclas de playa y se las tuvo que dejar. Lo que nos pudimos reír. 

A todo esto, eran ya las 0h y cerraban a esa hora. El chico que cantaba, con el traductor de Google nos escribió que iban a cerrar, que les gustaría que volviéramos al día siguiente, y que al lado teníamos un local dónde podíamos seguir la fiesta. Cogimos las cervezas y dentro de la misma carpa había un local con aire acondicionado que cantaban uno que se parecía al del Gangnam Style y otro así moreno. Vimos el ordenador mágico como el que tenían el dúo del mercado y subimos a toquiñar. Nos hicimos la fiesta nosotros. Vaya festival. Cantamos y bailamos todos. Yo me lo pasé muy re bien. 

Sobre la una marchamos. Llamamos a Dong y le esperamos en el descampado que nos había dejado. Vanesa se meaba mucho, meó en unas hiervas y le meó las chanclas nuevas a Antonio. Que risotadas nos pegamos. Dong tardaba mucho en llegar. Mariló se estaba poniendo nerviosa, quería llamar a Joan o al hotel, para que nos viniera alguien a recoger. Para calmar el ambiente, nos pusimos a rezar a buda, como nos había enseñado la guía por la mañana. Todos agachados con las manos juntas y diciendo: “Hablamos conscientes, miramos conscientes, pensamos conscientes…” y por fin llegó Dong. 

Eran la 1:20h en esta foto y nos costaría una media hora llegar hasta el hotel. Al llegar a la habitación nos esperaba una sorpresa. Como la secadora no había secado bien la ropa, la teníamos toda tirada encima de las camas y la teníamos que recoger. Vaya perezón a las 2h de la mañana y piripis. 

Cuando lo tuvimos todo recogido, caímos rendidas.

Sábado, 10 de junio de 2023:


A las 10:30h nos recogían. ¿Adivinad para qué? Efectivamente, para ver más templos… Primero fuimos a ver un mercado. 

Este era de productos locales y cosas artesanas. 


Primer templo Wat Phra Lat. Aquí hubo gente que se decepcionó también. Fina dijo que por Instagram le pareció más espectacular. 

La guía de este día también era muy, muy religiosa. Nos metió alguna que otra tunda también sobre Buda, pero bueno, en general se hizo más ameno que el día de antes. 

Segundo templo Wat Phra That Doi Suthep. Aquí tuvimos que rezar cada dos por tres. Como decía la guía, había que agradecer, porque cada capilla tenía un significado. Y bendecir un mini templo… Muchas tonterías en general, pero bueno… El templo tenía un mirador y para subir arriba, subimos por una especie de ascensor lanzadera. Habían dos parejas dentro del ascensor con nosotros y una mujer dice:

  • ¿Vosotras ayer no bailabais sevillanas en el mercado? 

Ya somos las famosas de Tailandia. Ja, ja, ja. 


Tras visitar este templo, la guía nos llevó a comer la comida típica de esa provincia. A mí fue la que más me gustó. Había costilla, pollo, cortezas, arroz, arroz pegajoso, pollo con salsa picante. Había alguna cosa más que no me acuerdo, pero estaba todo súper bueno. 

Después de comer fuimos a visitar más templos. En uno de ellos no podíamos entrar las mujeres. La guía nos explicó por qué. Cuenta la leyenda que un señor que siempre lanzaba las lanzas fuera de la muralla se quería casar con la princesa. La princesa no quería casarse con él y él le dijo que si conseguía una vez más lanzar la flecha fuera, se casaban. Ella cogió su propia sangre y la puso en la lanza y esa vez la lanza no llegó fuera de la muralla. Por lo que se considera, que como tenemos la regla, podemos gafar las cosas y por eso no podemos ni tocar a los monjes ni entrar en este templo. 

Entraron los chicos y nos dijeron que no nos habíamos perdido nada. 

Era una de las capillas del templo Wat Chedi Luang. Dimos un paseo con la calorina y nos fuimos al hotel. 

Al llegar al hotel Vanesa fue a hacerse un masaje y yo me pegué un siestorro de una hora. Cuando volvió nos arreglamos y salimos con el grupo. 

Fuimos a cenar a otro mercado. Yo cené unos pinchos de pollo, porque pedimos unas gyozas Vanesa y yo para compartir, pero llevaban una de verdura, que casi vomito cuando me la metí en la boca. Vanesa probó el cocodrilo. 

Dijo que era el gusto como el pollo, pero que estaba más duro. 

En el mercado no se podía fumar, pero había un corralito para fumadores y Ludy, Mariló y yo, después de cenar fuimos para allá. Encontramos a Joan hablando con una chica. 

Joan ya había terminado de fumar, así que se fue y la chica se quedó hablando con nosotras. Nos dijo que se llamaba Lisa, que era francesa, que tenía 22 años, que venía de Vietnam de visitar a una amiga con la que hizo el erasmus en España, en Salamanca. Y ahora estaba sola, de mochilera un tiempo por Tailandia. Admirable, yo eso no lo haría ni de coña. Total, que terminamos de fumar y se vino toda la noche con nosotros. Fuimos a un bar donde ponían música en directo, tomamos un par de cervezas y marchamos a dormir. 


Domingo, 11 de junio de 2023: 


Por fin se acabaron los templos. Este día nos recogían sobre las 7h de la mañana. 

Había una hora y media hasta el Elephant Nature Park, en Mae Wang. Nos metieron en un autobús Tuk Tuk. O sea que la idea de dormir por el camino quedó descartada. A la media hora paramos en una gasolinera a desayunar, que había un 7 eleven y una panadería como las de España. Yo compré un cruasán de jamón y queso, otro de chocolate y un batido de fresa. Desayunamos y continuamos la marcha. En nuestro autobús estábamos todos excepto Mariló y Joan, que iban en otro junto con dos parejas de recién casados que estaban de luna de miel e iban a hacer la excursión con nosotros. 

Como el propio nombre indica, íbamos a ver elefantes. A mí me daba más miedo que otra cosa, pero a Vanesa le hacía mucha ilusión. Además me esperaba otra cosa. Vi vídeos de cuando fue Clara Villarroya y ella los bañaba y les daba de comer. Nosotros les dimos de comer separados por una barrera de madera y después sí que paseamos con ellos, pero sin más. Yo no lo disfruté. Hacía muchísimo calor. La Vane está encantada con el evento. 

Luego nos llevaron a mojarnos a una cascada. 

* Nuestro transporte de ese día. 

Allí mismo había un mini bar tienda y cuando salimos del agua fuimos a abrevar. 

Cuando terminamos la cerveza marchamos a comer. 

La guía que nos asignaron ese día también nos llevó a comer la comida típica de allí. De camino al lugar donde comimos, que era un chiringuito en la calle, fuimos todo el camino cantando. 

Ese día para comer nos dieron a elegir entre arroz o Pad Thai, yo elegí arroz y luego nos ofrecían caldo de pollo, que estaba buenísimo. Aquí nos reímos un montón de las parejas de recién casados porque eran un show, tuvieron críticas duras del grupo. Ja, ja, ja. Era la típica gente que nunca ha salido del pueblo, tipo Paco Martínez Soria y va y se van a Tailandia, pero sin tener nada organizado, por su cuenta. Una de las chicas, con los elefantes lo pasó fatal. Yo creo que ni les dio de comer y cuando paseábamos se le hacía un mundo el monte. El marido venga reírse de ella y Joan la tenía que ayudar a cruzar los ríos, etc. El chico era militar y fardaba de ello y se ve que Mariló le arreó alguna que otra morterada. La otra pareja, hizo una charrada el chico:

  • Yo cuando la conocí ya le dije que si teníamos un hijo se llamaría Tomás, porque todos en mi familia nos llamamos así.

Ostia, yo me imaginé en una situación donde conozco a un chico y me dice eso. Yo creo que le pego. Ja, ja, ja. Eran muy peculiares. 

Cuando terminamos de comer nos fuimos al hotel. La hora y media de camino nos la pasamos cantando temazos de ayer y de hoy. Que manera de destrozar todo tipo de canciones, ¿pero lo bien que nos lo pasamos, qué?


Cuando llegamos al hotel Vanesa fue a darse un masaje y yo me fui a dormir. Más tarde quedamos para ver el atardecer desde una azotea que tenía un bar. 

Fue espectacular.

Luego dimos una vuelta por el mercado que se ve en la foto. Vanesa y yo compramos pendientes, ya que allí la plata es muy barata y nos reunimos con todos para cenar. Yo tenía un hambre que me moría. Primero compré una longaniza de arroz, pero a juzgar por mi cara, no me gustó mucho, se la acabó zampando Vanesa. 

Finalmente cené una hamburguesa. Luego me compré unas papas que estaban súper buenas. Compramos también de postre unas bolas de coco o no sé qué era aquello pero no estaba nada bueno. Pasamos toda la cena criticando a las parejas de recién casados, somos un poco crueles, pero tengo que admitir que me reí mucho. 

Por la noche hubo crisis de decisión. Joan propuso ir a una discoteca que ponía música como en una fiesta en España. Motivator a tope. Pero había quién prefería un plan tranqui de cervecita y charla. Así que buscamos un bar. Entramos y estaba la música a tope, además de que estábamos solos. Yo me agobié y me enfadé. Ostia, quieren conversar y se meten en el bar donde más alta está la música. Así que me fui para la calle y me senté en una mesita con mi cerveza y mi cigarro. Roser se vino conmigo. A los cinco minutos salieron todos dándome la razón, que todos habían pensado lo mismo. Menos mal… 

Cuando terminamos la cerveza, se fueron todos a dormir excepto Joan, Mariló, Vanesa y yo, que queríamos fiesta. Pero la discoteca cerraba a las 0:00h. O sea que no llegamos. Buscamos un pub, pero nos timaron en el Tuk Tuk, nos timaron en el pub. Joan insultó a todo quisqui. Total, tuvimos que irnos al hotel y allí había cerveza, pero no nos la querían vender porque a partir de las 0:00h está prohibida la venta de alcohol fuera de los bares. Pero Joan estaba rebeldísimo y les dijo que la quería comprar pero que no nos la íbamos a beber. Entonces se la vendieron. Fuimos a un parque que había enfrente, nos las bebimos y nos fuimos a dormir. Nos quedamos sin fiesta. 





Lunes, 12 de junio de 2023:


Tuvimos la mañana libre. Dormimos bastante esta noche, siete horas por lo menos. Seguíamos llevando una media de dormir cuatro horas. Así que nos levantamos tarde. Serían las 10h. Hicimos las maletas, ya que marchábamos ese día y fuimos a desayunar a un bar muy español. 

Allí nos encontramos con Fuen y Moni y con Antonio y Mariló. Después de desayunar fuimos a dar una vuelta por las tiendas. A las 12:30h nos recogían para marchar al aeropuerto, rumbo a Phuket. A las 14:10h salía el avión. Antonio tuvo que pagar exceso de peso, demasiadas compras. 

No recuerdo el viaje, por lo que deduzco que debí dormir todo el camino. 

Sobre las 17h llegamos a Phuket. Nos llevaron al hotel beyond patong y serían ya sobre las 18:30h. 

Para hacer el check in estuvimos casi una hora, así que Joan nos mandó a la playa mientras tanto para ver el atardecer. La playa estaba al lado. 

A las 19:30h, entrábamos en la habitación. Este hotel era como mi pueblo. Tenía no sé cuántos bloques, cada uno estábamos en uno distinto, teníamos que subir por ascensores distintos, para desayunar estaba en la otra punta… Mariló tenía razón, que en un hotel se busca comodidad, que tardes diez minutos en encontrar tu habitación desde que llegas al hotel, muy cómodo no es. Pero bueno va, estaba bien igualmente. 

Dejamos los bártulos y nos fuimos a cenar. Esta noche fuimos a un sitio donde hacían pescado. Vanesa y yo pedimos pescado y algo a la barbacoa, pero no recuerdo el qué. Luego tomamos un helado de estos que te hacen al momento con los ingredientes que tú eliges y fuimos de compras. A mí claramente me faltaba ropa. Íbamos a estar toda la semana en la playa y solamente traía dos pantalones cortos, porque los que llevé para el día de los elefantes quedaban descartados, más mugre ya no les cabía y el problema era que aunque lavamos no secaba la ropa. El resto de ropa que llevaba era de monja, o sea, de templo. No pegaba mucho para la playa, así que me compré dos pantalones cortos. Eso sí, la cabrona que me atendió me mira y me dice:

  • Tallas grandes aquí. 

Que asco de gente, allí están todos que no quedan. Ya leí en los blogs que más de la talla 38 era difícil de encontrar. 

Luego fuimos a un 7 eleven a comprar cervezas y fuimos a tomarlas a la playa. Ludy, Vanesa, Roser, Antonio, Joan y yo, nos las tomamos en el agua. El resto se quedaron en la arena. 

Luego abandonaron todos menos Roser, Ludy, Antonio, Vanesa y yo. Fuimos a un mercado a tomar la última y a dormir. 

Martes, 13 de junio de 2023:


Mañana libre. Fuimos a desayunar y a catar la súper piscina.

Luego nos duchamos, hicimos de nuevo las maletas y sobre las 12h nos venían a recoger para llevarnos al puerto, coger un barco e ir a las islas Phi Phi. 


La isla era espectacular. Era muy pequeña, solamente tenía el hotel, dos bares y una tienda. Llegamos sobre las 15h. Nos dieron un cóctel de bienvenida, un vale para otro cóctel y nos dijeron que de 16 a 18 horas, había hora feliz, por cada cóctel que te pedías, otro gratis. 

El hotel era una verdadera pasada. Dejamos las cosas y fuimos a comer a uno de los bares de la isla. Yo para variar, comí tortilla con cerdo. Pero había mucha verdura, me tocó operar. 

Después de comer nos fuimos directamente al agua. No hacía sol y hacía una temperatura buenísima, se estaba súper bien. 

Cuando quisimos ir a la hora feliz, ya pasaban diez minutos de las 18h. Que despago. Pues bueno, nos fuimos a hacer postureo. 

Estaba atardeciendo ya y se nos iluminó. Joan nos había hablado de ir a un mirador a ver el atardecer, pero al final preferimos un poquito de relax. Nosotras nos montamos nuestra película, que si nos íbamos a una punta de la isla se tenía que ver, porque estábamos justo al otro lado del sol. Yendo no se sabe muy bien a donde, nos encontramos a Joan y nos dijo que cruzando el hotel, por la parte de atrás, había un muelle viejo y sucio, pero que se veía bien. Pues para allá que fuimos y allí nos encontramos con el resto del grupo. 

Fue muy bonito. Luego hicimos el ilegal una vez más, ya que la piscina la cerraban a las 19h, pasaba ya bastante de la hora, pero nos metimos igual. Una olorina a cloro…

Bañito, ducha y a cenar. Cenamos en una pizzería. Vanesa y yo compartimos una pizza de marisco y compartimos un par de tapas, pero no me acuerdo de qué. 

Luego dimos un paseo por la playa y fuimos a la tienda a tomar una cerveza. 



A la segunda cerveza ya solo quedábamos Joan, Ludy, Vanesa, Antonio y yo. Cuando la terminamos, a dormir. 
















Miércoles, 14 de junio de 2023:


Iluminación divina. Nos levantamos a las 5:30h para ver amanecer. 

Nos dimos un baño en la playa, desayunamos y a las 8h salíamos en barquita para visitar más islas. A mí este día se me hizo eterno. Primero nos fuimos a una isla a coger otro barco. Nos dejó 30 minutos en los que tomamos un café y fuimos a mirar tiendas. Para coger el otro barco, igual estuvimos esperando media hora más. Primero estuvimos veinte minutos en barca y nos soltaron a una isla pero nos dijeron que no cogiéramos nada, que había monos ladrones. Así que bajamos del barco, nos bañamos, vimos los monos, nos volvimos a bañar y otra vez al barco. 

Con nuestro grupo había tres parejas más. Una de ellas eran un padre e hijo alemanes. Cogieron el móvil para hacer fotos a los monos. Mariló me dijo que estaban buenos, que fuéramos a que nos hicieran fotos con los monos y así luego para pasarlas conseguíamos su teléfono. Yo pasé del tema, pero Vanesa sí se hizo la foto. 

Tras veinte minutos por la isla, otra vez a la barquita, media hora más y para otra isla. Allí no nos quisieron soltar porque dijeron que estaba el agua sucia. Joan dijo que pintaba a jeringuilla. Yo no entendí nada. Nos dieron para almorzar un sándwich recalentado del calor, de mermelada. Tras una hora más en la barquita, nos soltaron una hora en otra isla. Hacía una calorina que al sol era inviable estar. A mí me empezó a picar todo de la alergia y eso que apenas me había puesto al sol, pero el sol de allí pega que te cagas. 

En esa isla me bañé, me acosté en la toalla, me volví a bañar y busqué con Mariló una zona de fumadores, porque tampoco te dejaban fumar en las playas. Vanesa, Ludy, Antonio y Fina fueron a hacer postureo por la isla. En seguida pasó la hora y otra vez a la barca. 



Nos volvieron a cargar a la barquita. Nos dieron un tupper de arroz para comer. Yo hice un poco la gallina y lo tiré, porque no estaba nada bueno. Al rato nos soltaron para hacer snorkel. Los peces y yo no somos amigos, así que no me bañé. Vanesa se atrevió. 


Otra vez a la barca y nos volvieron a soltar a tierra firme para hacer una mini rutilla en una playa. Nos dejaron hora y media, cuando la ruta en veinte minutos se hacía. Pero bueno, tomamos una coca-cola y descansamos un poco. 



Luego nos llevaron a otro sitio para que nos volviéramos a remojar. Este sitio sí que era chulo de verdad. No hacía sol, ya era tarde y se estaba súper bien.

Otra vez para la barca y otra vez a hacer snorkel. Aquí hubo quienes vieron mini tiburones.  

Aun hicimos otra parada para ver la puesta de sol. 

Aquí Moni se mareaba y pidió que nos fuéramos. Nos desplazamos un poco donde no había tanta corriente y nos dijeron que teníamos que esperar una hora allí para que se hiciera de noche del todo y poder ver el plancton. Luego llegamos a la isla grande. Eran casi las 20h, era ya de noche y Joan no encontraba a nadie que nos llevara hasta el hotel. Empezaba a ser surreal. Al final un señor nos llevó, con una barca que parecía una patera, todos tirados en el suelo tal cual y no tenía luz. 

Cuando llegamos fuimos a cenar a uno de los bares. Cené una tortilla. Esta vez la pedí sola. Estaba buenísima. Esta noche hicimos un poco de sobremesa y nos fuimos a dormir porque estábamos todos reventados. 












Jueves, 15 de junio de 2023:


Vuelta a Phuket. Nos levantamos, hicimos las maletas, desayunamos y sobre las 10h, nos subimos en un barquito hacia Phuket de nuevo. 

Cuando llegamos, al mismo hotel del otro día, dejamos el equipaje y como eran lentísimos para hacer el check in, fuimos mientras tanto a comer, a un restaurante indú. Aquí pedí por recomendación de Ludy, pollo al curry y acerté totalmente, estaba muy bueno. 

Después de comer fuimos a la piscina. 

Luego Joan propuso un par de planes. Uno era quedarse en la playa que estaba al lado del hotel y luego acudir a un sitio para hacer un trekking y ver el atardecer. El otro era ir a una playa cerca de donde empezaba el trekking. Yo elegí el segundo plan, junto con Joan, Fina, Judit, Vanesa, Ludy y Antonio. Cogimos un Tuk Tuk y fuimos a dicha playa.

Vanesa y Antonio subieron a una especie de parapente que iba arrastrado por una barca. 

El tío que iba con ellos iba cogido tal cual de los cables, parecía un monito haciendo piruetas. Luego nos bañamos un rato pero la playa era de estas que tenías que andar un kilómetro para que te cubriera y encima había muchísimas olas. No se estaba nada bien. En seguida se hizo hora de irnos porque queríamos ir a ver atardecer al buda gigante. Joan me lo señaló. Era en una montaña altísima y se supone que lo teníamos que hacer en 40 minutos. Flipé pensando en el desnivel que habría ahí. Creo que eran 400 m de desnivel. Vi un Whatsapp del resto del grupo, que las llevaban hasta arriba con coche y yo propuse ir en coche también, pero nadie quiso, todos querían caminar. Vale, yo ya sabía que lo iba a flipar. Odio el desnivel y más si es a 40º. A los primeros cien metros, Judit y Fina ya se rindieron, bajaron, cogieron un Tuk Tuk y se fueron al hotel. Yo iba haciendo muy poco a poco a mi ritmo, pero pronto me quedé atrás y sacaba los hígados. 

Cuando llevábamos media hora caminando. Joan me dijo que ya había pasado lo peor, que lo que quedaba ya no era tan empinado y que en diez minutos estaríamos arriba. Pero vi un oasis. 

Era un bar y se veía perfectamente el atardecer, o sea que de ahí a mí no me movía ni un terremoto. Ludy se quedó conmigo. El resto subieron hasta arriba. 

Mientras tanto, las que habían subido en coche, estaban mandando mensajes que eso era un templo, que no se podía ir con las rodillas y hombros destapados, que cerraban a las 16:30h y ya eran y que se iban a marchar ya porque ya casi no quedaban taxis. Ludy y yo esperamos a que bajaran Joan, Antonio y Vanesa. Cuando bajaron nos contaron la aventura. Llegaron y estaba cerrado ya. A Joan se le ocurrió la brillante idea de saltar la valla y Antonio y Vanesa le siguieron. Iban sin la ropa adecuada y se encontraron un monje y en vez de pegarles la bronca, los bendijo. Ja, ja, ja. Me reí mucho cuando lo contaban. 

Y ahí se ve que Vanesa casi toca al monje, que como os conté, las mujeres no los podemos tocar. Ja, ja, ja. 

Tras contar las aventuras, vino a recogernos un Tuk Tuk que Joan habría apalabrado por el camino. Era pura fantasía. Tenía luces de discoteca y Vanesa y yo empezamos a tocar botones, porque estábamos seguras de que se podría poner música. Entonces el señor conductor paró, se bajó del Tuk Tuk, pensábamos que nos iba a pegar la bronca por toquiñar, pero no, nos dijo que iba con bluetooth. Le dejé el móvil, me lo conectó y ¡¡¡fiesta!!! No sé lo que duró el viaje de vuelta, pero fue una verdadera fiesta. 


Cuando llegamos al hotel era tarde. El resto del grupo ya estaba buscando sitio para cenar. Nos dimos una ducha express y fuimos en su búsqueda. Esa noche cenamos espectacularmente bien. Pedimos Vanesa y yo para compartir unas gambas rebozadas que estaban buenísimas y un arroz de cangrejo que tres cuartos de lo mismo.Cuando llegamos nos informaron de que la calle paralela a la que estábamos cenando, era la calle de la fiesta. Con Ludy hablamos de que esta noche lo íbamos a dar todo, porque al día siguiente tocaba otro día de barco e islas y viendo cómo llegamos el otro día, no queríamos dejar para mañana lo que se pueda hacer hoy. Por otro lado, el resto querían reservarse para la noche siguiente que sería la última. Joan le preguntó a Vanesa qué quería hacer esa noche y ella le dijo que salir a tomar algo. Luego Vanesa me lo preguntó a mi y yo le contesté que por mí a full. Luego Joan me lo preguntó a mí y yo le dije que quería salir a bailar. Así que Ludy, Joan, Vanesa y yo nos fuimos de fiesta. La calle era terrible, había un poco de todo, puticlubs, tiendas, bares, una gentada impresionante… Al final encontramos un pub, con música en directo y estaban cantando por J. Balvin, Daddy Yankee, Pitbull, March Anthony, Farruko… Yo estaba en mi salsa. Bebí un montón de cerveza, hasta la que no era mía. Había unas botellas abandonadas en una mesa solitaria y me las bebí también. A esto es a lo que se le debe llamar, beberse hasta el agua de los floreros.

Cuando ya lo habíamos dado todo, marchamos para el hotel. Esa noche la piscina nos salvó de una buena resaca. Subimos de nuevo de ilegales y estuvimos mucho rato contando tonterías y riéndonos un montón. En ropa interior, claro está, bueno, Ludy iba desnuda, pero no nos dimos cuenta hasta que no salió de la piscina, ya que se fue la primera. Se va, vuelve y dice:

  • A ver, a ver, hagamos recuento, ¿cuántos somos? 

  • Cuatro, ¿por?

  • Porque hay un tío en bañador en los baños de la piscina y me acabo de acojonar. 

Entra el tío, se acuesta en una hamaca y se queda allí sobado. Todo muy normal, no éramos ya los únicos ilegales. Joan se fue y seguidamente Vanesa y yo. 

Al llegar a la habitación, ya eran las 4:15h. Entre ducharnos y todo nos acostamos tardísimo. 

Viernes, 16 de junio de 2023:


A las 9h nos vinieron a buscar. Nos llevaron al puerto, cogimos barquito y nos fuimos por más islas. La primera parada fue a ver una cueva. 

En la segunda parada nos llevaban en canoa. 

La siguiente parada fue en la isla de James Bond, llamada así porque allí se grabó una de sus películas. 

 

La siguiente parada fue en un pueblo flotante para comer. Comimos de buffet. No estaba muy bueno nada, yo solo comí pollo rebozado. Hacía una calorina terrible y estábamos encima de una plataforma que por el agua se movía bastante. Fue un poco agobiante. Después de comer dimos una vuelta por el pueblo. Daba un poco de agonía. Estaba súper sucio. 

La última parada fue de una hora. Cada uno podía hacer lo que quisiera. Bañarse, descansar, alquilar una lancha… Yo me bañé e intenté dormir. Vanesa se fue a hacer postureo.

Cuando llegamos al hotel, subimos a la piscina a ver el atardecer. Una verdadera maravilla. 

Tomé una cerveza en la piscina, que había bar y la podías beber dentro del agua. Cuando fui a ducharme me empecé a encontrar fatal. Tuve que tomarme un gelocatil de esos. Cuando salimos a cenar, hubo un momento buscando sitio que pensaba que me desmayaba. Suerte que se decidieron pronto y nos sentamos en seguida.

Era nuestra última noche en Tailandia. Todos pidieron cerveza para brindar, pero yo no pude porque no quería morir allí. Yo brindé con agua. Todos se rieron de mí, lógicamente. Para cenar me hice un chuletón de cerdo. Me hacía mucha falta comer también, porque la comida había sido muy light y no habíamos vuelto a probar bocado en todo el día. Durante la cena le dimos una propina a Joan por ser nuestro coordinador y estuvimos comentando qué nos había gustado más y menos del viaje. 

Esta noche el grupo en general estábamos espesos. Dimos una vuelta por la calle de la fiesta, pero hubo quien dijo que prefería conversar. 

Joan propuso comprar unas cervezas e ir a la playa a tomarlas. Le dijimos que sí y cuando llegamos allí hubo quién dijo que no se quería llenar los pies de arena. Algunas dijeron que se iban a dormir. Vanesa que empezaba a estar un poco irritada de tanta indecisión me dijo:

  • Marta, ¿tú quieres fiesta?

  • ¿Yo? ¿Pero qué pregunta es esa? ¡Por supuesto!

  • Marta y yo nos vamos de fiesta - dijo Vanesa a todo el grupo

A lo que se sumaron Joan, Ludy, Antonio y Mariló. Fuimos al local del día anterior. Estaba el mismo grupo actuando, pero habían cambiado el repertorio, la música ya era casi toda en inglés. Joan tomó una cerveza y desapareció. Nos mandó un Whats App, que había hecho bomba de humo. Ludy no tardó en desaparecer también. Mariló se enfadó porque no encontraba a Joan y porque Ludy se había ido sin avisarla. Yo me estaba aburriendo un poco y al final sobre las 2h nos fuimos. No queríamos irnos a dormir, pero no teníamos muchas más opciones. Fuimos al 7 eleven, compramos el resopón y para la cama. 



Sábado, 17 de junio de 2023:


Último día en Tailandia, día libre. Nos levantamos, desayunamos y yo tenía una tendida en la habitación terrible. Para hacer el tetris de vuelta, mandé a Vanesa a paseo, literalmente, se fue a pasear por la playa y luego fue a la piscina. Mientras yo estuve haciendo y deshaciendo la maleta. Cuando ya lo tenía todo cuadrado, fui a la piscina también. Luego nos duchamos, dejamos las maletas en recepción y fuimos a comer todo el grupo juntos. Después de comer compré algún souvenir y ya vinieron a recogernos para marchar al aeropuerto. Antes de despedirnos, Joan nos dio esta foto de parte de la agencia. 

Nuestro vuelo era el mismo que el de Fuen, Moni, Antonio y Ludy. Así que fuimos juntos hasta Abu Dhabi. El vuelo salía a las 19:55h. Duró unas 6:30h. 

En Abu Dhabi nos despedimos de todos y ya nos quedamos Vane y yo solas.

Durante los viajes yo me tragué tres pelis. “El test”, “Smile” y “Locas por Brady”. Cada una de un género pero todas muy bien. El resto del tiempo dormí y nos dieron de desayunar también. 














Domingo, 18 de junio de 2023:


A las 8h de la mañana más o menos llegamos a Barcelona. Recogimos las maletas y fuimos al hotel de Castelldefels que teníamos reservado. El Hotel Ciudad de Castelldefels. Nos costó 42,96€ a cada una. Como ya contábamos con ello, aún no teníamos la habitación preparada. Así que dejamos las maletas y fuimos a desayunar. 

Luego cogimos un tren y fuimos a Barcelona, donde nos esperaba Susana, la del viaje a Islandia para ir a hacer el vermut. 

Al poco rato se unieron a la fiesta Rosy y Eli. 

Fuimos a comer en “La Mar Salada”, en la Barceloneta. 

Luego dimos un paseito. 

Tuvimos un día muy bonito, aunque estábamos muy cansadas. Porque esta gente regala energía con su manera de ser y volver a reencontrarse con cualquiera de ellos es una maravilla. El día que nos despedimos en el aeropuerto de Barcelona les prometí que Vanesa y yo haríamos lo posible por vernos de nuevo y así ha sido, porque al final todo el mundo pone de su parte. 

Allá a las 17h, nos mandaron para casa, que decían que teníamos muy mala cara. Nos acompañaron hasta el tren de vuelta a Castelldefels y nos fuimos directas a dormir. Cogimos el hotel con piscina para poder aprovecharla, pero no lo vimos viable, necesitábamos dormir. Os juro que me quedo dos días más en Tailandia a este ritmo y me tenéis que enterrar allí. 

Lunes, 19 de junio de 2023:


Nos levantamos sobre las 7h. Fuimos a desayunar y a las 9h salimos de Castelldefels rumbo Castellón. Paramos por el camino a tomar un café y a las 12h llegamos a Castellón. Vanesa trabajaba a las 15h, así que iba un poco contrarreloj. Mis padres me bajaron a buscar, fuimos a comer al Grao y ya para casa. 

A las 16:30 llegaba al pueblo. 


Ahora toca pasar cuentas:


Agencia de viaje: 1397€

Cambio de dinero: 200€

Vuelos: 958,50€

Hoteles de Sitges: 38,20€

Hotel de Castelldefels: 42,96€

Dinero gastado en Tailandia con la Revolut: 421,13€

Parking: 58,50€

Gasoil: 20€

El total me sale 3136,29€. 


Ahora a ver que elegimos para el año que viene. Continuará…