Cuando creía que no podría ir al camino de Santiago por el tema de la operación del lagrimal, estuve mirando de coger vacaciones en septiembre y miraba dos destinos. Uno era el Algarve portugués y otro las Islas Eolias. Entre el covid, que aún no estaba vacunada y la incertidumbre de la operación, me decidí por no reservar todavía porque esto lo estaba mirando a principios de julio y aún quedaban dos meses. Finalmente, como sí que pude ir al camino se me quitó un poco la idea de la cabeza.
Cuando Vanesa entró a trabajar el 1 de agosto después de todo el mes de julio de vacaciones me comentó que quería hacer una escapada en septiembre. Entonces se me reactivó la idea del viaje y le dije que si quería compañía que me iba con ella. Me dijo que había pensado en ir a Aínsa, ya que sus padres habían estado y le habían dicho que era muy bonito. A mi me pareció buen destino, porque mi amigo Hector había estado un tiempo allí trabajando y había hecho mucho turismo y las fotos que vi eran muy impresionantes. Así que decidimos que en septiembre nos íbamos a Aínsa.
Los días que elegimos para ir fueron del 24 al 26 de septiembre.
Jueves, 23 de septiembre de 2021:
Vanesa trabajaba por la mañana y venía aquí a Vilafranca cuando salía. Llegó casi a las 17h, así que cargamos todo en mi coche y nos fuimos para Aínsa. Hicimos el viaje de tirón. En unas 4 horas llegamos al Hotel Sánchez. Vanesa ya hacía un par de semanas que lo había reservado. En principio habíamos cogido habitación con terraza, pero luego la íbamos a cambiar por una sin terraza por la gran diferencia de precio, porque decidimos que total para dormir nos daba igual terraza que no, pero se le olvidó cambiarla. El hotel tiene parking, pero a las horas que llegábamos todos los días, siempre estaba lleno. Así que aparcamos en un parking público que había enfrente, había muchos coches pero algún hueco siempre nos quedaba. La recepcionista del hotel, nos preguntó más o menos si llevábamos una idea de a donde ir. Le dijimos los sitios donde queríamos ir, nos los señaló en un mapa y nos dió opciones de qué podíamos hacer cada día. La verdad que nos lo explicó todo muy bien. Pero teníamos un dilema, porque nos dijo que no llegaríamos a todos los sitios que queríamos ir en tan pocos días.
Total, subimos a la habitación y nos dijo que solo le quedaban camas de matrimonio, pero eran 2 camas juntas, en fin, para nosotras mejor, no sé a qué le llaman cama de matrimonio, la verdad. Cuando vimos la terraza…
Nos enamoramos de ella, menos mal que a Vanesa se le olvidó cambiarlo, porque no hubiéramos podido vivir sin ella. Ja, ja, ja.
Bajamos a cenar al bar del hotel y luego nos fuimos a una zona común que tenía el hotel a estudiar cómo repartíamos los días con los mapas y consejos que nos había dado la recepcionista.
El sábado y el domingo lo teníamos claro, pero el viernes, que era el día siguiente, no sabíamos cómo hacerlo. Teníamos que elegir entre el valle de Pineta e Ibón de Plan. Venga a mirar fotos de los dos sitios y a Vanesa le gustaba más Pineta y a mí más Plan. Total que para salir de dudas le pregunté a mi amigo Héctor y nos lo resolvió en un minuto. Pineta. Así que una vez lo tuvimos claro, nos fuimos a dormir.
Viernes, 24 de septiembre de 2021:
Nos levantamos a las 7 de la mañana, preparamos todo, desayunamos en el bar del hotel, cogimos un par de bocatas y un par de botellas grandes de agua y nos fuimos a la garganta de Escuaín. Nos desplazamos unos 40 minutos en coche hasta el parking de los miradores de Revilla. La ruta era de 45 min de ida y el mismo recorrido de vuelta. Había 3 miradores y en cada uno se veía una parte de la garganta.
Fuimos las primeras en llegar, lo teníamos todo para nosotras solitas. Si que nos encontramos un señor francés que nos adelantó porque tuve que volver a por las gafas de sol que me había dejado en el primer mirador y en el segundo estaba él, pero todo lo demás para nosotras solitas. Volviendo ya nos encontramos a más gente que venía.
Cuando llegamos al coche, eran poco más de las 11h y pensamos que si lo hacíamos todo tan rápido, llegaríamos a todo, así que nos fuimos súper motivadas y contentas para el valle de Pineta que estaba a poco más de una hora. Por el camino vimos un pueblo muy bonito que tenía un río y paramos porque nos llamó la atención, tiene un parking antes de entrar al pueblo. Casualidad que cuando vimos que pueblo era, era Bielsa y lo teníamos apuntado para ir a verlo, así que lo hicimos venir de lujo. Dimos una vueltita por el pueblo y de paso paramos a hacer un café porque considerábamos que íbamos muy bien de tiempo para llegar a todo, así que con calma y sin agobios.
Continuamos hacía el valle de pineta. Las vistas por el camino ya eran brutales:
El parking de Pineta costaba 4€. Aparcamos y vemos esto:
El paisaje era espectacular. La recepcionista del hotel ya nos explicó que era un valle en forma de V y que de abajo se veían todas las cascadas, que ella iba todos los años porque le encantaba. La verdad es que en las fotos que vimos por internet, no es ni la mitad de bonito que visto allí en persona y nos pasó lo mismo con las fotos que hicimos nosotras, que cuando las miras no recogen el encanto que realmente tiene el valle.
Un hombre que estaba en el punto de información, nos dijo cómo hacer la ruta. Eran 1.30h de subida hasta la cascada de La Larri cuesta arriba, por escaleras naturales. Luego recto hasta la cascada del Cinca 1 hora y luego otra hora y media de bajada hasta el parking.
Emprendimos la ruta:
En seguida encontramos la parte de abajo de la cascada de La Larri:
La subida era todo el rato por el lado de la cascada, era chulísimo, no me arrepentí para nada de haber hecho caso a Héctor, porque aquí vimos que tenía toda la razón, valía la pena elegir el valle de Pineta.
Cuando llegamos arriba del todo, comimos allí los bocadillos que llevábamos.
Después de comer nos fuimos a las cascadas del Cinca, pero nos liamos de camino. Se supone que habíamos de subir más para encontrar el sendero que cruzaba el monte, pero nosotras nos fuimos y subimos por donde había que bajar. Llegamos igual, solo que nos cansamos más. Estas cascadas fueron espectaculares, para estar allí toda la tarde de relax mirando y escuchando el sonido del agua, realmente bonito.
Después de la hora y media de bajada, que serían las 17h, cogimos el coche y nos fuimos a Ibon de Plan, definitivamente nos daba tiempo a todo.
Nos dirigimos hacía Saravillo a unos 40 minutos en coche y de allí se coge una pista hasta el refugio de Lavasar. Cuesta 3€ utilizar la pista y se tarda en llegar poco menos de una hora. Del refugio a Ibon de Plan o Basa de la Mora hay más o menos una hora más caminando, pero vale totalmente la pena, mirad que maravilla:
Se nos hicieron las 7 viendo este lago y decidimos marchar ya para que no se nos hiciera de noche por el camino. Antes de irnos para el hotel, nos hacía “comboi” ir a Francia. El pueblo al que fuimos, a unos 40 min de Saravillo, se llamaba Aragnouet. Que miedo pasamos en Francia, ya era de noche, paramos al primer pueblo que vimos. Primero había una pedanía o algo extraño que parecía que hacían allí un aquelarre o algo. Las farolas del pueblo parecían velas ordenadas todas iguales, muy raro, nos cagamos. Cuando llegamos a Aragnouet, nos volvimos a cagar, solo vimos a la típica abuela del pañuelo en la cabeza y un gato gordo feo que nos miraba mal. El pueblo era fantasma, Vanesa no quería ni salir del coche. No vimos a nadie más, nos hicimos un par de fotos con el cartel del pueblo y marchamos a cenar a España.
Para cenar paramos en Parzán, porque ya eran las 21.30h o por ahí. Cenamos en el Hostal la Fuen. Cenamos súper bien, la verdad es que en este viaje de la comida no nos podemos quejar.
Nos dieron hasta un caldo casero de pollo que estaba espectáculo.
Cuando terminamos de cenar nos fuimos para el hotel, que aún nos quedaba una media hora. Al llegar pedimos una cervecita en el bar del hotel y nos la tomamos en la terraza de la habitación.
Cuando terminamos la cerveza, marchamos a dormir.
Sábado, 25 de septiembre de 2021:
A las 7 en pie, preparamos todo y nos fuimos a visitar Aínsa. Nos gustó, tiene mucho encanto.
Desayunamos en la plaza del pueblo y luego volvimos a bajar al hotel a que nos hicieran un par de bocatas, ya que hoy teníamos contratada una vía ferrata, por si no nos daba tiempo a comer de bar. Total, pedimos los bocatas, subimos a la habitación mientras nos los hacían y me mandan un Whatsapp de la vía ferrata, que se suspendía porque la previsión del tiempo era mala.
Por la noche ya había caído una buena tromba de agua y daban agua durante el día también. Así que cambio total de planes. Lo primero que hicimos fue lo que ya teníamos previsto, ir al cañón de Añisclo. A unos 45 min de Aínsa. A mí no me dijo nada, porque iba conduciendo y no vi mucho, pero Vanesa que lo estaba viendo dijo que era precioso. Luego hicimos una caminata de una hora y bien.
Cuando nos fuimos del cañón de Añisclo, nos vinimos muy arriba y nos fuimos al valle de Tena, a tirarnos en tirolina en Hoz de Jaca, a una hora y media. Moló muchísimo, me encantó.
A mí me hacía mucha ilusión ir al valle de Tena y al ver que había tirolina, a Vanesa le hacía ilusión tirarse en tirolina, así que lo hicimos venir bien y cumplimos los deseos de las dos. Como ya no íbamos a hacer la vía ferrata y lo que queríamos ya lo teníamos todo hecho, nos fuimos a comer a Biescas para luego visitarlo. Comimos en casa Juan, super bien. Luego visitamos Biescas:
Una vez terminamos de visitar Biescas, serían sobre las 18h y Vanesa descubrió que había una cascada en Orós Bajo, a 10 minutos. Así que para allá que nos fuimos. La ruta para ver la cascada era de unos 15 min caminando y para haberlo decidido súper rápido y lo poco que nos costó llegar, me sorprendió para bien, me encantó.
Cuando ya llevábamos un buen rato contemplando la cascada, se puso a llover a cántaros y a tronar. Nos hizo hasta ilusión, porque llevábamos el equipo y así lo aprovechamos y como solo eran 15 minutos de ruta pues nos gustó hacer la charlotada de sacar los chubasqueros y los cubre mochila. A las 19h y poco ya estábamos en el coche y nos fuimos a Boltaña, a una hora, y a 10 minutos de Aínsa. En Boltaña tomamos una cerveza en el bar “La Goleta” y fuimos al hotel a ducharnos. Queríamos cenar fuera, pero eran las 22h y no encontramos nada. Así que finalmente cenamos en el hotel. Queríamos salir a tomar algo, pero barajamos los pros y los contras y al final decidimos hacernos una infusión, que invitaba el hotel, en la terraza de la habitación. Cuando miramos el reloj ya era la 1, así que nos fuimos a dormir.
Domingo, 26 de septiembre de 2021:
De nuevo a las 7 en pie. Desayunamos en el hotel y nos fuimos a Congosto de Entremón a unos 20 minutos. Ahí hicimos una ruta de dos horas, ida y vuelta. Nos gustó mucho y llegamos las primeras. La subida era por un desfiladero y las vistas espectaculares.
Luego nos fuimos al castillo de Samitier, a unos 10 minutos. Hicimos otra ruta de dos horas ida y vuelta, llegamos también las primeras. Aquí había que subir hasta el castillo. Que brutalidad de paisaje. Se veía por un lado el Congosto de Entremón y por otro lado otro paisaje brutal también.
Cuando bajamos del castillo, ya nos cruzamos un montón de gente, nos vino bien madrugar porque llegábamos las primeras a todos los sitios. Cuando llegamos al coche, nos fuimos para Mont Rebei, a 1.20h de Samitier. Como íbamos muy bien de hora, paramos a comer en Benabarre, a 30 min de Mont Rebei.
No visitamos el pueblo, pero visto de fuera era super bonito. Esta foto la hicimos desde el coche y como iba conduciendo a penas se ve, pero era chulo. Comimos en el Hostal Delgado.
Estaba todo buenísimo. Cuando terminamos nos fuimos a Mont Rebei, a la parte de Montfalcó, que aún es de Aragón, pero nos ponía que quedaban 13 km por pista y ponía un cartel que solo podían acceder todoterrenos, así que decidimos ir a hacer la ruta en la parte de Lleida. Digamos que era lo mismo, pero el río partía las comunidades. Entonces vimos lo mismo, pero por el otro lado. El parking que aparcamos nos costó 8€, joder, como se nota que son ratas los catalanes, que abuso. Además nos dijeron que cerraban el parking a las 19.45 horas y teníamos el tiempo justo para hacer la ruta de 3 a 4 horas. La ruta duraba 3, pero nosotras hicimos un poquito más para llegar a Montfalcó, que había un puente que podrías cruzar al lado de Aragón. Si hubiéramos ido más pronto, hubiéramos intentado llegar a unas escaleras muy chulas que había colgadas de una roca, pero aún nos quedaban 3 km por una cuesta muy empinada y llevábamos el tiempo justito. Aquí nos agobiamos un montón y el camino de ida fue agobiante y de mala ostia. Había tanta, tanta, tanta gente, que era imposible disfrutar del paisaje. La suerte que tuvimos, de llegar tan tarde, fue que la gente ya volvía, y cuando llegamos al final, nos quedamos solas. Ahí respiramos, contemplamos, hicimos fotos, disfrutamos.... Menos mal que finalmente valió la pena y pudimos terminar con buen sabor de boca. 100% recomendable este sitio, mi consejo sería NO IR EN FIN DE SEMANA, porque era de verdad una locura. Os voy a dejar unas fotitos de final de viaje para que veáis que bonito.
Este es el puente que separa las comunidades.
Cuando llegamos al coche, ya éramos las últimas que quedábamos. Aún no era la hora, pero casi, así que nos fuimos ya para casa. Estábamos a 3.40 horas de Vilafranca.
Por el camino aún vimos atardecer:
Paramos a cenar en Mequinenza, a 2 horas de Vilafranca.
Cuando terminamos de cenar, pasadas las 22h, las tontas de nosotras, no habíamos pensado de poner gasoil al coche. Nos quedaba muy poco y no llegábamos a ningún lado que nos viniera de paso que tuviera gasolinera. Vanesa buscó en google y le dijo, que había una 24 horas en Nonaspe, pero nos teníamos que desviar 20 km. Fueron 20 km angustiosos, de mala ostia, por mi parte y por la parte de Vanesa buscando donde quedarnos a dormir en Nonaspe por si no había gasolinera. 20 min de angustia, pensando en qué hacer, si llegábamos o no… Hablando con Balma por Whatsapp y nos decía que era un “poblucho” y que dudaba que allí hubiera nada. Yo ya me veía que tenía que venir Balma con una garrafa de gasoil para poder llegar a Alcañiz… Momento caos total. Pero llegamos y… ¡¡¡Había una cooperativa!!! Que alegría por Dios. Pusimos gasoil y para el pueblo. Llegamos a Vilafranca sobre la 1.30h. Vanesa se quería ir a Figueroles, pero se nos hizo más tarde de lo normal yendo a poner gasoil y al final se quedó a dormir.
Al día siguiente nos levantamos a las 9h, fuimos a desayunar a Ripo y Vanesa ya se fue.
El viaje nos costó unos 350€. Muy, muy recomendable y si no sois tan brutos, brutas como nosotras, pues vais más días y os lo repartís mejor. Ja, ja, ja.