Hola de nuevo. Como no tengo más posts escritos y por el momento lo de salir de viaje es algo que lo veo muy lejos, pues voy a tirar de memoria, que la tengo bastante mala y con ayuda de las fotos os voy a contar el viaje que hicimos a Castilla-La Mancha hace dos años. Me fui con dos amigos. Lo que no os podré decir nombres de restaurantes, hoteles ni precios ni nada. Simplemente sitios donde estuvimos.
Lunes 15 de octubre de 2018:
Salimos del pueblo a las 10 de la mañana, paramos a almorzar a la Barona y llegamos a Alcalá del Júcar sobre las 13.30h. Dimos una vuelta rápida antes de ir a comer.
Recuerdo que comimos a un restaurante que he mirado en el mapa y creo que era el Abrasame. Comimos de lujo. Intentamos ir a otro restaurante que se llama El Mirador, que precisamente era un mirador y se veía todo el pueblo, pero estaba cerrado. Pues como no hay mal que por bien no venga, hicimos unas fotos.
Después de comer fuimos al castillo.
Luego nos fuimos a las cuevas del Diablo. Las cuevas del diablo son unas cuevas excavadas dentro de la montaña hace más de 100 años, dentro hay una cafetería para tomar una consumición que compras al entrar (3€). La cueva cruza toda la montaña hasta dar, por el otro lado, a la hoz del río Júcar, donde hay una gran terraza-mirador para disfrutar de las vistas. Son, por lo general, bastante amplias y están totalmente iluminadas. No hace falta ningún tipo de equipamiento para visitarlas, la temperatura es durante todo el año de 17-20ºC. El dueño, se apoda el diablo y es un personaje terrible. Tiene fotos por toda la cueva de él en platós de televisión con un montón de artistas. Una de las fotos que nos llamó la atención fue la que estaba en el programa “Queda’t amb mi”. Que se emitía en Canal 9 cuando éramos jóvenes. Lo buscamos por youtube y estaba, así que os dejo el enlace para que lo podáis ver: https://www.youtube.com/watch?v=Yuphmj79gzQ El programa trata de que va su hija a decirle que cambie de imagen y que se quite el bigote. Porque viste con cueros, botas camperas y lleva un bigote como el de Dalí. Además ahí cuenta porque le llaman el Diablo y cuenta que es de Alcalá del Júcar y que tiene las cuevas.
Finalmente cuando anocheció fuimos a otro mirador a hacer las últimas fotos del pueblo y nos fuimos hacia Chinchilla de Monte-Aragón.
En Chinchilla fuimos a ver las casas cueva. Para llegar allí el GPS nos mandó por una calle, que veíamos que se iba estrechando, hasta que paramos el coche y tuvimos que dar marcha atrás bastante rato porque ya veíamos que el coche no pasaba y que nos quedábamos ahí atascados… (Aquí iría el emoji que se pone la mano en la cabeza ja, ja, ja).
Las diversas casas-cueva de Chinchilla de Monte-Aragón constituyen un importante y muy particular legado arquitectónico. Fueron construidas bajo tierra para aprovechar la frescura en verano y el calor de este tipo de construcciones en invierno. Yo creo que son viviendas normales, aunque muchas deben ser casas rurales. Al llegar a las casas, un gatito simpático nos hizo de guía por todas las calles de las casas cuevas y cuando nos fuimos se quedó al mismo sitio que lo encontramos. Un minino muy listo.
A cenar y a dormir nos fuimos a Albacete. No teníamos nada contratado, sino que cada día nos quedábamos a un sitio a dormir totalmente sobre la marcha, aunque ya llevábamos hoteles buscados para tener una idea de donde ir según donde estuviéramos cada día. Al llegar a Albacete, buscamos alojamiento, que en este caso fue el Hostal Atienzar y luego buscamos donde cenar. Fuimos a una calle que ponía que eran bares de tapas. El bar se llamaba El Filo de la Navaja. Cenamos de lujo. Nos hicimos 3 o 4 tapas y estaban todas de espectáculo. Tengo fotito del postre.
Sobre las 12 nos fuimos a dormir.
Martes 16 de octubre de 2018:
Este día primero fuimos al museo de la cuchillería, pero por lo visto madrugamos mucho, porque serían las 9.30h y abrían a las 10. Hicimos tiempo paseando y fuimos a ver una iglesia que había allí enfrente, la parroquia de Juan Bautista y en seguida se hizo hora para entrar. Este museo tiene su sede en la emblemática Casa de Hortelano, palacete de principios del siglo XX situado en la Plaza de la Catedral, obra del prestigioso arquitecto Daniel Rubio. En el museo se exponen obras de arte únicas del mundo de la cuchillería de todos los tipos, estilos, materiales y épocas. Además, entre los múltiples espacios del museo podemos encontrar la recreación de un taller cuchillero, imágenes de antiguos talleres cuchilleros que forman parte de la historia de Albacete o una zona para la proyección de contenidos audiovisuales acerca de la fabricación de navajas (especialidad artesana de la ciudad).
Justo al lado estaba el ayuntamiento, que también fuimos a ver la plaza porque era super bonita.
Luego fuimos al pasaje de Lodares que es una histórica y monumental galería comercial y residencial ubicada en el centro histórico. Total, que la primera tienda que vimos, era de navajas, miramos precios al escaparate y comparando con lo que valían al museo, estaban tiradas de precio, así que decidimos entrar. Era una tienda muy pequeña y estrecha y había a la izquierda una mujer que vendía souvenirs y a la derecha un hombre que vendía las navajas. Por lo que comprendimos eran matrimonio, porque el hombre no paraba de gritarle que se fuera a hacer la comida. A nosotros nos empezó a dar un poco de miedito. El hombre empezó a sacar todas las navajas que tenía en el aparador. Que si esta hace no se que, que si esta tiene el filo no se como, que si esta navaja es para esto otro… Nos tuvo un cuarto de hora venga sacar navajas, venga cascar y gritar y no nos dejaba irnos, pero es que no nos dejaba ni comprar de tantísimo que hablaba este hombre. Al final le hicimos una buena compra, yo compré cuchillos, navajas y tijeras para toda la casa. Pero sin duda la navaja que más triunfó y que compramos todos fue la que es para el robellón. Cuando por fin el hombre no dejó ir, salimos fuera y pensábamos: “Mira que si se le llega a girar la pinza y viene cara a nosotros con todas esas navajas…” Nos echamos unas risas comentando el momento que acabamos de vivir.
A continuación nos fuimos al Parque de Abelardo Sánchez que es el mayor espacio verde urbano de la ciudad, con 120 000 m², y el tercero más antiguo, lo que lo convierte en «El Parque» por antonomasia de la ciudad. Situado en pleno centro de la capital, es el parque urbano más grande de Castilla-La Mancha. Dimos una vuelta por el parque, hicimos una toma a un bar que había al salir y luego buscamos un sitio para comer. Creo que el sitio donde comimos se llamaba El Porche. Hicimos 3 tapas, no eran nada del otro mundo y fue bastante caro, la verdad. Aquí probamos el atascaburras que es un plato manchego, que se come preferentemente cuando nieva. Es un plato tradicional de lugares fríos, que se suele comer cuando caen las primeras nieves de invierno; incluso se dice que para que salga bien bueno, debe usarse nieve derretida para cocerlo. El nuestro no tenía tanto nivel, el plato contiene diversos ingredientes fáciles de obtener en un pueblo aislado por la nieve, como puede ser el bacalao en salazón (desalado en abundante agua la noche previa), las patatas cocidas y desmenuzadas, el aceite de oliva, el ajo y las nueces. Durante la elaboración se van machacando los ingredientes, de tal forma que su textura final sea la de un puré. Nos gustó.
Después de comer nos fuimos a Ayna, se le llama también la Suiza Manchega. Básicamente este pueblo es famoso porque se grabó allí la película “Amanece que nos es poco”. Antes de llegar al pueblo, había varios miradores, así que fuimos parando. El primero fue el mirador del diablo:
El segundo, era entrando ya al pueblo, y tenía una recreación de la vespa que salía a la película:
En el siguiente que paramos, vimos que había unas ruinas de un castillo, así que bajamos a investigar:
Terminados de ver los miradores, nos fuimos a alojarnos en el hotel. Solo había uno, así que no tuvimos mucho para elegir. El hotel Felipe II. Dejamos allí los bártulos y nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo. Nos aconsejaron no coger el coche por dentro del pueblo porque era muy estrecho. De hecho una de las calles tenía un semáforo, pero igual tardaba 10 min en cambiar para que no se cruzaran dos coches porque no cabían. Era un pueblo muy peculiar. Lo que más nos llamó la atención y nos reímos bastante, fue lo mal que escribían. Íbamos tranquilamente caminando, cuando pasamos por el centro de salud, el cual había un cartel colgado que ponía lo siguiente:
No nos lo podíamos creer, de hecho, nos habíamos ido, pero volvimos adrede a hacer una foto. Un poco antes, ya habíamos visto otro cartel curioso:
En el cartel pone “Carnecería”. La bomba de las bombas, ya fue ver este otro cartel:
Es un cartel de una peña. “Los haraves”. Ya habíamos flipado tanto, que yo creo que es la penya los árabes. Es terrible. Además cuando fuimos a las ruinas del castillo, había un cartel gigante contando la historia del castillo y al final ya ni nos interesaba lo que ponía, nos dedicamos a buscar faltas de ortografía porque estaba petado. A todo esto os voy a poner también una foto de la plaza, aunque el pueblo en sí, no tenía nada del otro mundo, además estaba lloviznando y retiramos pronto. A partir de entonces, cambiamos nuestro nombre del grupo de WhatsApp de “Albacete” a “Halva Sete”. También nos llamó la atención que pasábamos por lo que en un pasado habría sido una tienda y en el escaparate pasaba una rata.
Al llegar al hotel pedimos la contraseña del wifi para ver la peli de “Amanece que no es poco”, pero allí apenas llegaba el wifi y la cobertura justo le iba. Así que no vimos nada, nos tumbamos a la cama y descansamos un rato hasta la hora de cenar. Como la semana anterior había habido puente, pues a los restaurantes y bares de todo Ayna se les ocurrió la genial idea de cerrar. Por lo que no nos quedó más remedio que cenar al restaurante del hotel. Que asquerosidad todo. De primero solo había para elegir verduras y a mi no me gusta la verdura, y de segundo pedimos carrillera. Mira que es fácil hacer una carrillera, pues esta estaba incomible. Seca, dura, desustanciada… Un fracaso total… Así que con el estómago medio vacío nos fuimos a dormir. Las paredes de ese hotel eran de papel y teníamos un vecino que bostezaba una vez por minuto haciendo una escandalera exagerada. Así que nos pusimos a imitarle. Aún nos echamos unas risas hasta que nos dormimos.
Miércoles 17 de octubre de 2018:
A la mañana siguiente, nos despertamos y nos fuimos a la panadería La Dulce de Ayna a comprar el desayuno. Luego fuimos a desayunar a la terraza del hotel. Estábamos montando la mesa cuando se asoma el vecino y nos dice: “Buenos días”. Ostia, a mi me cogió tanta vergüenza de estarlo imitando media noche, que me metí para la habitación y no salí hasta que él se fue. Cuando entró para dentro por fin desayunamos:
Mientras estaba desayunando, estaba mirando el facebook. Y en eso que veo que una de las personas que tengo a la red social estaba a Suiza y que el paisaje de la foto era clavado al que tenía a mis espaldas. Entonces entendí porque a este pueblo se le llama la Suiza Manchega. Pero bueno, el pueblo en sí, en general, ya veis que es bastante peculiar.
Terminado el desayuno, nos fuimos a visitar el término del pueblo. Fuimos a ver una cascada y luego al mirador del infierno.
Lugos nos fuimos rumbo Riópar, a ver el nacimiento del Río Mundo, pero de camino, no pudimos resistirnos a pasar por un pueblo que se llama “El Pardal” y hacernos unas fotos en el cartel de la entrada del pueblo.
El río mundo es el principal afluente del Segura y tiene una distancia de 150 kilómetros. Nace entre los municipios de Vianos y Riópar más concretamente en el Parque Natural de los Calares del Río Mundo y de la Sima. A lo largo de todo el recorrido, su agua sirve para llenar varios embalses.
Cuando nos íbamos a comer, una mujer nos dio unos flyers de un restaurante y decidimos ir allí. A la Venta el Laminador. No comimos demasiado bien… Por la tarde visitamos Riópar y luego nos fuimos a Riópar viejo. Me encantó este sitio. Era un pueblecito pequeño que está construído sobre un montículo calcáreo y mires por donde mires, tiene unas vistas espectaculares.
Lo típico de este pueblo, a parte del pueblo en sí que ya os digo que es una pasada, son las ruinas del castillo y el cementerio al aire libre.
Cuando estábamos a punto de abandonar el pueblo, una de las casas de allí nos llamó la atención:
Mientras nos hacíamos fotos, se nos acercó un señor y como todo el rato hablábamos en valenciano, nos dijo en catalán, que no nos podíamos imaginar la cantidad de gente que se hacía fotos en esa casa. De hecho hace poco mirando una revista de viajes que salía este pueblo, lo habían publicitado con esta foto. El señor nos preguntó de dónde éramos y nos contó que él era catalán y que a ese pueblo no vivía nadie, si no que eran todo casas rurales. Nos dijo que estaba ahí porque él era propietario de una de las casas rurales y estaba esperando a que fuera el fontanero.
Visto Riópar Viejo, nos fuimos a Alcaraz. Visitamos el pueblo y las ruinas del castillo.
Cuando atardeció, nos fuimos a Ruidera. Allí buscamos alojamiento. Nos quedamos al Hotel la Vereda. En realidad eran como apartamentos y debajo tenía un supermercado y también un local donde podías contratar deportes de aventura. Fuimos a cenar a un bar que se llamaba Blanco y Negro. Hicimos unos platos combinados que esta vez sí que estaban buenísimos. Luego ya nos fuimos a descansar, bueno yo a ver Operación Triunfo y cuando terminó, a dormir.
Jueves, 18 de octubre de 2018:
Día de lagunas. Fuimos a desayunar de nuevo al Blanco y Negro. Luego al local de aventura que teníamos debajo del alojamiento, contratamos una excursión guiada con furgoneta por las lagunas de Ruidera. Íbamos con dos tipetas de Murcia que llevaban dos perros. Hicieron un poco el show, pero bueno… No guió un tipet de Puertollano que en realidad nos llevó a los sitios no turísticos y nos contó alguna curiosidad, pero en general, no valió mucho la pena.
Cuando terminó la excursión, fuimos a comer otra vez al Blanco y Negro, señal de que nos gustó, pero esta vez al restaurante, de plato. Las tres veces que fuimos comimos muy bien, así que este por fin sí que lo recomiendo.
Después de comer nos fuimos a ver las lagunas por nuestra cuenta, tranquilamente, disfrutando del paisaje, haciendo fotos, paseando…
A mi me gustó mucho.
El guía de por la mañana, nos comentó que había un embalse cerca de allí, el embalse de Peñarroya, en Argamasilla de Alba. Así que cuando terminamos de ver las lagunas, para allá que nos fuimos. Hacía un viento allí que no se podía estar. Había también un castillo que se podía visitar y un museo. En el museo había un hombre fuera en una tiendecita y un bar. Fuimos a hacer una toma al bar y a comprar algún souvenir y el hombre nos empezó a interrogar. Estaba ronco y no se le entendía una mierda. Venga hacerle repetir las cosas. Nos preguntó cómo habíamos conocido el sitio y le dijimos que nos lo habían dicho en Ruidera. Y nos preguntó que si en la oficina de turismo y le dijimos que no, le explicamos como lo habíamos conocido. Luego que dónde nos quedábamos y le dijimos que no teníamos un sitio, que cada noche nos quedábamos en un sitio. Nos preguntó también qué cuántos días llevabamos por el mundo y le dijimos que desde el lunes. Por últimos nos preguntó que cuándo volvíamos a casa. A lo que nos quedamos callados porque en realidad no teníamos fecha de regreso. Pensamos que sobre la marcha, cuando termináramos de ver todo lo que queríamos ya volveríamos. Así que mi amiga le suelta: “Nos vamos ya pa’ casa, que se nos acaban las perras” JAJAJAJAJAJAJAJAJA. Si me pude reir. El hombre se quedó callado, ya no preguntó más y por fin pudimos visitar tranquilamente el lugar, que por cierto, nos encantó.
Nos empeñamos, ya que estábamos en Castilla-La Mancha, en ver un molino de viento real, así que nos fuimos a Munera, que sabíamos que aún había uno. Hicimos el ganso un montón. Porque resulta que sí que se conserva un molino, pero parecía estar en una propiedad privada y no se podía entrar. Por lo visto sí que se puede visitar pero ahora es un museo y tienes que pedir cita previa y claro, no teníamos ni idea además era de noche ya y no se veía nada. Dimos mil vueltas por el pueblo porque el GPS no se aclaraba y para arriba y para abajo, hasta que llegamos a la plaza de la Molineta que había otro, el molino “La Molineta”, que también es un museo y también había que pedir cita para verlo por dentro. Aunque éste por fuera sí que se veía perfectamente.
A dormir esa noche nos fuimos a La Roda. Nos quedamos al Hostal el Polígono, que como su propio nombre indica estaba en el polígono industrial. Bajamos a cenar al restaurante del hostal y nos hicimos un plato combinado muy agusto. Recuerdo que por la tele, estaban saliendo las inundaciones que estaban habiendo en la provincia de Castellón. Después de cenar nos fuimos a dormir. Ese día era pronto. Como llevaba la tablet, aun miré un capítulo de “El Comisario” y a dormir.
Viernes 19 de octubre de 2018:
Inundaciones no, pero el agua ya había llegado también a Castilla-La Mancha. No aprovechamos nada este dia. Por la mañana compramos productos típicos en la Roda en el Hotel Flor de la Mancha. Compramos miel, queso y como no, miguelitos, que además de ser típicos de Albacete, los auténticos son los de la Roda. Sobre las 12 llegamos a Alarcón. Una monada de pueblo, del que casi no pudimos disfrutar por el mal tiempo que hacía. Llegamos y nos tuvimos que meter a un bar para hacer tiempo hasta la hora de comer a ver si mientras tanto paraba de llover. Sin éxito, a la hora de comer fuimos a otro bar, al Quijote, pero comimos fatal… A hacer el café fuimos a otro bar, porque no paraba de llover. Vimos que había visitas guiadas para hacer y decidimos con mucho optimismo, que como está relativamente cerca de casa, volveríamos para disfrutarlo más en un futuro. Ya contrataremos visitas guiadas y lo que haga falta. Para finalizar nuestro paso por Castilla-La Mancha, fuimos a un mirador que se ve todo Alarcón y el tiempo nos dio una mini tregua para poder hacer unas fotos preciosas.
A las 17.30 cogimos carretera y manta y la próxima parada ya fue Castellón. Paramos a merendar a la panadería Soni - Pá. Me encanta ir ahí porque es baratísima y lo hacen todo muy bueno. Luego nos fuimos para el pueblo pero… La carretera estaba muy inundada. Estaba la guardia civil en la fábrica de Argenta y no dejaba pasar a nadie y había ahí un montón de coches parados. Total, que cuando se fue la guardia alguien dijo, “yo voy a pasar, ¿alguien me sigue?” Y todos nos fuimos detrás. Eso sí, a no más de 20 por hora, porque había más de un palmo de agua hasta llegar a la Montalba. Luego hasta llegar al pueblo ya estaba la carretera bastante bien aunque sí que nos encontramos algún desprendimiento por las cuestas de Ares, pero ningún incidente importante. Sobre las 8 llegamos a casa y a descansar.