El año pasado, sí, el 2020, hablamos de ir a hacer el Camino de Santiago. La idea era que Vanesa se tenía que coger vacaciones en Julio, Laura si no tenía opos se suponía que las 2 últimas semanas de julio estaría disponible y con Celia algo hablamos también, pero no recuerdo bien como se quedó. La cuestión es que ¿sabéis el desenlace de la historia, no? Pandemia al canto y todos a casa. Que por poder lo hubiéramos podido hacer igual porque en julio del año pasado ya todo el mundo anchas castilla, pero ni estábamos motivadas, al menos hablo por mi, ni salí del pueblo hasta el mes de octubre por la incertidumbre que causaba el virus este maldito.
Este año por fin nos animamos, el plan era el mismo que el año pasado, pero a Celia se le casa su hermana este año y decidió no venir, así que nos adentramos en esta aventura Vanesa, Laura y yo. Durante el año estuvimos mirando qué camino hacer y nos decidimos por el portugués. Por mi parte voté ese porque el portugés ya de por sí me tira y porque las etapas me parecían razonables en lo que se refiere a kilómetros. Así que decidimos hacer el último tramo, de Tui a Santiago.
En mayo quedamos un par de veces para ir reservando todo, ya que con el covid, teníamos miedo que redujeran los aforos y nos quedáramos tiradas. Así que estuvimos mirando como hacer las etapas y donde quedarnos cada día. En principio la que mirábamos era para hacer en 6 días, el problema que tuvimos es que a la hora de reservar, en uno de los pueblos, no recuerdo cuál, no había alojamiento que pudiéramos reservar, así que decidimos juntar 2 etapas en una y el primer día hacer más kilómetros.
A un mes de partir, me llamaron para operarme de un lagrimal, que lo tengo tapado y llevo esperando 2 años dicha operación. Con la pandemia nos ha cambiado la vida para todo y para esto no iba a ser menos. Quirófanos cerrados y lista de espera tremenda. En verdad deseaba estar operada para hacer el camino, porque si no hubiera sido un engorro para mi, estar llorando todo el camino, hubiera terminado mal seguro… Entre el polvo, el viento… Pero a un mes, me jodieron pero bien. Me dijo una chica que la habían operado antes que a mí, que estuvo 5 semanas de baja, así que ahí ya decidí tirar la toalla, y hacerme la idea de que no iba a ir. Un disgusto terrible, la verdad. Cuando ya tienes los vuelos cogidos y todo reservado es una decepción gorda. Yo me considero una persona super positiva, pero en esta ocasión me deprimí de verdad, dentro de lo contenta que por otra parte estaba porque ya me tocaba la operación por fin.
El día 21 de junio me operaron y la verdad es que salí del quirófano como si nada. Estuve un día ingresada y al día siguiente cuando me dieron el alta, me encontraba estupendamente bien, he estado peor en otras ocasiones por tonterías, la verdad. Entonces, se me iluminó la bombilla y pensé que no podía ser, estar 5 semanas de baja con lo bien que me encontraba. Así que pregunté al médico y me dijo que 10 días y a correr. Imaginaros la alegría que me llevé. Dediqué los 10 días a reposar a tope para no tener ningún contratiempo y hubo veces que me mareaba y todo de tanto que estaba de la cama al sofá y viceversa. Cuando intentaba hacer algo de actividad la cabeza se me iba. Así que los últimos días intenté hacer media vida normal y vi que todo iba bien. ¡Habemus camino! Cuando se lo comuniqué a Vanesa y a Laura, no me lo podía ni creer, es que había tirado la toalla totalmente.
Una semana antes, cuando ya tenía claro que podría ir, contacté con el cura de mi pueblo para ver si me podía conseguir la credencial. Más rápido imposible, el mismo día ya la tenía, me la trajo del obispado de Castellón. Fue muy amable conmigo, la verdad. Desde aquí le doy las gracias, me rellenó los datos, me la selló y me contó su experiencia en el mismo camino que íbamos a hacer nosotros. En ese momento me recorrió un escalofrío y pensé que ya lo teníamos ahí, que ilusión. Sobretodo cuando me iba y me dijo: “BUEN CAMINO”
Del Camino de Santiago, no os puedo contar lo que se siente, eso cada uno lo tiene que vivir, pero sí que os puedo contar cómo vivimos la experiencia y daros consejos personales. Para empezar con lo que hay que llevarse, que en eso todas coincidimos y antes de irnos comentamos para no llevarnos nada ni de más ni de menos. La mochila por ejemplo, Laura llevaba una de 20 litros que le dejó su jefe. De tamaño le iba bien, pero de lo que se quejaba era de que no tenía acolchado en las caderas y en los hombros estaba tan gastada que no le quedaba espuma y le recaía todo el peso directamente. La mochila de Vanesa fue el triunfo del Camino. Del Decathlon, 30 litros, bien acolchada, bien distribuida, un bolsillo que lo bautizamos como “El bolsillo para todo”, que lo llevaba en la parte de arriba con una cremallera, que llevaba ahí lo más básico que te puede hacer falta durante el camino y no tener que abrir la mochila entera: Palo selfie, gafas de sol, chaqueta fina, pañuelos… Mi mochila fue el fracaso de los fracasos, aunque muy cómoda, pero era de 38 litros y era la más pequeña de todas. Yo no sé cómo se come eso, pero así era. La llevaba a petar, que si no reventaron las cremalleras ya está bien, y eso que llevaba las mismas cosas que ellas. Lo que más mal me supo es que comprábamos comida y cosas para compartir en el camino y lo tenían que llevar ellas porque en mi mochila no cabía ni un alfiler.
En cuanto a ropa yo creo que todas llevábamos más o menos lo mismo. La ropa con la que salimos de casa era la que llevábamos por las noches y para los días que íbamos a estar en Santiago, esa era la ropa de “mudar” que decimos aquí. Luego para caminar, 2 camisetas y 2 pantalones. Las camisetas Laura y yo las cogimos de manga corta porque teníamos miedo de que si las cogíamos de tirantes nos rozara la mochila. Vanesa llevaba de las 2 maneras y no le rozó. Los pantalones cortos los llevábamos todas, aunque por la mañana no te creas tú que hacía mucho calor. Aun así, una vez te ponías a caminar se iba bien. Luego cogimos chaqueta. La de Vanesa era fina y consideraba que no le tapaba lo suficiente, estuvo a punto de comprarse una sudadera. Yo llevaba una impermeable, que no era gorda pero aun tapaba bastante, yo iba bien con ella. Laura llevaba un chubasquero y una chaqueta fina. El chubasquero no lo utilizó porque no nos llovió en todo el camino, pero la fina sí. Vanesa se compró un poncho por si llovía, porque el primer día hacía frío, pero al final no lo utilizó. Luego llevábamos un pantalón largo y creo que fue el que más papel hizo, porque los primeros días hizo fresquillo. En el neceser también llevábamos lo básico: Esponjas de estas que cuando las mojas sacan jabón, champú, pasta de dientes y cepillo, cepillo / peine para el pelo y crema del sol para la cara. De crema del sol para el cuerpo y aftersun nos lo compramos al llegar a Tui. Y luego yo llevaba también pinzas para tender la ropa, imperdibles, aspirinas y compeed. De ropa interior, yo llevaba 2 pares de calcetines, 3 bragas y 3 sujetadores. Los sujetadores Laura y yo los llevábamos deportivos, porque al llevar tantas horas la mochila con tanto peso, el regulador del tirante puede hacer roce. Las bragas al gusto, ja, ja, ja, cada una las llevaba de una manera. Las mías eran de bambú, porque se supone que son transpirables, pero ya os digo yo que no. Luego los calcetines Vanesa los llevaba de running. Le dieron problemas porque son muy cortitos, yo si que recomendaría que cuanto más altos mejor. Laura los llevaba de trail y le fueron bien. Los mios eran de trekking con tejido coolmax. Fui bien, pero ampollas me salieron igual. Por otra parte, yo llevaba una riñonera para llevar los dineros y el móvil. Vanesa también la llevaba para el móvil. Laura llevaba un bolsito pequeño colgado del cuello, pero solo se lo ponía para cuando dejaba la mochila. Toalla y bikini también utilizamos. Chanclas para la ducha. Ellas las llevaban ya puestas al salir de casa. Yo llevaba 2. Unas para la ducha, de dedo, y las otras como las de ellas cogidas al tobillo para cuando terminábamos las caminatas. También talco, para los pies, para antes de empezar a caminar, nos lo poníamos tanto en los pies como en los calcetines. De saco de dormir también cojimos, aunque solo lo usamos en un albergue. De agua llevábamos 1 litro y medio cada una y los días que hacía calor parábamos a algún bar y las rellenábamos de agua fría. De bastones no cogimos porque había que facturarlos. Vanesa se compró uno nada más llegar, a mí me tocó comprar uno para las 2 últimas caminatas. En cuanto al calzado para caminar las 3 llevábamos unas zapatillas de trekking sin membrana. La gorra también es muy recomendable.
Lunes, 12 de julio de 2021:
Quedamos en casa de Laura a las 8.30h, ya que era ella la que cogía el coche hasta Valencia. Entre que llegamos todas y estuvimos listas, se hicieron las 9. Vanesa dejó el coche en el garaje de Laura, a mi me bajaron mis padres. Llegamos al aeropuerto de Manises que faltaban 10 minutos para las 10. El parking lo teníamos contratado a partir de las 10, así que esperamos fuera un poquito hasta que se hizo hora. El parking nos costó 45€. Al entrar tuvimos un problema, y es que en los papeles ponía que tenía que coincidir un código con el ticket de recogida y ahí no nos coincidía nada. Así que fuimos a la ventanilla a preguntar y el señor que había ahí nos lo dejó solucionado. Entramos en el aeropuerto, pasamos el control y nos fuimos a desayunar. Al terminar miramos que puerta de embarque era la nuestra y ya había cola, así que nos pusimos en ella. El vuelo era de Valencia a Madrid y de Madrid a Vigo. Nos costó el billete 40€ a cada una. Miramos de ir en tren, pero solamente de Valencia a Madrid ya eran 40€, así que nos decantamos por el avión por el precio y por el tiempo que te ahorras. El avión fue puntual, llegamos a Madrid más pronto de la hora prevista. Más o menos entre desembarcar y todo, la hora que ponía en el billete, las 13.30h. Teníamos 2 horas para comer, pero entre situarnos, la cola que había donde comimos y comer, fui a ver que puerta era la de embarque y ya había una cola que flipas, así que Vanesa y Laura con el mordisco en la boca, a hacer cola. Aquí sí que se retrasó un montón el avión, porque a la hora de despegar había un incendio en la pista y había helicópteros apagándolo. Así que salimos casi media hora más tarde, pero el piloto dijo que durante el vuelo lo recuperaríamos y así fue, llegamos a la hora que ponía en el billete a Vigo, a las 16.05h. Una vez en Vigo nos pasaron varias casuísticas. La primera fue que salimos a la calle y allí hacía un frió que pelaba. Laura es dura para el frío, pero Vanesa y yo entramos a cambiarnos.
Luego teníamos que coger un autobús desde el aeropuerto hasta la estación de autobuses y otro para ir a Tui. Pero faltaban 45 minutos para que saliera el autobús hasta la estación. Miramos los horarios de Vigo a Tui y salían de cada media o cada hora. Pero lo que nos perturbaba era que si teníamos que esperar 45 minutos para coger el bus del aeropuerto, más o menos 20-30 minutos que costaba llegar a la estación y que aún así nos tuviéramos que esperar otra hora para coger el otro bus, nos pareció bastante pérdida de tiempo y pagando un poquito más cogimos un taxi directamente de Vigo a Tui, que nos costó 11€ a cada una. De la otra manera el bus de Vigo a Tui eran 3€, hasta la estación no lo se, pero bueno, que en menos de media hora estábamos al sitio y 11€ tampoco es gran barbaridad. Cuando llegamos a Tiu, fuimos al albergue Ideas Peregrinas que teníamos reservado. Antes de llegar Mónica, que sería la dueña o encargada, ya me mandó un Whatsapp con un código para poder entrar y una contraseña de una mini taquilla donde se encontraban las llaves, para así tener contacto 0 con el personal. Nuestra habitación tenía 2 literas y el baño era compartido con todas las habitaciones de la planta que yo creo que solamente eran 3. Nos instalamos y salimos a comprar la comida y lo que nos faltaba. Compramos merienda, cena, desayuno y comida. Merendamos en la misma habitación, que tenía una alfombra en el suelo e hicimos allí el picnic.
Luego nos fuimos a Valença, Portugal, que estaba a 3 kilómetros.
*Este es el puente que separa España y Portugal.
Solamente entramos a Portugal a pie, subimos a un fuerte que había a hacer fotos que tenía unas vistas chulísima y ya nos volvimos porque por el tema del covid nos dijo el taxista que nos trajo a Tui, que nos podían pedir pcr por ser extranjeras, así que tampoco quisimos profundizar más por si acaso.
Volvimos a España y paramos en un bar a echar una cerveza. Luego ya nos fuimos a cenar a nuestra super alfombra de la habitación y sobre las 11 nos fuimos a dormir.
Martes, 13 de julio de 2021:
Nos esperaba un día duro, de hacer poco más de 30 km. Nos levantamos a las 7 de la mañana, nos preparamos, desayunamos, nos hicimos los bocatas para comer, fuimos a la cafetería del albergue a tomar un café, Vanesa se compró el poncho impermeable y la concha del peregrino y yo me compré también la concha del peregrino para engancharla en la mochila. Laura ya la tenía de la primera vez que hizo el camino.
Cogimos un ritmo buenísimo pero este día nos dió la sensación que fue caminar por caminar para llegar al sitio. Habían 2 caminos uno el normal y el otro el complementario. Decidimos ir por el normal porque era un kilómetro menos. ¡¡¡ERROR!!! Todo el camino por un polígono, una recta muy larga y muy recta que los camiones nos pasaban por el lado, ni una sombra, aunque mucha calor tampoco hizo ese día, pero en general mal. Por el otro lado por lo visto era por montaña y por sombrita.
*Aquí paramos a hacer el tentempié de media mañana.
A mitad camino caímos en la cuenta de que no habíamos pagado el albergue. Que disgusto… Con esto del contacto 0 ni al pensamiento, suponemos que lo hubiéramos tenido que pagar en la cafetería, pero ni al pensamiento. Que mal… Total le mandé un Whatsapp a Mónica y nos dijo que tranquilas, que me lo descontaría de la tarjeta. Efectivamente a los pocos minutos lo miré y ya me lo había descontado. Nos costó 15€ cada una. Menos mal, nos quedamos más tranquilas.
A comer paramos tal cual a la puerta de una caseta. Nos comimos el bocata que nos habíamos hecho por la mañana.
Después de comer llegamos a Mos. Un pueblito que nos gustó. Allí paramos en un bar a hidratarnos y aprovechamos para hacernos fotos.
*Este es el poquito monte que pisamos ese día. *Quiero creer que el pueblo que se ve era Redondela, nuestro destino.
Poco antes de hacer esta foto y después, era una brutalidad las cuestas abajo que había. Hace un tiempo Vanesa tuvo un contratiempo con su rodilla y al ir a bajar la primera cuesta super larga y super empinada, casi tira la toalla. Se moría del dolor cada vez que apoyaba la rodilla con secuelas. Pero Laura dio en el clavo, bajar las cuestas de culo. Eso fue lo que le salvó la vida y durante todo el camino las estuvo bajando así.
*Hay que tener en cuenta que antes de salir del albergue ya habíamos hecho 1 km.
Llegamos a Redondela poco antes de las 18h. El albergue en el que nos alojamos esa noche se llamaba Avoa Regina. Nos recibió una chica muy simpática. Esta vez pensamos en pagarle. Nos costó también 15€. Este albergue tenía 2 habitaciones, una creo que era de 4 literas y la nuestra creo que tenía 12 literas. Nos tocó un sitio muy bueno, al fondo de todo y con ventana. Además las literas estaban separadas como con paredes de madera y no nos veía nadie en ese rincón. Nada más llegar a nuestras literas nos descalzamos. Para mi sorpresa, porque había llevado el camino super bien aunque ya me ardían las plantas, tenía una ampolla en la planta del pie derecho. Lo primero que hicimos fue ducharnos y al salir de la ducha ya empecé a cojear, pero bueno al ponernos las chanclas notamos mucho alivio. Después de la duchita, cuando nos disponíamos a lavar la ropa a la lavadora, ya que este albergue disponía de ella, estaba ocupada. Decidimos ir al bar de enfrente a tomar algo en lo que terminaba, pero estaban en obras y estaba cerrado, así que la opción B era lavar a mano. Me negaba rotundamente, pero me hicieron entrar en razón. Si teníamos que esperar a que terminara la lavadora y poner la nuestra, tardaríamos 2 horas. Entonces me pareció que el tiempo es oro y había que lavar a mano. Lo lavamos todo, tendimos la ropa y nos fuimos a hacer la compra de todos los días. Merienda, cena, desayuno y comida. Volvimos al albergue a descargar y a merendar y nos fuimos al centro a tomar una cerveza. Nos encantó que tanto como con el café de las mañanas como con la cerveza de las tardes, nos sacaban tapas. En este caso nos sacaron una tapa de ensaladilla. Estuvimos en el bar hasta la hora de cenar. Luego dimos un paseo por un parque y fuimos al albergue a cenar.
La hora de cenar fue lo mejor de este viaje. Estábamos cenando en un comedor común que había y de repente un tío intentaba abrir la puerta. A nosotras la chica que nos recibió nos dió un código para abrir la puerta por lo que si el chico que estaba fuera no se lo sabía, pienso que no teníamos por qué abrirle. Vanesa opinó lo mismo. Pero el chico se puso a saludarnos por la ventana. Entonces Laura decidió abrirle y el chico le dice:
Hola, yo vengo a saludar a Vanesa - la señaló- que la conozco.
Vanesa estaba flipando, se acercó y estuvieron un buen rato hablando mientras Laura y yo terminábamos de cenar. Cuando terminaron, el chico se fue y Vanesa nos explicó. Resulta que es un compañero suyo de trabajo. Un día le comentó que íbamos a hacer el Camino Portugués y este chico es de Vigo y había hecho este camino varias veces. Así que nos buscó un montón de información, cómo hacer las etapas, donde alojarnos, el tío se lo curró. Y cuando ya lo teníamos todo contratado Vanesa le dijo cómo haríamos las etapas y dónde nos quedaríamos cada noche. Él se acordaba que esa noche nos quedábamos en Redondela en el albergue Avoa Regina y dice que a las 8 de la tarde ya había ido a preguntar por nosotras pero no estábamos, así que se fue a visitar a una tía que tiene ahí y volvió más tarde. Fue muy curioso, yo soy de esas personas a la que le encantan las casualidades. Y lo mejor de todo fue cuando Vanesa dice:
Ui, lo que no sé es como se llama. Yo juraría que Luis…
Ja, ja, ja, lo que nos pudimos reír después de toda la historia. Al final llegó a la conclusión que cree que es David.
Cuando terminamos de cenar y del cachondeo, nos fuimos a dormir. Serían sobre las 23.00h.
Miércoles 14 de julio de 2021:
Al levantarme apoyé el pie al suelo y casi me echo a llorar. Que dolor la ampolla… Pensé: “¿Cómo coño tengo que hacer hoy 20 km, si no puedo ni apoyar el pie?” En fin, nos arreglamos, desayunamos, cuando bajé al comedor común Laura ya nos había hecho los bocatas de comer.
* Foto del comedor común del albergue Avoa Regina.
Este día íbamos a ser “sus niñas”. Porque tanto Vanesa como yo, al salir del albergue estuvimos quejándonos como mínimo media hora. Yo apoyaba el pie fatal, pero bueno, iba haciendo y la planta se calentó y ya no notaba tanto dolor. Vanesa se quejaba un montón de dolor en los empeines y todo el rato estaba parando a recolocarse las zapatillas hasta que pilló el punto en que no le hacían tanto daño. Vaya 2… y mira que Laura el sábado y el domingo antes de venir estuvo haciendo la transespadà que son 60 km, pero estaba como una rosa, en cambio Vanesa y yo dábamos penita y aun era el segundo día. Por lo menos este tramo de camino fue muy gratificante. Mucho montecito río y “playa”. Nos pareció muy bonito a la vez que lo disfrutamos.
Cuando vimos este paisaje, que fue el primero bonito que vimos, ya nos motivamos un montón, nos cambió el ritmo, la cara, el humor y dejamos de quejarnos. Un poco más adelante nos encontramos con esto:
Nos enamoramos de este lugar y estuvimos un buen rato contemplando y haciéndonos fotos. Pero aquí no termina esto. Subimos el puente, cruzamos la carretera y desde el otro lado vimos esto:
Nos quedamos las 3 mirando lanzando un suspiro y de repente Laura cambia su papel de madre a niña y nos dice:
¿Puedo ir a bañarme? - Manteniendo la boca abierta, como si hubiéramos hecho el descubrimiento del siglo.
Ni hubiera hecho falta ni que preguntara, nos fuimos para allá y rápido. Yo como llevaba los pies “apedazados”, curados por Vanesa con betadine y con compeed, pensé que era una trabajada quitarlo todo para mojarme y luego volver a hacer toda la faena. Así que me limité a recoger sol, a hacer fotos y a contemplar ese maravilloso lugar, porque la verdad es que era espectacular. Era una playa artificial que se llama Praya Fluvial da Xunqueira. Un hombre que estaba con sus niños allí, nos dijo que era una pena que estaba la marea baja, que cuando estaba alta aún era más bonito.
Laura se mojó entera sin pensarlo ni un segundo, se puso el bikini y al agua patos. Vanesa se lo pensó un poco más y al final se mojó solamente los pies.
Estuvimos allí una hora. Volvimos a emprender la caminata. Laura y Vanesa, sobre todo Vanesa, decía que tenía la sensación de haber adquirido unas piernas y unos pies nuevos, que esa agua era milagrosa. Enseguida nos adentramos en el monte.
* Estas piedras se llaman “mojones” e indican los kilómetros que quedan hasta Santiago.
Paramos a comer a una fuentecita que había, que teníamos algo de sitio para sentarnos y agua para remojarnos.
*Estirando y haciendo el payaso después de comer antes de seguir caminando.
Cuando nos faltaba muy poquito para llegar a Pontevedra, nuestro destino de ese día, a mí se me empezó a apagar la vida. Veía que había bajado el ritmo una barbaridad, que me costaba seguir a Laura y Vanesa y decidí que era el momento de pedirles una pistola para que acabaran con mi sufrimiento. Ellas se reían mucho, pero yo me estaba muriendo y Laura al ver que iba en serio, que ni hablaba y eso ya es raro, cuando vió un río nos “obligó” a parar. Yo me senté, me quité las zapatillas, los calcetines y el apósito y puse los pies a remojo en el río. El agua estaba congelada, pero yo no sentía ya mis pies. Me quedé un buen rato allí en trance.
*Moridero. Ja, ja ,ja.
La parada esta, me vino como agua de mayo. Retomamos la marcha, que nos quedaban unos 3 kilómetros, la ampolla se me reventó en el río y ya no me hacía ni daño por lo de que no me notaba los pies. No sé ni cómo, pero llegamos a Pontevedra.
Esta noche la íbamos a pasar en el albergue Dpaso Urban Hostel. Nos costó 18€ por persona.
Habían unas tías jóvenes, que iban rezando el rosario por el camino y parando a las capillas a rezar y nos tocaron en el albergue ese día. Manuel, el dueño del albergue, muy simpático y atento, que ya había contactado con Vanesa antes de llegar para tener en cuenta cuándo llegábamos, tuvo la consideración de ponernos un baño para nosotras solas. Porque las chiquillas estas eran una docena y cuando llegamos iban todas en bolas con el reggaeton a tope y respeto 0. Mascarillas dejadas por la cocina, la compra sin arreglar y por ahí todo tirado.
Antes de entrar a la ducha, tocaba inspección de pies. Ampolla reventada, pero… ¡Sorpresa! Tenía otra ampolla que me salió en la parte derecha del talón, de apoyar mal para que no me hiciera tanto daño la de la planta. Nos duchamos y fuimos a hacer la compra mientras se lavaba la ropa, que esta vez sí que estaba desocupada la lavadora y nos costaba 4€. Merendamos en el albergue, tendimos la ropa y fuimos a visitar Pontevedra. ¡Nos encantó!
*Este día con la cerveza nos sacaron una bolsa de papas y una rebanada de pan con paté de mejillón.
*Vanesa y yo comprando lotería. Llegamos con 5 décimos a casa (Aquí iría el emoji que se pone la mano en la cara)
*Ayuntamiento de Pontevedra
*Estas flores son típicas de ahí, estaban por todos lados, me encantan.
Sobre las 10h nos fuimos al albergue a cenar. Las niñas de los cojones no nos dejaban ni tranquilidad para cenar. Menos mal que terminaron antes que nosotras y se fueron a dormir. Nosotras igual, al terminar de cenar, sobre las 23h a dormir.
Jueves, 15 de julio de 2021:
Las niñas ya se habían levantado. Yo me levanté, fui al wc e iba coja. Las nenas me miraban y debían pensar: “¿Dónde va ésta, si no puede ni caminar?” Eso mismo pensaba yo: “Si ayer me fue justo para hacer 20 km, ¿cómo voy a hacer hoy aún más si estoy peor?”. Pero no había más remedio que intentarlo. Fui a desayunar a la zona común pero las nenas habían ocupado todas las mesas. Así que esperamos a que se fueran y salimos a desayunar las 3 juntas. Estas tías lo habían dejado todo como si fuera una pocilga. Habían roto hasta una percha que tenían en la zona donde dormían, un desastre.
Sobre las 9.30h salimos del albergue, yo estaba agonizando ya antes de salir. Había una cuesta para salir y a lo más arriba un bar y yo me quedé allí ya. Ja, ja, ja. Hicimos allí un cafelito.
Había un chico allí también desayunando que cuando nos vio levantarnos a Vanesa y a mí, que íbamos las 2 cojas debió pensar: “¿Estas dónde van?”.
Intentando salir de Pontevedra, nos perdimos, y estuvimos una hora de reloj pegando vueltas para salir, ya era lo que nos faltaba. Pero bueno, antes de salir nos encontramos esto:
Era espectacular y estuvimos un buen rato ahí haciendo fotos.
Antes de salir del todo, aún nos volvimos a perder y cuando nos indicaron por dónde era, se trataba de una calle muy estrecha y estaba cortada por obras. Se podía acceder a pie pero justo en ese momento estaba entrando un camión de culo para acceder a las obras. Al ser tan estrecha la calle, íbamos a dos por hora delante de él las 3 en fila y Laura se pone a tararear la canción de Paquito el Chocolatero. Sin pensarlo las 3 le seguimos: “Eh, eh, eh”. Hasta el camionero se puso a hacer el baile, ja, ja, ja, fue muy gracioso.
Una vez fuera de Pontevedra nuestra motivación extra fue ver que estábamos a mitad camino.
Luego paramos a comer unas galletitas, a beber y a refrescarnos.
Hay días tontos y tontos todos los días. En general allí la gente es súper simpática, pero algún imbécil siempre se escapa. Todos nos decían “Buen Camino” cuando pasaban por nuestro lado, pero en esta ocasión pasó un ciclista y nos dijo:
Menos comer y más andar.
Nos quedamos con una cara de gilipollas, que pa tirarle una piedra en la cabeza. ¡Gilipollas!
Este día me pasó un poco como el anterior, aunque no fue tan grave, pero sí que bajaba el ritmo y no las podía seguir. Entonces Vanesa me dejó la garrota y la verdad es que me fue muy bien porque era como que me impulsaba. Además, viendo que la parada del día anterior me había ido de perlas, decidí ir parando más veces para no reventarme tanto.
Nos habían dicho que habían unas cascadas a 5 km de Caldas de Reis, que era nuestro destino de este día, pero cuando nos dimos cuenta estábamos a 3 km del pueblo. Eso quería decir que nos las habíamos saltado. No vimos la indicación y no llegamos a verlas. Que rabia nos dió.
Al llegar a Caldas, nos habían dicho que habían unas aguas calientes. Nos encontramos un señor que en seguida nos lo dijo. Había 2 fuentes, una con agua congelada y otra con agua que casi hervía. Nos indicó también un lavadero, que eran las aguas calientes que nos habían dicho. Era un lavadero, que por lo visto había que poner los pies, en un lado el agua estaba a 45º y en el otro a 35º. Yo no los metí porque no me hacía ninguna falta el agua caliente a esas alturas. A Laura le dio pena de lo caliente que estaba. Vanesa si que estuvo buen rato con los pies a remojo en la zona de 35º.
*Al fondo las nenas impertinentes, que parecía que nos seguían.
Nos íbamos a alojar en la pensión as Burgas. Llegamos allí, llamamos al timbre y no nos atendió nadie. Ponía en un cartel que teníamos que entrar en la tienda de al lado, pero aun no eran las 17h y la tienda abría a esa hora y aún no había nadie. Total que ponía ahí 2 teléfonos y Laura llamó a uno de ellos, antes de obtener respuesta apareció una mujer. Llevaba una “libretica” en la mano y cuando le dijimos el nombre de la reserva se puso a temblar literalmente. En un gallego puro nos dijo:
Ha habido un error. La habitación que os he guardado es de 2 y no de 3.
Momento de tensión y nos cuenta una milonga que si había tenido que cerrar no sé qué habitación porque alguien le había pedido un baño privado… Vamos, que llevaban un atasco que no se aclaraban. Nos hace subir a la habitación para verla, por si podíamos dormir allí las 3 y nos hacía un descuento. Pero eran 2 camas de 1.10m y le dijimos que no, que no íbamos a descansar ninguna de las 3 si nos teníamos que embutir allí en 2 camas. Total que nos hizo sentar allí y nos dijo que en 10 minutos llegaría una compañera suya y nos buscaría otro alojamiento por el mismo precio. Pues allí que estuvimos, más de 20 minutos esperando, con cara de agonías porque lo único que queríamos era descalzarnos y tirarnos en la cama. Mientras tanto, nos pusimos a mirar un plan b, por si no nos molaba lo que esta mujer nos buscaba. Vimos un albergue, más barato y todo de lo que nos iba a costar la pensión y estuvimos a punto de reservar porque nos motivó un montón que tuviera piscina, pero acudió la “tipeta” y no nos dió opción, nos dijo que nos llevaba al lugar donde nos había conseguido y nos fuimos tras ella. A Laura le hizo cancelar la reserva para que no les cobrara Booking comisión. Nos dijo que estaba al lado, pero una mierda, a mi se me hizo largo. Después de veintipico kilómetros todo parece lejos. Nos comentó por el camino que había unas cascadas a media hora a pie que podíamos ir a verlas que estaban cerca. Otra, todo es cerca, pero a mi tan cerca media hora no me parecía ya, que estaba muy reventada. En fin, llegamos al lugar donde nos íbamos a alojar esa noche y era un hotel de una estrella, Hotel Lotus. Entramos en la recepción que era en el bar para hacer el chek in y pagar. 16.67€ cada una, lo mismo que nos hubiera costado la pensión. Sería 50€ las 3, que luego miramos en Booking y alojarnos allí por nuestra cuenta nos hubiera costado 90€, por lo que parecía que salíamos ganando. La chica que nos estaba atendiendo, nos estaba instruyendo y por último dice:
Para acceder a la piscina, es por aquí a la izquierda.
Yo no podía creer lo que había escuchado, con el mono de piscina que teníamos, después de haber leído lo del albergue.
Llegamos a la habitación, con 3 camas individuales y baño privado. Yo tenía un “problemilla”. Tengo alergia al sol y me dio en los gemelos. Los tenía todos a granitos que daba pena verlo. El día anterior ya me compré crema para curarme y este día había ido con pantalón largo por eso. La cosa es que no tenía más pantalones largos y los que llevaba no eran precisamente para caminar, por lo que ni eran de secado rápido ni nada de eso. Al ser hotel, no había lavandería, ni tendedero ni na, así que a lavar en el lavabo y a tender en la ducha, pero ya nos temíamos que no se nos iba a secar la ropa.
Teníamos un dilema, ¿piscina o cascadas?. ¡¡¡Yo no quería caminar más!!! Por lo que voté por la piscina. A Vanesa le dolía no ver las cascadas, a mí en realidad también, pero sé que allí no me hubiera mojado más que los pies y en la piscina, por muy fría que estuviera estaba dispuesta a bañarme, ya era casi necesidad. La mediadora Laura, dio en la clave, primero ir a la piscina y luego ir a las cascadas a cenar así las veíamos. Nos pareció un plan genial. Así que después de un momento de relax debatiendo tiradas en la cama, nos pusimos el bikini y nos fuimos a la piscina.
Que maravilla por Dios. El agua estaba buenísima, ahí comprendí que no me faltaba ninguna extremidad, me notaba hasta los dedos de los pies. Estuvimos bastante rato nadando, tomando el sol y haciendo el mono. Sobre las 19h nos fuimos a la habitación a ducharnos para ir a comprar antes de que nos cerraran.
*Para ir a lo que era el hotel, había que cruzar la calle. La gente nos miraba mal.
Después de comprar, que el súper lo teníamos justo delante, preparamos la comida y nos fuimos en busca de las cascadas. Pasamos por una tienda y en el escaparate tenía bastones para caminar, así que entré y me compré uno. Le pregunté si tenía mallas y me mandó a la tienda de deportes de enfrente. Allí me compré unas mallas piratas. De lujo, porque así ya no me tenía que preocupar si se me secaban o no las mallas. Me fui toda pagada a buscar las cascadas.
Pero llevábamos 20 minutos caminando y empezaron los pensamientos negativos. Se nos iba a hacer de noche cenando y tendríamos que hacer todo el camino de vuelta totalmente de noche. Así que con todo el dolor de nuestro corazón, porque yo creo que a las 3 nos apetecía, pero paramos a cenar en un muro que había al lado del río.
Les preguntamos a una familia que paseaba por ahí si habían merenderos cerca y nos dijeron que no, así que esta fue la mejor opción para cenar. Luego nos fuimos al pueblo bordeando el río y la verdad es que nos encontramos con un paisaje espectacular, a la vez que un parque con merenderos. Estaba a 15 minutos, pero si lo llegamos a saber, hubiéramos cenado en el parque, porque valía la pena de verdad. Así que aprovechamos para hacer fotos.
Cuando nos íbamos camino del hotel, encontramos un auto indefinido y también nos paramos a buscar palabras y hacernos fotos.
*Me encantan las caras que hacemos en esta foto.
*Al final entre buscar las cascadas, buscar el hotel y todas las cosas que nos pasaron, se nos fueron los kilómetros de las manos…
Esta noche Vanesa y yo dormimos en la cama de matrimonio. A mitad noche me rozó y se puso a gritar: “Vale, vale vale, vale, ya se cual es la situación, no es una serpiente”. Ja, ja, ja, al día siguiente se lo conté y no se acordaba de nada, me hablaría en sueños, pero fue muy gracioso.
Viernes, 16 de julio de 2021:
Lo de todos los días, vestirnos, prepararnos, desayunar, en la misma habitación, hacer los bocatas… y a la hora de recoger la ropa, efectivamente estaba mojada, suerte que me compré las mallas. Vanesa se tendió la ropa en la mochila antes de salir. Yo pensé que con un poco de suerte por la noche habría secadora, así que me lo metí todo mojado en una bolsa de plástico y arreando.
*Vanesa curándome los pies.
Las ampollas ahí estaban, pero con apósitos no me las notaba ya, así que el día no se planteaba mal del todo, además era el que menos kilómetros íbamos a hacer.
*Vanesa con la ropa tendida.
*Ahí dentro estaban rezando las niñas del demonio.
Hacía un calor terrible. Paramos a comer debajo de un porche que había en un puente. Me pareció buena idea tender entonces la ropa.
*Se me secó todo menos las mallas.
*Comiendo y dejando huella.
Después de comer, Laura tomó un bañito.
*Estos bancos estaban por el camino.
Antes de llegar a Padrón, nuestro destino, Laura se cagó en todo lo cagable, porque acababa de recibir un cargo de 50€ por la pensión As Burgas. Lo que nos produjo un dolor de cabeza. Tuvo que llamar a Maica, que cuento que sería la dueña y va y le dice que ya sabía que se lo iban cobrar porque dio la orden el día antes al mediodía. Estábamos flipando, ¿que le costaría haberlo dicho?. Pues encima Laura tuvo que coger su móvil, mandarle un Whatsapp para que le hiciera un Bizum y lo más fuerte es que encima de que era culpa de ellas y encima de insistir, que la tuvo que llamar y todo otra vez para que le pagara, se lo hizo a la mañana siguiente, que me parece una vergüenza. NO LA RECOMIENDO, RECORDAD, A LA PENSIÓN AS BURGAS DE CALDAS DE REIS, ¡¡¡NO IR!!! Llevan un atasco que no es normal. Un error tras otro, ni me parece serio, ni se puede tolerar. Yo en mi trabajo cuando tengo un problema con un cliente y más por un error mío, te digo que en menos de 5 minutos lo tengo solucionado.
Al llegar a Padrón buscamos el albergue, pensión Flavia, nuestro hogar de esa noche. Que rancias eran todas las tías que nos atendieron en ese sitio. 17.30€ nos costó la habitación. Era una habitación de 2 camas, una individual y otra de matrimonio, con baño privado.
Al descalzarme, tenía otra ampolla en planta del pie izquierdo y un corte en un dedo, porque una uña se me clavaba en el dedo. En principio me la corté y creí que el problema estaba solucionado. Pero llevaba las uñas pintadas y cuando llegué a casa y me las despinté descubrí que la tenía levantada y un poco morada, de ahí que se clavara en el dedo de al lado, pero bueno, por suerte no fue a peor. Lo bueno de todo es que no me dolían, ni las ampollas ni el corte.
Nos duchamos, yo me duché la primera y mientras se duchaba Laura, Vanesa me dijo que juraría que había visto fotos con comedor y cocina común. Nos asomamos por la ventana y veíamos una mesa y unas taquillas en el bloque de al lado, que eran las de las fotos. Entonces cuando estábamos todas preparadas fuimos a investigar. Efectivamente en el piso de abajo, estaba la puerta abierta, había varias habitaciones con literas y había como 2 comedores, cocina, lavadora, secadora… “Las simpáticas” del lugar nos lo hubieran podido decir, pero de verdad que si habían 3, no sé cual era más antipática de todas. Lo primero que hicimos al ver que había lavadora fue ir a por la ropa y ponerla a lavar y mientras nos fuimos a comprar. A mi me tocó pasar por la farmacia a por Compeed, porque ya casi los había agotado y no me quedaban suficientes para el día siguiente ya que cada día tenía más pupas.
Cuando tuvimos toda la compra hecha fuimos a dejarla a la pensión y esta vez pusimos la secadora mientras merendamos. La cosa es que nos pusimos a tocar botones y al final estuvo más de la cuenta, perdimos allí un montón de tiempo y cuando nos hartamos dejamos la ropa allí para que terminara y nos fuimos a tomar unas cervezas. Luego dimos una vuelta por el pueblo y nos fuimos a cenar.
¿A que no sabéis quiénes estaban alojadas en ese piso? Cierto, las malignas.
Suerte que ya era tarde cuando llegamos a cenar y ni las vimos, porque tela… Cenamos y a dormir.
Sábado, 17 de julio de 2021:
Último día de camino. Yo estaba dispuesta a cogerlo con ganas, pero con paciencia, que ya era el último día, eran 25 km y no hacía falta reventarse en balde ya.
*”Apedazando” los pies. Las ampollas con Compeed y el corte con tirita.
Bajamos a desayunar y aquello parecía una pocilga. Las niñatas ya se habían ido pero habían dejado el suelo lleno de plásticos y papeles, vasos y cucharas sucias por la encimera… Daba asco. Al ir a hacerme el bocata, me llevo la sorpresa de que las HIJAS DE LA GRANDISIMA PUTA, porque no se les puede llamar de otra manera, me habían jodido el fuet que me había comprado para hacerme el bocadillo. Que rabia me dio. Había más gente en el albergue, pero visto lo visto durante toda la semana, yo no tengo duda de que fueron ellas. Pues suerte que Vanesa y Laura habían comprado atún y cómo va en 3 latas les sobraba una, sino, me quedo sin comer.
Este día hizo muchísimo calor, daban temperaturas de hasta 36º, fue de locura.
*Descansando y haciendo el tonto.
*Paramos a estirar después de comer. (Cada una estira como quiere)
*En este bar entramos a morir. Vanesa y Laura se marearon al entrar, por el contraste de temperatura. Laura se fue a refrescar al baño y solamente salía agua caliente. Yo cogí un cubito con la mano y del calor corporal que llevaba, se derretía rapidísimo. De hecho, antes de irnos, Vanesa y Laura cogieron un cubito para ir refrescándose.
*Descansando en la sombra, después de subir una cuesta empinada con toda la solana.
Ahora os voy a contar una historia a la que debéis prestar mucha atención. Todo peregrino que haga el camino portugués, deberá parar en el bar “O Camiño” de Milladoiro. Es como una gasolinera para un coche, cuando se acaba el combustible, hay que repostar. Acabábamos de cruzar el pueblo, cuesta arriba, sin sombra y por asfalto. Vimos el bar y casi nos arrastramos hasta él. El agua que llevábamos era caldo, así que necesitábamos agua fresca o bebida fresca en general. Nada más entrar, me veo a 2 tíos vestidos de peregrinos y pensé: “¿Cómo se puede hacer el camino, con este calor y vestido con esa batamanta? Van a morir”. Pero en seguida vi que se estaban haciendo fotos y que la ropa no era de ellos. Yo estaba súper desorientada. Había jaleo en la puerta, los chicos esos haciéndose fotos y escucho que Laura pide un chupito de orujo. Yo entraba la última y no me enteraba de nada. Me pedí un aquarius y veo que el camarero sirve 2 chupitos de orujo. Vanesa y Laura se los beben sin respirar. Estaba flipando. Bueno, nos sentamos a una mesa y nos ponemos a hablar con los de las fotos, que eran 2 ciclistas, de Cuenca, que los habíamos adelantado porque a uno de ellos se le había partido la cadena de la bici. Nos alegramos un montón de que fueran ellos, porque durante el camino habíamos estado hablando de ellos, de la putada de a tan poquito de Santiago partan la cadena. Pero nos dijeron que lo habían podido solucionar y habían parado allí a comer. Yo veía a Vanesa y Laura super activas y animadas y decían de pedir otro orujo. Ala pues otro orujo, esta vez me apunté porque vi que valía la pena. Y llegó el tercero, esta vez tostado. Aquello parecía un gallinero. Si que nos sentaron bien los chupitos si.
*Y nos tocó ponernos la batamanta a nosotras también.
A 8 kilómetros de Santiago que estábamos y salimos de allí con una vitalidad y una alegría que era de ver. Nos íbamos dispuestas a buscar el Monte do Gozo: https://xacopedia.com/Monte_do_Gozo
Al poco tiempo nos adelantan los ciclistas gritando:
¡Viva Castellón!
¡Vivan los chupitos!
Poco después nos encontramos una mujer sentada en una sombra y tras cruzar varias palabras nos dice:
¿Cómo puede ser, que yo esté aquí tirada desde hace media hora y no me puedo levantar y vosotras llevéis esa vitalidad y esas sonrisas?
No se cual fue nuestra respuesta, pero a esta mujer lo que le hacía falta eran unos chupitos de orujo. Cuando estábamos a 4-5 km de Santiago, veíamos el Monte do Gozo a lo lejos, pero me parecía imposible tenerlo que subir si ya estábamos entrando a Santiago. Y sí, qué alegría, no pisamos el monte do gozo. Así que por fin, antes de las 19h, ¡¡¡llegamos a la Catedral de Santiago!!!
Lo primero que hicimos fue tumbarnos en el suelo. Que bien, que alegría, que placer, que satisfacción y que todo. Hicimos unas cuantas fotos después del descansito y cuando nos íbamos a por la compostela, miramos el horario y cerraban a las 18h. Así que nos fuimos a buscar el apartamento Pitelos. Nos costó 46€ por persona las 2 noches.
*Los pies de Vanesa al final del peregrinaje. *Yo KO.
Hace 36 años, mis padres fueron a Santiago y siempre me cuentan que fueron a un restaurante a deshora, a las 12 de la noche y les trataron muy bien, les dieron de comer y de beber muy bien y barato. Tanto ellos como sus amigos que fueron con ellos, me dijeron que si pasaba por la puerta del restaurante Botafumeiro que me hiciera una foto y que se la mandara. Comentando la historia con mis compañeras, decidimos reservar a mitad semana e ir a cenar allí. Así que esta noche teníamos plan. Nos pusimos “guapas” (no de peregrinas) y nos fuimos a cenar. Una imagen vale más que mil palabras:
28.60€ a cada una nos costó. Encantadísimas salimos de allí. Preguntamos cuánto tiempo llevaban abiertos y nos dijeron que ese dueño llevaba 10 años, pero que el anterior abrió en el 80 y algo, por lo que verídico que era el mismo restaurante que fueron mis padres y viendo las fotos sí que lo reconocieron.
Salimos de allí a parte de encantadas de la vida, muy animadas, porque las 2 botellas de albariño que nos sacaron entraban muy buenas.. Dimos una vuelta por la catedral.
En la misma plaza, en unos arcos que hay enfrente había una tuna tocando y cantando. Que “festada”, allí estábamos las 3 marías en primera fila dándolo todo. Cuando la tuna ya estaba repitiendo canciones se me iluminó y busqué un karaoke. Y para allá que nos fuimos.
Cantamos y bailamos mucho y hasta ahí puedo leer. Por el Covid tenían que cerrar a las 3 y menos mal, que se iba un carro. Cuando nos “echaron” nos fuimos a dormir.
Domingo, 18 de julio de 2021:
Lo que el camino no había conseguido, lo consiguió el alcohol. Laura estuvo KO todo el día. Pero, ¿qué quieres que te diga?, ¡¡¡Que nos quiten lo “bailao”!!! Hacía tanto que no salía de fiesta que me quedé con una sensación de: “Cuánta falta me hacía esa noche…”
No nos levantamos muy pronto y todo con paciencia, nos vestimos y lo primero que hicimos fue ir a por la compostela.
*¡Qué ilusión!
Luego nos fuimos a desayunar. Que hambre que tenía… Creo que comí por mí y por Laura.
Después nos fuimos a comprar souvenirs hasta las 13h, ya que nos dijeron que hasta esa hora había misa y no se podía entrar en la catedral. Cuando se hizo hora y vimos la cola, dudamos si hacerla o no, pero una vez allí decidimos que sí. La verdad es que fue super rápido y en menos de media hora estábamos dentro de la catedral.
Por el Covid, no se podía abrazar al santo, nos conformamos con verlo de lejos y hacernos esta foto con él.
Cómo al día siguiente el avión salía a las 6 de la mañana, al salir de la catedral nos fuimos a comprar el desayuno y a dejarlo al apartamento. Luego nos fuimos a comer a un japonés. Por la tarde hicimos un poco de turismo.
Luego fuimos a comer un helado a una heladería artesana, una cervecita y a las 19h a mí ya me daba la sensación de estar despierta por estar, ya no podía más ni aprovechaba para nada, ni tenía ganas de nada. Creo que no era la única que me sentía así, por lo que fuimos a la calle parís dakar a comer una tapa de pulpo a la gallega y otra de calamares y nos fuimos a dormir, que era lo que más nos aprovechaba en ese momento.
Lunes, 19 de julio de 2021:
Nos pusimos la alarma a las 3 de la mañana. Que pereza… A las 4.15, el taxi nos esperaba en la puerta del apartamento. Antes de las 5 estábamos en el aeropuerto. Pasamos el control, esperamos un rato y para el avión. Salió super puntual, a las 6:05 tal y como indicaba en el billete. Nos costó 51,39€ a cada una y era Ryanair, que para subir la maleta de mano has de pagar 10€, pero bueno en el precio que he puesto ya está incluido, que no está mal. Los bastones los tuvimos que dejar en el apartamento para no facturarlos y la crema solar también por no cumplir los mililitros para subir al avión.
A las 7.30h llegamos a Valencia. Fuimos a recoger a las nenas de Laura, mientras Vanesa y yo desayunamos un bocata en una cafetería. Llegamos a Villarreal que serían las 9.30h. Nos despedimos de Laura y de las nenas y Vanesa y yo nos fuimos a dormir a la playa en Benicassim.
Una hora dormimos seguro. Chapuzón, tentempié y para casa.
Aquí termina este viaje que para mí es el más satisfactorio que he hecho hasta ahora. Era un reto para mí hacer 120km en 5 días y cuando ves que por las buenas o por las malas lo vas consiguiendo es… No se puede explicar, se tiene que vivir.
Tengo pocas recomendaciones que dar que no haya dicho ya. De todo lo que me llevé lo único que no usé fueron las aspirinas, por suerte. Pero creo que es mejor llevar lo justo y lo que te haga falta ir comprando, que llevar peso tonto en la espalda que no te hace falta.
Este viaje está valorado en unos 450€. Espero que os haya gustado y que os animéis a vivir la experiencia, os prometo que vale la pena. Espero que hasta pronto.