Voy a empezar la casa por el tejado y haciendo spoiler en el viaje más caro, surreal y caótico que he hecho en mi vida.
Uno de mis destinos favoritos, entre otros muchos tantos, era el Algarve Portugués, que hasta “Alexa” de Amazon dice que es uno de los sitios más bonitos del mundo. Puedo decir que he cumplido un sueño, pero no lo he sabido vivir como tal.
Hace mucho tiempo que Vanesa sabía que el Algarve era uno de mis destinos “TOP”, ella también vio fotos y le encantó así que lo introducimos dentro de nuestras “vacaciones de verano” que para mí lo eran, pero Vanesa tuvo que cogerse días para poder ir. Pensó que a su amiga Katia le iba a gustar el destino y tenía vacaciones sobrantes del año anterior, así que se lo propuso y Katia aceptó venir también al viaje.
En la comunidad Valenciana era fiesta el día 24 de junio, de algún domingo que cae en festivo ya hace algunos años que lo pasan a esta fecha y el día 29 de junio era festivo en Castellón, así que Vanesa solo tenía que coger lunes y martes. Lo ideal hubiera sido irnos del 24 al 29, pero justo el sábado 25, yo tocaba y cantaba en una comunión en Castellfort, así que cogimos el vuelo para el sábado a las 18:20 h de la tarde para que me diera tiempo a todo.
Vanesa propuso ir en coche, pero yo fui a Oporto en coche y me pareció tal paliza, que la “convencí” para ir en avión. ¡A mala hora! Los vuelos nos costaron 254,58€ a cada una, que para ir a las islas me parece razonable el precio, pero para ser península, me pareció una barbaridad y encima con escala en Lisboa. De hecho cuando dijo el precio, yo creía que era entre las tres… Teníamos que quedar para comprar los vuelos y hacer el planing el día que cogí el Covid. No si ya dicen que lo que mal empieza… Al final se encargó Vanesa de casi todo. Ella cogió los vuelos y el alojamiento y yo cogí el coche de alquiler, pero para una cosa que se me manda lo hice mal, puse las horas estándar y un día que quedamos las dos, lo cancelamos y lo hicimos de nuevo bien poniendo las horas que queríamos recogerlo y devolverlo.
Sábado, 25 de junio de 2022:
Quedamos a las 15:30h en Castellón. Cogí yo el coche, las recogí y nos fuimos hacia el aeropuerto de Manises. Contraté el parking de larga estancia del mismo aeropuerto con pago y reserva por adelantado y nos costó 30€. Esta vez lo cogí tres horas antes de salir el vuelo para que no nos pasara como siempre, que tenemos que esperar hasta que se haga hora. Llegamos a las 16:30h, pasamos el control y fuimos a merendar. A las 18:20h salió el vuelo y llegamos a Lisboa a las 20:35h, pero allí era una hora menos, así que eran las 19:35h y el vuelo hasta Faro salía a las 23:05h. Buscamos sitio en una cafetería, compramos un bocadillo y mientras cenábamos creamos el álbum del viaje y contratamos una excursión en barco a Benagil, la cueva más famosa del Algarve.
A las 22:15h asignaron la puerta de embarque y nos fuimos a buscarla. Estábamos todos en la cola para embarcar, pero allí no embarcaba nadie y a las 23h en punto, a cinco minutos de salir el vuelo, nos dicen que se cancela por falta de tripulación. La excusa que nos pusieron fue que la tripulación que nos tenía que llevar a Faro, iba en otro vuelo que también se había retrasado. Estuvimos un buen rato allí preguntando, lo intentaban explicar en todos los idiomas para toda la gente… Nosotras nos juntamos con unas nenas de Navarra y de Valencia y más o menos nos íbamos diciendo de lo que nos íbamos enterando. De solución no nos daban ninguna, hasta que un señor, que por lo visto ya no era el primer vuelo que le cancelaban se puso a gritar:
¡Llevo 15 horas en el aeropuerto con 2 niños pequeños, quiero una solución ya!
Entonces nos hicieron hacer 2 colas, primero pasaban las familias con niños y los premium y luego todos los demás. La solución era irnos en autobús hasta Faro. Casi 280 km, como lo oís. Nos cambiaron los billetes de avión por los de autobús y nos hicieron esperar a la otra punta del aeropuerto para ir con el bus. Se suponía que salía a las 00h y a esa hora más o menos subimos al bus, pero la realidad es que salimos a la 1:30h, porque el revisor llevaba tres folios con los nombres escritos de todos lo que teníamos que ir e iba pasando lista por los tres autobuses que habían.
A las dos horas, como dicta la ley, paramos a descansar 30 minutos. En conclusión, llegaremos a Faro sobre las 5h de la mañana. Hacía mucho frío y nos fuimos en busca de un taxi. Donde nos colocamos primero, los taxis solo dejaban a la gente, no recogían y nos indicaron que teníamos que ir al otro lado. Fuimos y había tres grupos de personas antes que nosotras y los taxis pasaban cada 15 minutos. En esta ocasión tuvimos un golpe de suerte. El primer grupo subió al primer taxi que pasó, pero los otros dos grupos eran de 4 personas y el taxi que paró dijo que solo subía a 3 personas. Cómo corríamos… Habíamos contratado una noche en un hotel en Faro, que llegábamos en principio antes de las 00h. Tuvimos que llamar para avisar del “percal”, pero nos dijeron que la recepción estaba las 24 horas y no era problema. Seis minutos en taxi nos costó llegar del aeropuerto que fue donde nos dejó el bus, hasta la Hospedaría Frangaría que era dónde nos alojamos. 10€ nos cobró el taxista, otro robo a mano armada, a más de un euro el minuto, para flipar. Llegamos al Hotel que serían ya las 6h. 130,50€ + 4,5€ de tasas nos costó la broma de dormir 2 horas y el desayuno. Suma y sigue el robo…
Domingo, 26 de junio de 2022:
A las 9h teníamos el coche de alquiler contratado. Así que decidimos levantarnos a las 8h, para no llegar mucho más tarde. Nos vestimos, desayunamos y la mujer de recepción nos pidió un taxi hasta donde teníamos contratado el coche de alquiler. Era enfrente del aeropuerto. El taxi nos costó 12€ y nos dijo que entrar hasta donde teníamos que coger el coche eran 4,50€ más y le dijimos que no, que si eso ya entrábamos nosotras a pie. Anda que no son careros estos portugueses…
La empresa que contratamos era SurPrice. Te recogía una furgo en un parking que había enfrente del aeropuerto y te llevaban donde tenían los coches. Eran las 9:20h cuando llegamos y hasta casi las 10h no nos recogieron. En esta ocasión sería culpa nuestra por llegar tarde, pero esque en lo que llevábamos de viaje, nos había salido todo al revés. Del aeropuerto al alquiler había 10 minutos, pero llegamos y había dos personas más delante de nosotras alquilando, así que nos tocó esperar. Aquí otro más de los robos. El alquiler del coche nos costó sobre los 250€. Pero… nos tenían que retener 1800€ de fianza. ¿Qué pasó? Pues que la tarjeta solo podía ser la del conductor, que era Vanesa y tenía un límite de 1500€ por lo que no dejaba hacer la operación. Opción B, pagar 98€, que no volvían y retener solo 300€ de fianza. ¡A pagar, a pagar! Luego todo el Algarve es autopista y no es como aquí, allí registras la matrícula y la tarjeta y cada vez que pasas por las cámaras te cobran. Al ser el coche de alquiler, te lo tramitaban ellos, pero por darlo de alta 7,60€ más. 24 horas hacía que habíamos salido de casa y no habíamos hecho más que pagar y pagar y pagar…
A las 12 salíamos de allí. Nos asignaron un Peugeot 308. Como el coche de Vanesa tiene freno de mano automático, luces automáticas y cierre automático, no había día que no nos dejáramos las luces encendidas o íbamos sin luces, el freno de mano sin poner o el coche abierto…
Por fin nos fuimos rumbo a Portimão, que es dónde íbamos a alojarnos el resto de días. Digamos que de Faro al Cabo de San Vicente, que es la punta de Portugal, había 2 horas, y Portimão estaba a mitad, así estábamos “cerca” de todos lados. Nos costó una hora llegar al hotel TURIM Estrela do Vau. Hotelazo total de 4 estrellas que nos costó 244,23€ entre las tres. Para lo que era me pareció que nos salió baratísimo.
Sabíamos que hasta las 15h no podíamos hacer el check-in, pero como nos iba de paso, pasamos a preguntar. Como nos dijeron que no, nos fuimos a comer. Fuimos directas al Jotta 13 en Lagos, que estaba a 30 minutos, a probar la cataplana, ya que vimos que lo recomendaban en un blog. La cataplana es un recipiente para cocinar al vapor típico de la región portuguesa del Algarve y se usa el mismo término para denominar los platos que se cocinan en este recipiente. Normalmente, los alimentos (sobre todo mariscos y pescados, pero también carne de cerdo con cebolla, especias, patatas y verduras), se colocan crudos dentro de la cataplana, y se dejan cocinar al vapor con ella cerrada a fuego lento.
Comimos bien y barato, nos costó 66,95€ entre las tres.
Cuando terminamos, dimos una vuelta por Lagos y nos fuimos ahora sí, a nuestro primer destino marcado. Una de las playas más famosas del Algarve, la Praia do Camilo. Mirad las fotos, era brutal, pero imagino que después de todo lo que nos había pasado, estaríamos medio dormidas o empanadas o no se, pero a ninguna nos pareció para tanto…
Aquí descubrimos que el agua estaba congelada, nada menos que 15 grados menos que en el mediterráneo. No fuimos capaces de bañarnos. Hasta la cintura y salir corriendo. La playa estaba a petar, buscamos un hueco para las tres e intentamos dormir un poco. Estuvimos como hora y media y como diría Raul, “cambiamos de iglesia”. Como veis en las fotos, para bajar a la playa hay 200 escalones, pues para subir hay los mismos. A lo más arriba hay un bar, que cabrones, yo creo que todo el mundo debe parar a hidratarse después del cansancio. Nosotras no fuimos menos, tomamos un batido de frutas. El mío estaba bueno, pero el de Katia y Vanesa dijeron que no les gustó mucho. Mientras lo tomábamos fuimos a investigar y caminando por el acantilado llegamos a otra playa.
Creo que la playa era Ponta da Piedade, pero no lo tengo muy claro. Allí estuvimos más tranquilas, había más sitio para ubicarse. Nos mojamos un poco los pies, nos tiramos en la arena, pero a las 19h empezó a refrescar ya… Nos vestimos y Vanesa y Katia fueron a pedir una cerveza. Poco más y no se la sirven, porque cerraban a las 19h. La tomamos tranquilamente y ya nos fuimos para el hotel.
En el hotel hicimos el check-in, nos duchamos y nos fuimos a cenar.
Le preguntamos al señor Google, donde cenar en Portimão y nos mandó a la pizzería Napoli. Realmente fuimos a cenar a Alvor, que está al lado de Portimão, pero nosotras creíamos que estábamos en Portimão, nos enteramos más tarde que eso era Alvor.
Cenamos súper bien y la chica que nos sirvió era Valenciana, así que nos entendimos a la perfección.
La cena nos costó 51,90€ entre las tres. Cuando terminamos nos fuimos a dormir, que nos hacía mucha falta.
Lunes, 27 de junio de 2022:
Nos levantamos sobre las 8h, fuimos a desayunar a un centro comercial a 6 minutos en coche del hotel, a la cafetería Mundo do Cafe. Nos costó no llegó a 10€ las tres. Luego compramos en el súper de allí el desayuno de los siguientes días, ya que el hotel era aparthotel y teníamos cocina y todo eso. Fuimos a dejar la compra en “casa” y nos fuimos en busca de la Praia dos Três Irmãos, en Alvor, a 5 minutos del hotel. Estuvimos muy a gusto en esta playa, había mucho sitio, poca gente y buena temperatura. Nos mojamos los pies y nos tiramos un ratito en la arena.
Luego vimos que por la parte izquierda había como unas cuevas, así que fuimos a investigar. Encontramos una calita muy cuca, no nos pudimos resistir y nos bañamos hasta la cabeza.
Seguimos investigando y estaba todo lleno de cuevas y rocas con forma de arco. Me encantó todo.
Queríamos comer ahí mismo que había un restaurante con terraza y vistas a todo esto, pero eran las 12:30h y la cocina abría a las 13h, así que decidimos irnos a comer al puerto, ya que por la tarde teníamos una ruta contratada en barco, así ya estábamos al sitio.
Comimos en la marisquería Marisqueira. Hicimos un fallo y fue pedir arroz. Por lo que nos explicaron luego, el arroz allí no absorbe bien el sabor y es más duro. Te lo sirven en caldera y hay mitad de caldo y mitad de cilantro, que barbaridad, allí es cilantro para todo. El arroz allí se quedó casi todo, menos mal que el marisquito que llevaba estaba buenísimo y había en cantidad. De primero comimos algún entrante, no me acuerdo cual, pero que estaba muy bueno todo sí que lo recuerdo. El fallo fue el arroz, pero bueno que aún así no nos quedamos con hambre. Nos costó 88,45€ entre las tres. Cuando estábamos a punto de irnos, un señor nos escuchó hablar en valenciano y se puso a hablar con nosotras. Era de Tarragona y vivía allí y nos recomendó un montón de sitios para visitar y creo que le hicimos caso en todo.
Poco antes de las 15h que era cuando teníamos el barquito contratado llegamos donde indicaba, nos embadurnamos en crema solar y subimos. No era barco, era lancha rápida, pero ni tan mal. La idea principal era ir a ver la cueva de Benagil, se supone que la más famosa y bonita del Algarve. Cuando contratamos la excursión ponía que parábamos en la cueva y en dos playas. Y sí, paramos, pero no bajamos en ningún momento. Fue un fallo porque Benagil hubiera sido bonito verlo desde la arena, desde el barco no nos dijo mucho, pero ya no podemos decir que no lo hemos visto.
La duración de la excursión era de 2 horas y nos costó 30€ a cada una. Paramos en muchísimos sitios y había un guía que te iba explicando todo. No estuvo mal, pero yo personalmente esperaba otra cosa.
*BENAGIL
Cuando terminó la excursión, nos fuimos en busca de la Praia do Submarino, que queríamos ir a verla por la mañana pero no nos dio tiempo. La vimos desde arriba, no llegamos a bajar porque era todo sombra ya.
Luego le hicimos caso al señor de Tarragona y fuimos a visitar la Praia da Prainha, pero para nuestra sorpresa, era la que habíamos estado por la mañana, al lado de la Praia dos Três Irmãos, la de las cuevas ya era Prainha, así que dimos media vuelta y nos fuimos al hotel a cambiarnos, para ir al Cabo de San Vicente, a una hora, para ver atardecer, que en todos los blogs lo recomendaban. Hicimos unos bocadillos para cenar y nos fuimos para allá. Que viento y que frío hacía… Ponía que había que llegar una hora antes para pillar sitio porque estaba muy concurrido, pero no vi yo que nadie aguantara una hora allí, no se podía estar. Así que optamos por ir a un bar que había allí, a tomar una cerveza e intentar refugiarnos un poco del viento. El atardecer la verdad que fue precioso, pero para mi gusto, no vale la pena ir adrede. Nuestra idea principal era ir a dos playas cerca de allí y dicen en los blogs que una de ellas tiene el mejor chiringuito del Algarve, pero no nos dio tiempo más que a ir a ver el atardecer.
A las 20h cerraban, que ahí donde estábamos era el faro, así que nos fuimos al coche a cenar y a entrar en calor.
Cuando terminamos de cenar, volvimos a Portimão y nos fuimos a una coctelería, la Ginkgo Lounge.
Tomamos el cóctel y nos fuimos a dormir.
Martes, 28 de junio de 2022:
Nos levantamos sobre las 8, desayunamos y nos fuimos a hacer la ruta de los Siete Valles Colgantes. Íbamos a ver todo lo que vimos por mar, pero por tierra. Para mí también fue una decepción. Creíamos que íbamos a encontrar calas por el camino para poder bañarnos, pero hasta que no llevas dos horas caminando con toda la solana, no encuentras nada para bañarte.
A ver, que bonito es, no hay más que ver las fotos, pero yo me hubiera ahorrado la caminata y hubiera ido a verlo todo en coche.
A las dos horas, encontramos la primera playa, la Praia do Carvalho. Cuando fuimos con la lancha, el guía nos explicó que a esta playa se accede a través de un túnel.
Una pasada, la verdad. Yo ya tenía unas ganas de darme un chapuzón… Pero como todos los días, hasta la cintura y ya lo teníamos bien. En eso que nos encontramos una andaluza y nos dijo que teníamos que entrar sin pensar, remojarse y salir. Vanesa y yo, locura máxima, lo aplicamos como una ley e hicimos eso en todas las playas a partir de ese momento. Antes de bajar el túnel, había unos chiringuitos y compramos cerveza. Así que nos dimos el chapuzón, tomamos la cerveza y seguimos la ruta.
La próxima playa que nos encontramos fue la de Benagil, pero no la cueva famosa, que solo se podía acceder por mar, si no la playa que debe estar al lado. Hicimos la misma operación, baño locura, secarnos un poco y seguimos la ruta. Este rato me lo pasé muy bien, ojalá hubiera sido todo el camino igual. Por último y para finalizar la ruta, nos encontramos con la Praia da Marinha.
Aquí decidimos comer antes porque ya pasaban de las 13h. Había un chiringuito pero la comida bien iavan. Katia y yo comimos una hamburguesa (porque me equivoqué al pedir, que Katia quería un pastel de bacalao). Vanesa pidió un plato combinado de pollo. No había cobertura, por lo que no se podía pagar con tarjeta. Antes de llegar habíamos estado hablando que no volvíamos a pie otra vez ni de coña, así que íbamos buscando cobertura y alternativas para volver. Había un bus, pero salía a las 15:30h y aún queríamos bajar a la playa un ratito, así que lo descartamos. La opción B era el taxi.
Cuando terminamos de comer bajamos a la playa, hicimos la siesta un rato y yo sí que me mojé, Vanesa y Katia creo que solo los pies. Esta playa fue de las que más nos gustó de todo lo que vimos.
Cuando nos cansamos llamamos un taxi, que ojo cuidao para conseguir un taxi ahí… Paraban unos y nos decían que lo teníamos que pedir por la aplicación, pero no nos decían qué aplicación. Llamaba a un teléfono y no me contestaba nadie, luego llamé a otro y me dieron el teléfono del taxi local y por fin localicé uno. Tardó muy poquito en recogernos, no llegó ni a diez minutos. Íbamos a la Praia de Vale Centeanes que teníamos el coche aparcado ahí porque era el inicio de la ruta. Tardamos 15 minutos en llegar y nos costó 10€, esto ya era un precio razonable porque cambiamos de localidad, pero lo de Faro no tenía nombre. Hasta ahora solo nos habían tocado taxistas bordes, pero este era muy simpático, nos contaba anécdotas y nos recomendó una playa para ir, nos dijo que no tenía nada, pero como no la conocía nadie, estaríamos tranquilas.
Cuando llegamos a por el coche, lo primero que fuimos a ver, que tanto el señor de Tarragona, como el guía de la lancha nos habían recomendado, fue Algar Seco.
Fuimos a las piscinas naturales. Una chulada y una “festada”.
Yo nada más salir me quité los escarpines. Vanesa y Katia fueron a investigar por ahí y yo por no volverlos a poner, me quedé vigilando las cosas. Era muy bonito por lo que se ve en las fotos.
Por último fuimos a ver unas ventanas que daban al mar. Me encantaron, esque soy una enamorada de las cuevas que dan al mar.
El día anterior, queríamos ir a ver unas esculturas de arena, pensando que cerraban a las 22h, pero lo miramos bien y cerraban a las 19h, así que tomamos una cerveza en Algar Seco y fuimos a las esculturas, a 20 minutos. La entrada nos costó 35,70€ entre las 3. Está muy currado pero yo creo que nos decepcionó un poco a todas, también no se que esperábamos exactamente…
Cuando salimos aún no eran las 19h, así que decidimos ir a la playa que nos había recomendado el taxista, la Praia de Albandeira, a menos de 20 minutos. Otra cosa que nos recomendó hacer el guía de la lancha en Algar Seco, era buscar una ventanas que daban al mar que te podías tirar desde ellas y luego había unas escaleras y podías volver a subir, pero entre que no pensamos y que no nos daba tiempo porque queríamos ir a las esculturas de arena, ya no lo vimos. Lo vimos el día de antes desde la lancha y era curioso.
En la Praia de Albandeira ya no nos bañamos, porque aún íbamos algo mojadas de las piscinas naturales. Aquí solo tomamos el sol.
Cuando nos cansamos, fuimos al hotel a cambiarnos y salimos a cenar a Alvor, que nos había dicho el señor de Tarragona, que en el puerto había un montón de restaurantes y zona de fiesta. Ahí es cuando nos dimos cuenta que el primer día era Alvor y no Portimão. Cenamos en Fishermans Rest, de tapas. Pedimos sardinas, típicas de allí, que también nos lo dijo el señor de Tarragona, que las rebozan y el gusto es como al escabeche, estaban buenas. Pedimos también almejas y chocos. Todo muy bueno. Nos costó 68,90€ las tres.
Luego dimos una vuelta por ahí, que son todo calles peatonales y ahí sí que es la zona turística total, restaurantes, pubs y tiendas de souvenirs. Tomamos un helado mientras paseábamos y nos fuimos para el hotel. Vanesa aún se hubiera quedado de fiesta, Katia no tenía muchas ganas y a mí me parecían todo guiris lo que había por ahí, no me hacía demasiada ilusión, así que nos fuimos al hotel.
Miércoles, 29 de junio de 2022:
Agárrate que vienen curvas. Teníamos el hotel hasta las 11h, así que a las 9h, bajamos a la piscina.
A las 11h salimos del hotel y nos fuimos a dejar el coche, que estaba a una hora. Lo dejamos, todo súper rápido y nos llevaron al aeropuerto. Eran sobre las 13h y el avión salía a las 16:15h.
Entramos, pasamos el control y ya vemos en la pantalla que nos lo habían retrasado a las 18h. Así que nos lo cogimos con muuuucha paciencia. Comimos, dimos una vuelta, buscamos asiento y fue imposible, volvimos al bar donde habíamos comido que había una mesa libre, tomamos algo y por fin… Asignaron la puerta. Mucho rato de cola… Mientras estábamos en la cola, miro el mail y tenía un correo del sábado, del parking del aeropuerto, que no me había leído la matrícula. Como ya estábamos a punto de embarcar, decidí llamar al llegar a Lisboa. Nos sentaron a las tres juntitas y en menos de una hora llegamos a Lisboa.
Eran las 19h y ponía en la pantalla que a las 19:30h asignaban la puerta, el vuelo salía a las 20:20h, así que mientras tanto llamé a lo del parking y mientras me decían cómo solucionarlo estaba mirando la pantalla y…
Al mismo tiempo le mandaron un sms a Vanesa diciendo que se cancelaba el vuelo y que pronto recibiría más información. Yo directamente, me puse a cantar…
Tranquilamente, nos fuimos a cenar por lo que pudiera pasar. Compramos tres bocadillos, nos los comimos tranquilamente y mientras tanto le mandaron un sms a Vanesa en inglés. Ella sabe inglés, pero dijo que no tenía ganas de concentrarse para saber qué ponía y usó el traductor.
Nos quedamos flipando, terminamos de cenar y nos fuimos a reclamar. En la cola estuvimos como una media hora y nos encontramos gente con todo tipo de problemas. La gente lloraba y nosotras nos lo cogimos con humor. Conocimos allí a un “Uruguayano”, como diría la Garcia que me sigue haciendo mucha gracia y a otro chico, un bailarín, que también tenían el mismo vuelo que nosotras, pero en su sms ponía que los mandaban al día siguiente a Madrid y de Madrid a Valencia. Ahí es cuando descubrimos que el traductor nos había jugado una mala pasada y pone el año delante, pero realmente nos reubicaban al día 1 hasta Amsterdam y Amsterdam Valencia. (Al día siguiente le mandaron un sms a Vanesa diciéndole que el vuelo Amsterdam - Valencia había sido cancelado, suerte que buscamos una alternativa, si no, aún estaríamos por ese mundo me parece a mí). En eso que la chica de información dijo en voz alta que todas las reclamaciones del vuelo de Valencia se hacían en la puerta 21, la mitad de la fila empezó a correr, nosotras con nuestra pachorra fuimos tirando para allí. Éramos las últimas de la fila y nos enteramos de los problemas y soluciones que les estaban dando a todos, así que nosotras hicimos lo que más nos convino. Como hacíamos escala, nos pagaban el hotel, eso sí, a 80 kilómetros de Lisboa, en Caldas da Rainha, una locura. Nos trasladaban en autobús hasta allí, nos pagaban el desayuno, nos volvían en autobús al aeropuerto y nos daban 36€ para gastar en dietas en el aeropuerto.
El autobús salía a las 21h y eran menos diez. El sitio que nos recogían era el mismo que donde cogimos el bus hasta Faro, así que fuimos rapiditas, pero sabiendo dónde íbamos. Yo si voy en coche / bus y miro el móvil me mareo como una sopa, así que Vanesa por el camino compró 3 vuelos con Ryanair para el día siguiente. Fui a pagar yo con paypal, pero algo hice mal, se me cobró y no nos mandaron los billetes. Así que para curarnos en salud, Vanesa los volvió a coger y los volvió a pagar. Al llegar al hotel, Hotel Silver Coast, mientras Katia y Vanesa hacían el check-in, yo intentaba llamar a Ryanair, pero en todos los teléfonos decían que solo atendían de 9 a 18h. Los vuelos esta vez nos costaron 147€ a cada una. Nos estaba saliendo la broma barata. Una vez hecho el check-in y teníamos las habitaciones, Vanesa se fue a una y Katia y yo a otra, y lo teníamos ya casi todo más o menos solucionado, bajamos a tomar unas cervezas. Al bajar nos encontramos al “Uruguayano”, que se unió a nosotras.
Estuvimos bebiendo y hablando hasta que nos echaron. Cuando llegué a la cama caí redonda, llevaba un agotamiento brutal.
Jueves, 30 de junio de 2022:
Suma y sigue y a lo tonto, alargamos el viaje un día más, lástima de pérdida de tiempo. A las 7:30h nos dijeron que teníamos que bajar a desayunar. Katia y yo nos dormimos. Cuando abrí un ojo y vi la hora, que eran las 7:36h, como corríamos por esa habitación y Vanesa que llegaba en ese momento se puso las manos a la cabeza, no podía ser que aún estuviéramos así. Pero fuimos rapidísimas, antes de las 8 estábamos desayunando.
Lo bueno de este día fue que me mandaron un correo diciendo que el dinero del vuelo del día anterior que no nos habían mandado los billetes, me lo devolvían. Se supone que está en trámite de devolución, pero ha pasado una semana y todavía no lo tengo en la cuenta…
A las 9h salía el bus, así que cogimos todo de la habitación y esperamos, llegó casi media hora tarde. A las 11:30h llegamos al aeropuerto, nos despedimos de nuestros “amigos” el “Uruguayano” y el bailarín y nosotras nos fuimos a la terminal dos. Suerte que Miriam y yo la liamos en su día y ya sabía que Ryanair salía de la dos, si no la volvemos a liar. Subimos a un bus que nos llevaba, pasamos el control y le mandaron un sms a Vanesa que el vuelo se retrasaba 20 minutos. Ya empezábamos… El vuelo salía a las 13:45h, así que tranquilamente fuimos a comer. Gastamos los vales que nos dieron y cuando terminamos de comer, en seguida asignaron la puerta. Esta vez nos sentaron a Katia y a Vanesa con una fila de diferencia por el final y yo por el principio. Me tocó al lado de un chico que también venía del vuelo cancelado del día de antes. Estaba muy indignado porque como no hizo escala le tocó pagar el hotel del bolsillo, más el vuelo nuevo para él y su mujer, que llevaba gastado en 12 horas 500€, cuando debería estar ya en su casa.
A las 17h, hora española, llegamos a Valencia. Nos hicimos hasta una foto al llegar, ¡que alegría por Dios!
Todavía nos quedaba solucionar lo del parking, que puse el ticket y nos salían a pagar 80€. Pulsé el botón de información, y un señor a través del teléfono nos lo soluciono. Tuvimos que pagar 7€ de más, porque excedimos de la hora. Lo tenía contratado hasta las dos de la mañana y claro, eran las cinco de la tarde…
Vanesa y yo teníamos entradas para el Som Festival de Benicassim, pero yo creo que las dos teníamos unas ganas de llegar a casa… que ni festival ni hostias. Yo me fui a mi pueblo, a mi casa y dormí 12 horas seguidas.
Los días posteriores fueron de reclamaciones y mierdas. Vanesa ha sido la que se ha llevado la peor parte porque al comprar ella los vuelos, tiene ella los pagos y todo… Qué agotamiento... Cuando llegué a la vida real, al trabajo, tuve toda la mañana un dolor de cabeza, que en vez de desconectar, volví más agotada física y mentalmente de lo que me fui.
Supongo que tuvimos mala suerte, pero mi recomendación es ir en coche (cuánta razón tenía Vanesa) y aprovechar al máximo porque el Algarve es un lugar muy bonito y seguro que nos dejamos infinidad de rincones por explorar.
La broma nos salió en total por unos 1000€, que para 3 días que los disfrutamos vaya ruina. Ahora esperamos que nos indemnicen, pero da igual, el mal ya está hecho.
Hasta la próxima, espero que más y mucho mejor.