domingo, 17 de mayo de 2020

Castilla-La Mancha

Hola de nuevo. Como no tengo más posts escritos y por el momento lo de salir de viaje es algo que lo veo muy lejos, pues voy a tirar de memoria, que la tengo bastante mala y con ayuda de las fotos os voy a contar el viaje que hicimos a Castilla-La Mancha hace dos años. Me fui con dos amigos. Lo que no os podré decir nombres de restaurantes, hoteles ni precios ni nada. Simplemente sitios donde estuvimos.


Lunes 15 de octubre de 2018:


Salimos del pueblo a las 10 de la mañana, paramos a almorzar a la Barona y llegamos a Alcalá del Júcar sobre las 13.30h. Dimos una vuelta rápida antes de ir a comer.

Recuerdo que comimos a un restaurante que he mirado en el mapa y creo que era el Abrasame. Comimos de lujo. Intentamos ir a otro restaurante que se llama El Mirador, que precisamente era un mirador y se veía todo el pueblo, pero estaba cerrado. Pues como no hay mal que por bien no venga, hicimos unas fotos.

 Después de comer fuimos al castillo. 

Luego nos fuimos a las cuevas del Diablo. Las cuevas del diablo son unas cuevas excavadas dentro de la montaña hace más de 100 años, dentro hay una cafetería para tomar una consumición que compras al entrar (3€). La cueva cruza toda la montaña hasta dar, por el otro lado, a la hoz del río Júcar, donde hay una gran terraza-mirador para disfrutar de las vistas. Son, por lo general, bastante amplias y están totalmente iluminadas. No hace falta ningún tipo de equipamiento para visitarlas, la temperatura es durante todo el año de 17-20ºC. El dueño, se apoda el diablo y es un personaje terrible. Tiene fotos por toda la cueva de él en platós de televisión con un montón de artistas. Una de las fotos que nos llamó la atención fue la que estaba en el programa “Queda’t amb mi”. Que se emitía en Canal 9 cuando éramos jóvenes. Lo buscamos por youtube y estaba, así que os dejo el enlace para que lo podáis ver: https://www.youtube.com/watch?v=Yuphmj79gzQ El programa trata de que va su hija a decirle que cambie de imagen y que se quite el bigote. Porque viste con cueros, botas camperas y lleva un bigote como el de Dalí. Además ahí cuenta porque le llaman el Diablo y cuenta que es de Alcalá del Júcar y que tiene las cuevas. 

Finalmente cuando anocheció fuimos a otro mirador a hacer las últimas fotos del pueblo y nos fuimos hacia Chinchilla de Monte-Aragón. 

En Chinchilla fuimos a ver las casas cueva. Para llegar allí el GPS nos mandó por una calle, que veíamos que se iba estrechando, hasta que paramos el coche y tuvimos que dar marcha atrás bastante rato porque ya veíamos que el coche no pasaba y que nos quedábamos ahí atascados… (Aquí iría el emoji que se pone la mano en la cabeza ja, ja, ja).

Las diversas casas-cueva de Chinchilla de Monte-Aragón constituyen un importante y muy particular legado arquitectónico. Fueron construidas bajo tierra para aprovechar la frescura en verano y el calor de este tipo de construcciones en invierno. Yo creo que son viviendas normales, aunque muchas deben ser casas rurales. Al llegar a las casas, un gatito simpático nos hizo de guía por todas las calles de las casas cuevas y cuando nos fuimos se quedó al mismo sitio que lo encontramos. Un minino muy listo. 

A cenar y a dormir nos fuimos a Albacete. No teníamos nada contratado, sino que cada día nos quedábamos a un sitio a dormir totalmente sobre la marcha, aunque ya llevábamos hoteles buscados para tener una idea de donde ir según donde estuviéramos cada día. Al llegar a Albacete, buscamos alojamiento, que en este caso fue el Hostal Atienzar y luego buscamos donde cenar. Fuimos a una calle que ponía que eran bares de tapas. El bar se llamaba El Filo de la Navaja. Cenamos de lujo. Nos hicimos 3 o 4 tapas y estaban todas de espectáculo. Tengo fotito del postre. 

Sobre las 12 nos fuimos a dormir.


Martes 16 de octubre de 2018:


Este día primero fuimos al museo de la cuchillería, pero por lo visto madrugamos mucho, porque serían las 9.30h y abrían a las 10. Hicimos tiempo paseando y fuimos a ver una iglesia que había allí enfrente, la parroquia de Juan Bautista y en seguida se hizo hora para entrar. Este museo tiene su sede en la emblemática Casa de Hortelano, palacete de principios del siglo XX situado en la Plaza de la Catedral, obra del prestigioso arquitecto Daniel Rubio. En el museo se exponen obras de arte únicas del mundo de la cuchillería de todos los tipos, estilos, materiales y épocas. Además, entre los múltiples espacios del museo podemos encontrar la recreación de un taller cuchillero, imágenes de antiguos talleres cuchilleros que forman parte de la historia de Albacete o una zona para la proyección de contenidos audiovisuales acerca de la fabricación de navajas (especialidad artesana de la ciudad). 


Justo al lado estaba el ayuntamiento, que también fuimos a ver la plaza porque era super bonita. 

Luego fuimos al pasaje de Lodares que es una histórica y monumental galería comercial y residencial ubicada en el centro histórico. Total, que la primera tienda que vimos, era de navajas, miramos precios al escaparate y comparando con lo que valían al museo, estaban tiradas de precio, así que decidimos entrar. Era una tienda muy pequeña y estrecha y había a la izquierda una mujer que vendía souvenirs y a la derecha un hombre que vendía las navajas. Por lo que comprendimos eran matrimonio, porque el hombre no paraba de gritarle que se fuera a hacer la comida. A nosotros nos empezó a dar un poco de miedito. El hombre empezó a sacar todas las navajas que tenía en el aparador. Que si esta hace no se que, que si esta tiene el filo no se como, que si esta navaja es para esto otro… Nos tuvo un cuarto de hora venga sacar navajas, venga cascar y gritar y no nos dejaba irnos, pero es que no nos dejaba ni comprar de tantísimo que hablaba este hombre. Al final le hicimos una buena compra, yo compré cuchillos, navajas y tijeras para toda la casa. Pero sin duda la navaja que más triunfó y que compramos todos fue la que es para el robellón. Cuando por fin el hombre no dejó ir, salimos fuera y pensábamos: “Mira que si se le llega a girar la pinza y viene cara a nosotros con todas esas navajas…” Nos echamos unas risas comentando el momento que acabamos de vivir. 

A continuación nos fuimos al Parque de Abelardo Sánchez que es el mayor espacio verde urbano de la ciudad, con 120 000 m², ​​​​​ y el tercero más antiguo, lo que lo convierte en «El Parque» por antonomasia de la ciudad. Situado en pleno centro de la capital, es el parque urbano más grande de Castilla-La Mancha. Dimos una vuelta por el parque, hicimos una toma a un bar que había al salir y luego buscamos un sitio para comer. Creo que el sitio donde comimos se llamaba El Porche. Hicimos 3 tapas, no eran nada del otro mundo y fue bastante caro, la verdad. Aquí probamos el atascaburras que es un plato manchego, que se come preferentemente cuando nieva. Es un plato tradicional de lugares fríos, que se suele comer cuando caen las primeras nieves de invierno; incluso se dice que para que salga bien bueno, debe usarse nieve derretida para cocerlo. El nuestro no tenía tanto nivel, el plato contiene diversos ingredientes fáciles de obtener en un pueblo aislado por la nieve, como puede ser el bacalao en salazón (desalado en abundante agua la noche previa), las patatas cocidas y desmenuzadas, el aceite de oliva, el ajo y las nueces. Durante la elaboración se van machacando los ingredientes, de tal forma que su textura final sea la de un puré. Nos gustó. 

Después de comer nos fuimos a Ayna, se le llama también la Suiza Manchega. Básicamente este pueblo es famoso porque se grabó allí la película “Amanece que nos es poco”. Antes de llegar al pueblo, había varios miradores, así que fuimos parando. El primero fue el mirador del diablo:

El segundo, era entrando ya al pueblo, y tenía una recreación de la vespa que salía a la película:

En el siguiente que paramos, vimos que había unas ruinas de un castillo, así que bajamos a investigar:

Terminados de ver los miradores, nos fuimos a alojarnos en el hotel. Solo había uno, así que no tuvimos mucho para elegir. El hotel Felipe II. Dejamos allí los bártulos y nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo. Nos aconsejaron no coger el coche por dentro del pueblo porque era muy estrecho. De hecho una de las calles tenía un semáforo, pero igual tardaba 10 min en cambiar para que no se cruzaran dos coches porque no cabían. Era un pueblo muy peculiar. Lo que más nos llamó la atención y nos reímos bastante, fue lo mal que escribían. Íbamos tranquilamente caminando, cuando pasamos por el centro de salud, el cual había un cartel colgado que ponía lo siguiente:

No nos lo podíamos creer, de hecho, nos habíamos ido, pero volvimos adrede a hacer una foto. Un poco antes, ya habíamos visto otro cartel curioso:

En el cartel pone “Carnecería”. La bomba de las bombas, ya fue ver este otro cartel:

Es un cartel de una peña. “Los haraves”. Ya habíamos flipado tanto, que yo creo que es la penya los árabes. Es terrible. Además cuando fuimos a las ruinas del castillo, había un cartel gigante contando la historia del castillo y al final ya ni nos interesaba lo que ponía, nos dedicamos a buscar faltas de ortografía porque estaba petado. A todo esto os voy a poner también una foto de la plaza, aunque el pueblo en sí, no tenía nada del otro mundo, además estaba lloviznando y retiramos pronto. A partir de entonces, cambiamos nuestro nombre del grupo de WhatsApp de “Albacete” a “Halva Sete”. También nos llamó la atención que pasábamos por lo que en un pasado habría sido una tienda y en el escaparate pasaba una rata.  

Al llegar al hotel pedimos la contraseña del wifi para ver la peli de “Amanece que no es poco”, pero allí apenas llegaba el wifi y la cobertura justo le iba. Así que no vimos nada, nos tumbamos a la cama y descansamos un rato hasta la hora de cenar. Como la semana anterior había habido puente, pues a los restaurantes y bares de todo Ayna se les ocurrió la genial idea de cerrar. Por lo que no nos quedó más remedio que cenar al restaurante del hotel. Que asquerosidad todo. De primero solo había para elegir verduras y a mi no me gusta la verdura, y de segundo pedimos carrillera. Mira que es fácil hacer una carrillera, pues esta estaba incomible. Seca, dura, desustanciada… Un fracaso total… Así que con el estómago medio vacío nos fuimos a dormir. Las paredes de ese hotel eran de papel y teníamos un vecino que bostezaba una vez por minuto haciendo una escandalera exagerada. Así que nos pusimos a imitarle. Aún nos echamos unas risas hasta que nos dormimos. 


Miércoles 17 de octubre de 2018:


A la mañana siguiente, nos despertamos y nos fuimos a la panadería La Dulce de Ayna a comprar el desayuno. Luego fuimos a desayunar a la terraza del hotel. Estábamos montando la mesa cuando se asoma el vecino y nos dice: “Buenos días”. Ostia, a mi me cogió tanta vergüenza de estarlo imitando media noche, que me metí para la habitación y no salí hasta que él se fue. Cuando entró para dentro por fin desayunamos:

Mientras estaba desayunando, estaba mirando el facebook. Y en eso que veo que una de las personas que tengo a la red social estaba a Suiza y que el paisaje de la foto era clavado al que tenía a mis espaldas. Entonces entendí porque a este pueblo se le llama la Suiza Manchega. Pero bueno, el pueblo en sí, en general, ya veis que es bastante peculiar. 

Terminado el desayuno, nos fuimos a visitar el término del pueblo. Fuimos a ver una cascada y luego al mirador del infierno.

Lugos nos fuimos rumbo Riópar, a ver el nacimiento del Río Mundo, pero de camino, no pudimos resistirnos a pasar por un pueblo que se llama “El Pardal” y hacernos unas fotos en el cartel de la entrada del pueblo.

El río mundo es el principal afluente del Segura y tiene una distancia de 150 kilómetros. Nace entre los municipios de Vianos y Riópar más concretamente en el Parque Natural de los Calares del Río Mundo y de la Sima. A lo largo de todo el recorrido, su agua sirve para llenar varios embalses.

Cuando nos íbamos a comer, una mujer nos dio unos flyers de un restaurante y decidimos ir allí. A la Venta el Laminador. No comimos demasiado bien… Por la tarde visitamos Riópar y luego nos fuimos a Riópar viejo. Me encantó este sitio. Era un pueblecito pequeño que está construído sobre un montículo calcáreo y mires por donde mires, tiene unas vistas espectaculares.

Lo típico de este pueblo, a parte del pueblo en sí que ya os digo que es una pasada, son las ruinas del castillo y el cementerio al aire libre. 

Cuando estábamos a punto de abandonar el pueblo, una de las casas de allí nos llamó la atención: 

Mientras nos hacíamos fotos, se nos acercó un señor y como todo el rato hablábamos en valenciano, nos dijo en catalán, que no nos podíamos imaginar la cantidad de gente que se hacía fotos en esa casa. De hecho hace poco mirando una revista de viajes que salía este pueblo, lo habían publicitado con esta foto. El señor nos preguntó de dónde éramos y nos contó que él era catalán y que a ese pueblo no vivía nadie, si no que eran todo casas rurales. Nos dijo que estaba ahí porque él era propietario de una de las casas rurales y estaba esperando a que fuera el fontanero. 

Visto Riópar Viejo, nos fuimos a Alcaraz. Visitamos el pueblo y las ruinas del castillo.

Cuando atardeció, nos fuimos a Ruidera. Allí buscamos alojamiento. Nos quedamos al Hotel la Vereda. En realidad eran como apartamentos y debajo tenía un supermercado y también un local donde podías contratar deportes de aventura. Fuimos a cenar a un bar que se llamaba Blanco y Negro. Hicimos unos platos combinados que esta vez sí que estaban buenísimos. Luego ya nos fuimos a descansar, bueno yo a ver Operación Triunfo y cuando terminó, a dormir.


Jueves, 18 de octubre de 2018: 


Día de lagunas. Fuimos a desayunar de nuevo al Blanco y Negro. Luego al local de aventura que teníamos debajo del alojamiento, contratamos una excursión guiada con furgoneta por las lagunas de Ruidera. Íbamos con dos tipetas de Murcia que llevaban dos perros. Hicieron un poco el show, pero bueno… No guió un tipet de Puertollano que en realidad nos llevó a los sitios no turísticos y nos contó alguna curiosidad, pero en general, no valió mucho la pena. 

Cuando terminó la excursión, fuimos a comer otra vez al Blanco y Negro, señal de que nos gustó, pero esta vez al restaurante, de plato. Las tres veces que fuimos comimos muy bien, así que este por fin sí que lo recomiendo. 

Después de comer nos fuimos a ver las lagunas por nuestra cuenta, tranquilamente, disfrutando del paisaje, haciendo fotos, paseando…

A mi me gustó mucho. 

El guía de por la mañana, nos comentó que había un embalse cerca de allí, el embalse de Peñarroya, en Argamasilla de Alba. Así que cuando terminamos de ver las lagunas, para allá que nos fuimos. Hacía un viento allí que no se podía estar. Había también un castillo que se podía visitar y un museo. En el museo había un hombre fuera en una tiendecita y un bar. Fuimos a hacer una toma al bar y a comprar algún souvenir y el hombre nos empezó a interrogar. Estaba ronco y no se le entendía una mierda. Venga hacerle repetir las cosas. Nos preguntó cómo habíamos conocido el sitio y le dijimos que nos lo habían dicho en Ruidera. Y nos preguntó que si en la oficina de turismo y le dijimos que no, le explicamos como lo habíamos conocido. Luego que dónde nos quedábamos y le dijimos que no teníamos un sitio, que cada noche nos quedábamos en un sitio. Nos preguntó también qué cuántos días llevabamos por el mundo y le dijimos que desde el lunes. Por últimos nos preguntó que cuándo volvíamos a casa. A lo que nos quedamos callados porque en realidad no teníamos fecha de regreso. Pensamos que sobre la marcha, cuando termináramos de ver todo lo que queríamos ya volveríamos. Así que mi amiga le suelta: “Nos vamos ya pa’ casa, que se nos acaban las perras” JAJAJAJAJAJAJAJAJA. Si me pude reir. El hombre se quedó callado, ya no preguntó más y por fin pudimos visitar tranquilamente el lugar, que por cierto, nos encantó.

Nos empeñamos, ya que estábamos en Castilla-La Mancha, en ver un molino de viento real, así que nos fuimos a Munera, que sabíamos que aún había uno. Hicimos el ganso un montón. Porque resulta que sí que se conserva un molino, pero parecía estar en una propiedad privada y no se podía entrar. Por lo visto sí que se puede visitar pero ahora es un museo y tienes que pedir cita previa y claro, no teníamos ni idea además era de noche ya y no se veía nada. Dimos mil vueltas por el pueblo porque el GPS no se aclaraba y para arriba y para abajo, hasta que llegamos a la plaza de la Molineta que había otro, el molino “La Molineta”, que también es un museo y también había que pedir cita para verlo por dentro. Aunque éste por fuera sí que se veía perfectamente. 

A dormir esa noche nos fuimos a La Roda. Nos quedamos al Hostal el Polígono, que como su propio nombre indica estaba en el polígono industrial. Bajamos a cenar al restaurante del hostal y nos hicimos un plato combinado muy agusto. Recuerdo que por la tele, estaban saliendo las inundaciones que estaban habiendo en la provincia de Castellón. Después de cenar nos fuimos a dormir. Ese día era pronto. Como llevaba la tablet, aun miré un capítulo de “El Comisario” y a dormir. 


Viernes 19 de octubre de 2018:


Inundaciones no, pero el agua ya había llegado también a Castilla-La Mancha. No aprovechamos nada este dia. Por la mañana compramos productos típicos en la Roda en el Hotel Flor de la Mancha. Compramos miel, queso y como no, miguelitos, que además de ser típicos de Albacete, los auténticos son los de la Roda. Sobre las 12 llegamos a Alarcón. Una monada de pueblo, del que casi no pudimos disfrutar por el mal tiempo que hacía. Llegamos y nos tuvimos que meter a un bar para hacer tiempo hasta la hora de comer a ver si mientras tanto paraba de llover. Sin éxito, a la hora de comer fuimos a otro bar, al Quijote, pero comimos fatal… A hacer el café fuimos a otro bar, porque no paraba de llover. Vimos que había visitas guiadas para hacer y decidimos con mucho optimismo, que como está relativamente cerca de casa, volveríamos para disfrutarlo más en un futuro. Ya contrataremos visitas guiadas y lo que haga falta. Para finalizar nuestro paso por Castilla-La Mancha, fuimos a un mirador que se ve todo Alarcón y el tiempo nos dio una mini tregua para poder hacer unas fotos preciosas. 

A las 17.30 cogimos carretera y manta y la próxima parada ya fue Castellón. Paramos a merendar a la panadería Soni - Pá. Me encanta ir ahí porque es baratísima y lo hacen todo muy bueno. Luego nos fuimos para el pueblo pero… La carretera estaba muy inundada. Estaba la guardia civil en la fábrica de Argenta y no dejaba pasar a nadie y había ahí un montón de coches parados. Total, que cuando se fue la guardia alguien dijo, “yo voy a pasar, ¿alguien me sigue?” Y todos nos fuimos detrás. Eso sí, a no más de 20 por hora, porque había más de un palmo de agua hasta llegar a la Montalba. Luego hasta llegar al pueblo ya estaba la carretera bastante bien aunque sí que nos encontramos algún desprendimiento por las cuestas de Ares, pero ningún incidente importante. Sobre las 8 llegamos a casa y a descansar.  




viernes, 27 de marzo de 2020

Madrid + Toledo

Hace poco más de un año, una amiga de toda la vida, Esther, nos dijo que se casaba. Vivió 14 años a Vilafranca y luego se fue a vivir a Castellón. Su madre es de Benassal y ella los findes los pasaba allí, así que el novio se lo echó allí. Por lo tanto tiene allí también su grupo de amigas. Así que propuso a 2 amigas de Benassal y 2 de Vilafranca ser sus damas de honor. Fuimos Celia y Paola de Benassal y Balma y yo de Vilafranca. Celia había bailado sevillanas y me propuso que como sorpresa a la boda, le podríamos bailar una sevillana. Así que desde el mes de enero hasta septiembre que fue la boda, quedamos todas las semanas para ensayar. Al final ya no era ni ensayo, era charla y cerveza… Nos conocíamos de vista se puede decir e hicimos mucha amistad. Últimamente estoy muy viajera y me dijo que me tenía que presentar a una amiga que estaba en modo viajero igual que yo. Así que habló con las dos y nos dió los teléfonos de una a la otra. Su amiga se llama Vanesa y es de Figueroles, estuvimos hablando por el WhatsApp de viajes, de donde nos gustaría ir, de donde habíamos ido… Me cayó muy bien y si, estaba en modo viajero total, je, je, je. Un día Celia dijo que teníamos que hacer algo las 3 cuando coincidiéramos y se dió el caso para la feria de Onda. Quedamos para un tardeo. La sensación, al menos para mi, fue que nos conocíamos de toda la vida. Hablamos, hicimos cervecitas y bailamos, pasamos una tarde la mar de entretenida. Vanesa comentó que a principio de año había pensado en hacer una escapada. Pero se quedó ahí porque justo esta semana la echaban de la faena donde estaba. Para final del año pasado, volvimos a quedar un día para comer las 3. Ya habíamos hablado por WhatsApp que Vanesa había pensado en ir a Madrid, porque pensaba ir sola y es un sitio que se conoce. Me preguntó si quería ir y la duda ofende, por supuesto que me apunté. El día que quedamos para comer, Celia llegaba tarde, así que quedamos Vanesa y yo más pronto y nos pusimos a mirar qué podríamos hacer, ver, donde ir… Más o menos decidimos por encima de ir al musical de Anastasia, a ver el circo del sol y pasar el sábado en Toledo, ya que a Madrid ya habíamos estado las dos, por ir a un sitio donde no habíamos estado ninguna de las dos. La cosa quedó así a la espera de que a ella la reubicaran al trabajo nuevo que ya tenía y yo a que mi jefe me confirmara también las vacaciones. Teníamos varias fechas barajadas en las que Vanesa trabajaba de mañana, para poder irnos un viernes cuando ella saliera de trabajar. Al final elegimos el finde que nos venía mejor para ver al circo del sol y este finde era del 31 de enero al 2 de febrero. Así que cuando lo tuvimos confirmado, recuerdo que fue el día antes de nochebuena, compramos ya todo. Cada una se encargó de comprar una cosa. Pero… cuando fuimos a comprar las entradas para el circo del sol, resulta que no era a Madrid, que era a Vitoria… Por lo que finalmente elegimos un teatro, se infiel y no mires con quién, de Josema Yuste y Teté Delgado. Pues compramos, tren de Valencia a Madrid, ya que no nos cuadraba la hora para coger el ave desde Castellón. Nos costó 45,30€ a cada una. El de vuelta sí que era a Castellón y nos costó 56,50€. El musical de Anastasia 74,52€. Todos los precios los voy a poner por persona. El tren de ida a Toledo 11,10€ y el de vuelta lo mismo. El teatro 33€. 


Viernes, 31 de enero de 2020:


Habíamos quedado a la estación de Castellón a las 15.45h. Yo salí a las 14h de Vilafranca, me traían mis padres porque iban a pasar el finde a Castellón. Vanesa salía de trabajar e iba directa. Llegamos las 2 a las 15.30h, así que tiempo de saludarnos y nos fuimos corriendo a comprar el billete del tren cercanías para ir hasta Valencia. Nos costó unos 6€ a cada una. Pudimos coger el de las 15.40h, así íbamos más descansadas. Llegamos a Valencia a las 17h. Llegamos a la estación del Nord y cogimos un taxi para ir hasta la estación de Joaquín Sorolla, que es donde nos salía el Ave. Nos costó unos 10 minutos llegar y el Ave salía a las 18.10h. Así que aún nos dió tiempo a hacer una cervecita express. Llegamos a Madrid a las 20h en la estación de Atocha. Cogimos un taxi y nos fuimos hacia el hostal. Nos alojábamos en el Hostal uencarral. Al lado de la Gran Vía. El hostal nos costó 99€ a cada una 2 noches. Dejamos las maletas y deprisa y corriendo nos fuimos a cenar porque a las 22h era el musical. Cenamos enfrente de donde era el musical a un bar de tapas, muy bien y muy rápido. 

El musical duró hasta la 1 y poco, con un descanso de 20 min. Estuvo muy bien, nos gustó a las 2. Al salir ya nos fuimos a dormir porque al día siguiente teníamos que madrugar para coger el tren. Aun así, estuvimos una hora hablando antes de dormirnos. 

Sábado, 1 de febrero de 2020:


Nos levantamos pronto, a las 7. Así a las 8 ya estábamos preparadas. Cogimos un taxi y nos fuimos a la estación de Atocha para coger el tren para Toledo. Todos los taxis de la estación al hostal y del hostal a la estación nos costaban de 10€ a 12€. El tren salía a las 8.50h. Como llegamos pronto, aún nos dió tiempo a desayunar a la estación. Llegamos a Toledo a las 9.30h. Íbamos un poco perdidas porque habíamos mirado que ver yendo en tren. Queríamos coger un taxi para subir porque de la estación al centro estábamos a media hora caminando, pero al salir de la estación vimos un autobús que ponía que te llevaba gratis hasta el centro. Fuimos a preguntar y nos dijeron que el autobús te llevaba al centro y luego a hacer una foto donde se veía todo Toledo. A parte vendían packs de visitas guiadas etc. Así que decidimos coger uno de los packs. Cogimos el de 23€, que entraba un todo. Visita a la Sinagoga, al monasterio, a la iglesia, a la Catedral y una visita guiada por el centro. El autobús nos dejaba a la parte baja, donde cogías unas escaleras mecánicas y te subían a la parte de arriba de Toledo. Primero fuimos a dar la vuelta por nuestra cuenta. 

     

Nos pensábamos que todas las entradas que teníamos entraban a la visita guiada y no fuimos a ver nada. Pero por si acaso, fuimos a decir a la oficina de turismo, la hora que haríamos la visita guiada. Total que la visita guiada la queríamos hacer a las 12.30, pero nos dijeron que a la de esa hora no entraba la catedral, que teníamos que coger la de las 14.30h. También nos dijo, que excepto la catedral, todas las otras entradas teníamos que ir a verlo todo por nuestra cuenta. Suerte que se nos ocurrió ir a preguntar, si no, no vemos nada. Pues primero fuimos a ver el monasterio de San Juan de los Reyes.

Luego fuimos a ver la Sinagoga de Santa María la Blanca. 

Por último vimos la iglesia de Santo Tomé. Luego queríamos ir a comer a una terraza de un hotel que se ve todo Toledo, pero estaba cerrada, así que nos fuimos a un restaurante casero que comimos super bien. Antes de la visita guiada tomamos un café un la plaza de Zocodover, ya que la visita empezaba allí al lado. La visita duró sobre una hora. 

Terminaba a la catedral y a las 16.30h salía el autobús para ver la panorámica de Toledo. Así que fuimos yendo para allí. La vista realmente era espectacular.

El autobús te dejaba a la estación y nuestro tren salía a las 17.25h. Así que tiempo de llegar y subir ya al tren. Llegamos a Madrid a las 18h. Como el teatro era a las 20h, decidimos ir a tomar algo antes. Cogimos un taxi y le dijimos que nos dejara directamente al teatro y Vanesa le preguntó si por allí se podía tomar alguna tapa. El taxista nos recomendó que fuéramos a la calle Ponzano, a 15 min del teatro, donde hay 72 bares de tapas. Así que allí le dijimos finalmente que nos parara. Fuimos a un par de bares a tomar unas cervecitas y unas tapas y ya nos fuimos para el teatro, que estaba al lado, la verdad, no eran 15 min ni de coña, estaba mucho más cerca. El teatro estuvo muy bien también, nos reímos mucho.

Se terminó sobre las 10.30h, así que volvimos a la calle Ponzano y cenamos. Hicimos unas tapas a un bar y luego fuimos a otro garito a echar un cubata. Se nos hicieron las 2. Yo estaba reventada, si no, nos hubiéramos quedado más rato. Pero bueno, estuvo bien igualmente. A lo tonto entre llegar, que cogimos un taxi, y hablar antes de dormir, nos acostamos más tarde de las 3. 


Domingo, 2 de febrero de 2020:


Nos levantamos sobre las 9.30/10h, ya que a las 11h nos echaban ya de la habitación. A las 11 en punto salíamos de allí. Nos guardaron las maletas al hostal y nos dijeron que hasta las 20h las podíamos tener allí, así que genial. Primero fuimos a buscar un sitio para desayunar. Fuimos a una paralería cerca de la Gran Vía, la calle del Postigo de San Martín. Era una librería, La Central, que dentro tenía un barecito que se llama El Patio de la Central. Nos encantó el sitio y el desayuno, y nos pareció baratísimo. Tomamos lo de la foto y no llegó a 6€ cada una creo. 

Mientras desayunábamos hicimos un planing de que ver. Al salir, fuimos a un punto de información para coger un mapa y marcamos las zonas donde ir según lo que habíamos elegido ver. Este día, ya que no teníamos ninguna prisa, nos desplazamos en metro. Nos compramos una tarjeta de 10 viajes entre las dos y nos costó sobre unos 10€. Lo primero que fuimos a ver fue la Puerta del Sol.

Plaza Mayor.

Como desayunamos tarde, para aprovechar el día decidimos ya no comer. Pero fuimos al mercado de San Miguel y no nos pudimos resistir a hacer un vermut. Vanesa se hizo una mini hamburguesa de color rosa de surimi, caviar y algo más acompañada con patatitas fritas. Molaba terrible y dijo que estaba muy buena. Yo me hice dos tostaditas, una de pulpo y otra de foie. 

Luego nos fuimos a pasear por el rastro de Madrid. Después al Palacio de Liria, pero no se podía entrar, así que lo vimos por fuera.

Templo de Debod.

Palacio Real.

Fuente de Cibeles.


Puerta de Alcalá.

Para finalizar el viaje, nos fuimos al parque de El Retiro. Queríamos subir en barquita y dar una vuelta, pero nos entretuvimos haciendo una cervecita y una tapa y se hizo tarde. 

Volvimos al hostal a por las maletas y nos dimos cuenta de que íbamos a contrarreloj, nos habíamos empanado, habíamos calculado mal el tiempo y empezamos a ir un poco a gas. Llegamos al hostal, no iba el ascensor, tuve que subir yo a pie 3 pisos y bajar con las 2 maletas corriendo por ahí. Cogimos un taxi porque con el metro no llegábamos ni de coña… El taxista nos pegó bronca por cogerlo en dirección contraria a la estación (no lo sabíamos y con la prisa que teníamos como para entretenernos estábamos). Cuando le dijimos a las 19.20h, que el tren nos salía a 19.40h, se echó las manos a la cabeza y nos pegó otra media bronca, que nos complicamos mucho la vida. Se dió prisa y llegamos a tiempo. Corriendo por esa estación. Cuando entramos al tren, miré el reloj y nos habían sobrado no llegaba a 5 minutos, y el tren salió a la hora en punto. Qué sudada. Llegamos a Castellón a las 22.30h y fin del trayecto.


Un finde corto pero intenso. Como habéis visto super completo, valorado en unos 460€ más o menos absolutamente con todo incluído lo nombrado.