jueves, 9 de junio de 2022

Açores (Basado en hechos reales)

El verano pasado fui a comprar a Eslale, donde María ayuda a su hermana y me dijo que se iba de erasmus a las Azores. Como no, le dije que iría a visitarla. Como hicimos el viaje a Sevilla y nos lo pasamos tan bien, le dije que le diría a Miriam que viniera conmigo y María me respondió que era muy buena compañía. 


En febrero, le comenté a Miriam lo de ir a ver a Maria, a ver, lo comentamos para concretar, que tenía una respuesta afirmativa de mucho antes. Me dijo que sí, que adelante, así que lo puse al grupo que teníamos las tres. María nos dijo que allí nos esperaba, que fuéramos cuando quisiéramos. Hablamos muy por encima y quedamos de ir en mayo, pero como aún no teníamos las vacaciones cogidas ni nada ya no concretamos nada más.


A finales de marzo María nos preguntó si íbamos a verla o qué. Entre bodas y exámenes quedaron dos semanas fuera, ahora tocaba elegir qué semana ir. Quedamos en ir del 16 al 21, a falta de que en los trabajos nos confirmaran las vacaciones. 

El 4 de abril teníamos las vacaciones confirmadas, pero Miriam el día 21 tenía despedida, así que tenía que ser del 16 al 20. Dicho esto, pusimos fecha para comprar los vuelos. 


El día de mi cumple, el 14 de abril, quedamos para comprar los billetes, regalazo. Eso sí, carísimos y rascamos todo lo que pudimos para conseguir el más barato y aún así muy re caro. 295€ nos costó ida y vuelta con escala en Lisboa tanto al ir como al volver. De paso reservamos también el alojamiento. Upstairs home, a 15 minutos de donde vive María. Nos costó 160€ entre las dos, los cinco días. 


A principios de mayo, María nos iba haciendo preguntas, si nos gusta “remojarnos”, si nos gustan los ingredientes del cocido, plato típico de allí… y cuando lo tuvo todo claro, nos pasó un planning, que parecía sacado de una agencia de viajes. Me puse a leerlo y me divertí mucho, estaba escrito a la más pura esencia “by la Mari”, como ella misma lo tituló. 


Por último, solo faltaba reservar el parking del aeropuerto, que nos costó 30€ los cinco días. Por otro lado, allí María ya tenía el coche alquilado para venir a recogernos al aeropuerto. Nos costó 200€.


Los días previos, estuvimos hablando de lo típico, la ropa, la maleta… Miriam hizo el check in el día de antes y tic tac, tic tac… Llegó el día.


Lunes, 16 de mayo de 2022:


Salimos de Vilafranca a la 1 de la madrugada, sin apenas dormir, pero sarna con gusto no pica. Cada día tengo la cabeza peor y el viernes que estuve en el piso en Castellón me dejé allí las férulas dentales, así que antes de ir al aeropuerto, tuvimos que entrar por Castellón a cogerlas. Llegamos al aeropuerto a las 3:10h. Miro a qué hora había reservado el parking, y lo había cogido a las 3:30h… Así que a esperar 20 min ahí con los cuatro intermitentes fuera del parking, hasta que se hiciera la hora. Ya es la segunda vez que me pasa, parezco de ayer. Consejo, vale lo mismo dos, tres, cuatro que cinco horas más, así que para el Algarve, que voy el mes que viene, ya lo tengo reservado con bastante tiempo antes para que no me vuelva a pasar. Mientras tanto aprovechamos para ponernos en contacto con el alojamientos y decir a qué hora llegaríamos y alguna cosa más aprovechamos para hacer. 

El avión salió a las 5.30h para Lisboa. Tocó sentarnos juntas y dormimos la mayor parte del trayecto. Llegamos a las 7:45h, una hora menos allí. La compañía era Tap Portugal. Hicimos una escala de cuatro horas. 

Mientras tanto desayunamos, descansamos y dimos una vuelta por el aeropuerto. A las 10.55, salía el avión de Lisboa a Ponta Delgada. Eran las 9:45 y nos pareció muy raro que todavía no apareciera la puerta de embarque. Venga mirar, venga mirar, venga mirar y nada. En eso que leo: Ryanair, Ponta Delgada, Terminal 2. Y le digo a Miriam:

  • ¿En qué terminal estamos?

Lee Miriam en el cartel: “Está usted en la terminal 1”. 

Total empezamos a ver indicaciones de la terminal 2. Seguimos los carteles y nos mandaba para la calle. En eso veo una imagen de un autobús y le pregunto a una del aeropuerto. Me indica en inglés, pero pillo que hay que subir unas escaleras hacia la derecha y coger un bus. Liada. Con el tiempo que habíamos tenido e íbamos contra reloj. Volvimos a pasar el control, a Miriam le hicieron abrir la maleta, luego estábamos desubicadas no sabíamos por donde tirar… Al final llegamos a las puertas de embarque que ya pasaban de las 10. Miramos la pantalla, y después de todo el estrés y las prisas, nos habían retrasado el vuelo 1:30h. Así que aún tuvimos que esperar. Finalmente solo se retrasó una hora y a las 12 salimos ya para Ponta Delgada. Esta vez tocó sentarnos con siete filas de diferencia. 

Llegar a Ponta Delgada nos costó unas dos horas, como era otra hora menos, aun no era la una cuando llegamos. 

Al salir del aeropuerto, María ya nos esperaba en la puerta con el huevito, que así es como bautizamos al Fiat Panda que había alquilado. Fuimos a comer a un centro comercial muy cerca de allí, así era lo más rápido para empezar a hacer turismo. 

Al terminar de comer nos fuimos a Vila Franca Do Campo, como nos puso María en la guía de viaje, para sentirnos como en casa. Me encantó todo de ese pueblo. Vimos acantilados, miradores, el pueblo… Una imagen vale más que mil palabras:

Luego fuimos a Sete Cidades, a casi una hora. No entraba en el planning de hoy, pero como hacía buen día y María tenía la espinita de que sus amigas no lo pudieron ver por la niebla, lo priorizó porque pensó que sí que lo podríamos ver y así fue. Esta visita fue muy curiosa. Fuimos a ver el Lagoa das Sete Cidades. En primer lugar, lo mires donde lo mires en google, te pone que donde mejores vistas hay, es en un hotel abandonado, el hotel Monte Palace. De la manera que estaba, no hicimos ninguna foto por fuera, pero os pongo una de internet, yo creía que no se había llegado ni a inaugurar. 

Buscamos información, solamente por curiosidad y sí que se inauguró, pero duró abierto poco más de año y medio. Por lo visto la isla empieza a ser turística ahora y este hotel estaba destinado a turistas de clase alta, así que finalmente no se pudo mantener. Además, se hizo con la intención de que se vieran los lagos, pero por lo visto la mayor parte del tiempo hay niebla y no se pueden ver. Una vez abandonado el hotel estuvo vigilado 21 años. En 2011 se abandonó del todo y la gente empezó a entrar y a llevárselo todo. Ahora, hay un cartel de prohibido el paso y estaba todo tapiado, pero no os podéis imaginar la de gente que había allí. Uno de los muros estaba abierto y yo creo que es de lo más turístico de la Isla, aunque como dice María, da un poco de miedo y es algo peligroso, porque se cae a trozos. 

Desde la azotea del hotel hicimos fotos chulísimas, aunque como podéis ver, el tiempo ya no era el mismo que en Vila Franca. 

Aunque no lo apreciamos, un lago es verde y otro azul. Os pongo también una foto de internet porque me parece impresionante. 

María nos contó la leyenda de este lago. Había una princesa que se enamoró de un pastor y cuando se enteró su padre les prohibió la relación, ya que la quería casar con un príncipe, no con un pastor. Como despedida se vieron en secreto una última vez y de tanto que lloraron llenaron el valle quedando un lago azul como los ojos de la princesa y un lago verde como los ojos del pastor. Y así los lagos siguen juntos a día de hoy, pero no revueltos. 

A continuación nos fuimos a una plantación de piñas en Ponta Delgada a unos 40 min. Nos sorprendió porque no se por qué, pero nos lo imaginábamos totalmente diferente. Vimos tres carpas con piñas de diferentes tamaños, en otra había QR con la explicación de todo el proceso, desde que se plantan hasta que se cogen y finalmente nos hicieron una degustación de chupito de piña y dulce de piña. De paso nos comimos un helado de piña cada una y yo compré el dulce de piña para mi casa. 

Aquí empezó a llover, ya eran casi las 7, así que decidimos ir ya para el alojamiento. También era curioso. Era una casa, donde la casera vivía abajo, Miriam y yo habitábamos en el primer piso, donde había dos balcones, una salita, la cocina y el baño. Y arriba había más habitaciones porque el jueves había más gente. A mí lo único que no me gustó fue lo de compartir el baño, pero bueno, ya sabíamos a lo que íbamos y estuvimos solas casi toda la semana, así que no fue más problema. Una vez alojadas, sobre las 9, pasó María por “nuestra casa” y nos fuimos a cenar al puerto. María es la dueña de la isla, conoce a todo quisqui. Donde íbamos alguien la conocía, ja, ja, ja. Esa noche vino nuestro profesor de portugués a cenar con nosotras. Un profesor que elegimos minuciosamente para aprender portugués en una semana e irnos de allí sabiendo el idioma. 

Cenamos muy bien y el profe nos invitó, por ese lado muy bien. El lado malo es que llovía, llegamos mojadas a cenar y hacía frío. La Isla loca, en un día habíamos tenido sol y buen tiempo, humedad y nubes y luego lluvia y frío. Y ya nos concienciamos de que iban a ser todos los días así. Entre el cansancio, que llevábamos 24 horas sin dormir decentemente y la chopa, poco aprendimos de portugués ese día, así que pospusimos la clase al día siguiente. Cuando terminamos de cenar nos fuimos a dormir. 


Martes, 17 de mayo de 2022:


Quedamos a las 9, en el Café Central, una cafetería que nos pillaba a 10 minutos tanto de casa María como de nuestra casa. Por el camino, iba haciendo fotos, porque me llamaba mucho la atención lo estrechas que eran las calles y las aceras, y lo cerquita que nos pasaban los coches por el lado. 

En el Café Central se comía súper bien y más o menos nos costaba entre 10 y 15€, ya que fuimos todos los días a desayunar allí. Luego fuimos a casa María a por el coche y nos fuimos al Parque Natural da Ribeira dos Caldeirões, pero de camino nos encontramos un mirador, el Miradouro de Santa Iria e hicimos fotos espectaculares, nos encantó, aunque hacía muchísimo viento. 

Cuando llegamos al parque natural, lo primero que fuimos a ver fue la cascada. 

Luego visitamos el parque. Nunca había visto un verde tan verde. Nos gustó mucho.

Un par de cosas que me llamaron la atención fueron, la primera, como veis en la foto, torradores, leña y fregadero en todos lados. Lo curioso es que hasta te ponían la leña y nos dijo María que allí nunca había incendios, de ahí que se pueda hacer fuego, todo lo contrario que aquí. Otra cosa que nos llamó era que en cualquier curva te los encontrabas y nuestra pregunta era: “¿Y el coche donde lo dejo, a mitad carretera?” Porque sí muchos merenderos al lado de las carreteras pero luego no tenías sitio para dejar los coches, un sin sentido. Y por último, otra cosa llamativa, era que en todos lados había baños públicos y no te hacían pagar para visitar nada. Aquí en España lo normal es que donde hay baño público al aire libre, te hagan pagar algo simbólico simplemente para mantener el baño limpio.


A las 12 nos fuimos a comer, allí se come a esa hora. Comimos en Furnas, en el restaurante Aguas Quentes. El famoso era otro, pero a María no le cogieron el teléfono cuando fue a reservar y cuando llegamos estaba a tope. Comimos el Cocido de Furnas, plato típico de allí. Los ingredientes son gallina, cerdo, ternera y verdura y a parte nos pusieron un plato de arroz. La peculiaridad de este cocido es que se elabora en una olla bien cerrada, que se introduce en agujeros excavados junto a las caldeiras de madrugada, para que se cocine durante seis u ocho horas y esté listo a las 12, hora de comer. La carne y las verduras se cocinan con el vapor que desprende su propia agua. 

Nos dijo María que el del otro sitio estaba más bueno, pero bueno, mal no comimos y por lo menos lo probamos. 

Al terminar nos fuimos al Jardim da Lagoa das Furnas, que estaba el Jardín Botánico José do Canto y aquí sí que nos hicieron pagar 3€ a cada una. 

La ruta duraba sobre una hora y primero te encontrabas un árbol gigante, una sequoia y luego una cascada, la Cascata do Rosal. 

Al volver, había tipo una granja ahí con pollos, patos, gallinas y pavo reales. 

Al ver el buen día que hacía dijo María:

  • Ahí abajo hay un columpio, vamos ahora que hace sol. 

Llegamos al columpio y había un matrimonio y la mujer se estaba columpiando. De repente, diluvio. El matrimonio intentó aguantar pero al ver que no paraba se fueron y nosotras aguantamos el chaparrón hasta que paró y por fin pudimos hacernos nuestras fotos y vídeos en el columpio. Estuvimos casi media hora allí, “chalamos” muchísimo. 

Mirad la diferencia de una foto a la otra, y había pasado menos de un minuto de diferencia. Ya nos dijo María que el tiempo allí estaba “crazy”.

Antes de irnos de allí, visitamos el lago, que en la foto del columpio se ve en el fondo.

Todas estas figuras talladas en madera, estaban por el camino, eran chulísimas. Una currada. 

Luego fuimos a Lagoa Do Congro, a 16 min y luego había una caminata pero no era muy larga, lo que era al ir bajada y al volver subida, pero no nos costó mucho hacer el recorrido. 

No estuvimos mucho rato porque mientras nos hacíamos las fotos, se puso a llover y tuvimos que ir retirando. Llovió todo el camino de vuelta. Volvimos a Furnas y ya no llovía. Fuimos a ver las caldeiras que había en el pueblo. Era impresionante, había agujeros con unas humaredas que daban miedo. El olor María nos lo describió a la perfección, a huevo podrido. Por lo visto el pueblo está construido sobre una tierra con una increíble actividad volcánica. Posee 22 manantiales de agua caliente sulfurosa y un río de agua hirviente. Caldeira das Runas son básicamente fumarolas y olor a azufre. El agua caliente brota allí de fuentes, un riachuelo y cavidades.

Sobre las 8, que teníamos contratado al profe de nuevo, nos fuimos a las termas Poça Da Dona Beija, en el mismo Furnas. Allí sí que hacían pagar, pero 8€ nada más, una miseria y pagamos 1€ más para tener una taquilla para los cuatro y no tenerlo todo tirado por ahí. Molaba porque te daban una pulsera cada 1:30h de un color y a cuando cumplías la hora, un segurata te avisaba y te salías. Al principio todo fue muy guay, foto para aquí, foto para allá, ji, ji, ja, ja… Las piscinas estaban a 39º excepto una que estaba a veinti algo, solo se metió Miriam, porque después de salir de las otras, para mí estaba cubito. 

A mí hubo un momento que se me fue la cabeza. Estaba encima de un muro con mitad cuerpo fuera del agua, se puso a llover, me metí y empecé a marearme. Fue momentáneo y se me pasó, pero cambiamos de piscina y me volvió a pasar. Estuve un rato que no sabía que hacer, fuera tenía frío, dentro estaba mareadisima, total que opté por ir a cambiarme y seguía fatal. En seguida salieron el resto, se ve que ya había pasado la hora y media, pero como el profe conocía al segurata, les dejó 20 minutos más. Nos cambiamos y nos fuimos a cenar, yo no tenía ni ganas de hablar… De camino al restaurante, pasamos por delante de una casa al revés, molaba terrible. 

Después de cenar llegamos a la conclusión de que lo que me hacía falta era gasoil. Llevábamos desde las 12 que fuimos a comer, sin comer nada. Cuando fuimos a las caldeiras sí que nos comimos un pan típico de allí pero nada más y me debió dar el bajón por eso. Otro día sin aprender portugués… Así que cenamos y nos fuimos a dormir. Otra curiosidad de ahí es que en todos los restaurantes, te ofrecen sopa del día tanto para comer como para cenar, por unos 2€, euro arriba, euro abajo según el sitio. Miriam y yo nos hacíamos casi todos los días. 


Miércoles, 18 de mayo de 2022:


Quedamos como todos los días sobre las 9 en el Café Central. Desayunamos y nos fuimos a hacer una reserva para el jueves de avistamiento de ballenas. Luego nos fuimos a Caloura. Visitamos las piscinas naturales del Puerto.

A comer, fuimos a un bufet libre que nos recomendó el profe, Lagoa Azul, ubicado en Sete Cidades. Habíamos reservado por la mañana, porque estaba a tope. 

Después de comer fuimos a ver los lagos que vimos el primer día desde el hotel abandonado, pero esta vez a su orilla. 

Cuando nos íbamos, paramos en un mirador.

Finalmente, pasamos por delante del hotel y volvimos a subir, a ver si se veían los lagos, y sí, los pudimos ver de nuevo desde lo más arriba. 

Abandonamos ya el pueblo y nos fuimos a un mirador, que sigue perteneciendo a Sete Cidades y para mí, es de lo más espectacular que hay. Recorrimos un camino súper chulo. 

Llegamos al mirador y nos encontramos esto:

Se puso a llover y a bajar la niebla y no vimos nada… Qué lástima. Os pongo una foto de google…

El camino de vuelta lo hicimos ya con bastante lluvia.

Luego fuimos a bañarnos a las piscinas naturales de Ferraria. Cuando está la marea en calma, como las rocas están calientes, el agua se calienta enseguida. Sí que nos mojamos si…

 

Era muy bonito, pero llovía mucho y el mar estaba picadisimo. Así que mojarnos, nos mojamos, no estuvimos mucho rato, pero llegamos al coche empapadas, así que decidimos irnos para casa a cambiarnos para no ponernos malitas. 

Llegamos a casa, puse todo al tendedero que teníamos en la terraza, me puse el pijama y me dormí. Sobre las 7 habíamos quedado para ir a cenar, pero yo a las 7.30h aun estaba durmiendo. Me levanté, fui a vestirme y aún tenía todo empapado. No llevaba ninguna chaqueta más ni sudadera, así que me entraron ganas de echarme a llorar al volver a ponerme todo mojado. Con un secador, a secarme la sudadera y Miriam las zapatillas, así que podemos decir que nos salvó bastante la vida. Salimos a cenar y aún llovía. Llegamos al restaurante, uno bastante cerca de nuestra casa y cenamos muy bien. Hoy el profe no pudo venir a darnos clase a nosotras porque tenía a otros alumnos. Así que cenamos y nos fuimos a dormir. De camino a casa:

Electricidade Dos Açores. Ja, ja, ja.


Jueves, 19 de mayo de 2022:


Como todas las mañanas, sobre las 9 al Café Central. Se suponía que a las 8:30 teníamos que ir a ver las ballenas, pero el día anterior, mientras yo hacía la siesta, le mandaron un mail a María, diciéndole que se suspendía por el temporal, así que ya empezaba el día torcido y lo que mal empieza… 

Una vez desayunadas, fuimos a ver las plantaciones de té. Nos encantaron, yo no lo había visto nunca. Las únicas que hay en Europa. Primero fuimos a ver la planta. 

Luego entramos a visitar la fábrica, todo gratis y nos dieron a probar el té. Yo compré para casa, era muy suave, me pareció bueno. 

Después fuimos a ver el Poço Azul. Se llama así, básicamente porque es azul. Foto de google: 

Pero nosotras lo que vimos fue esto:

El chorro bajaba con tanta fuerza, que de azul no vimos nada. María nos enseñó fotos de cuando había estado anteriormente, era azulisimo y se bañó y todo. 

A comer fuimos a un restaurante cerca de allí de carretera que conocía María. Otra curiosidad de allí es que en los restaurantes, lo primero que ves cuando entras, son vitrinas con postres, todos con cosas típicas de allí. Maracuyá, piña y queso, eran los ingredientes de los postres que ofrecían en todos lados. En este restaurante comimos bien, pero cuando llegó el momento del postre, estuvieron más de media hora sin atendernos, así que finalmente nos tuvimos que ir sin postre porque estábamos perdiendo muchísimo tiempo. Así que pagamos y fuimos a ver la Cascata do Salto do Cabrito. Una pasada.

Vimos hasta un señor haciendo rapel. 

Al volver al coche, María nos informó de que íbamos muy justas de gasolina. Hay que tener en cuenta que ahí los miradores son carreteruchas empinadas y con muchas curvas que con nuestro huevito que tiraba poco pues imaginaros… Subimos a otro mirador, el Miradouro Caldeiras De Ribeira Grande a ver un lago. Se puso a llover y se podía bajar a pie hasta el lago, pero María ya nos advirtió que si llovía ella no bajaría. Llegamos y lo mismo que el día anterior. Lo que se supone que teníamos que ver: 

Pero solo vimos niebla… no vimos absolutamente nada. El lago es el Lago do Fogo. Un desastre, con lo bonito que es también… Pero bueno, no pasa nada. María nos dijo que éramos las que menos habíamos visto de todos lo que habían ido a visitarla. A mí no me duele nada, porque todo lo que he podido ver me ha encantado, así que me llevo esa buena sensación y lo que no, pues no me queda otra que verlo en fotos… Ya no bajamos al lago porque hubiéramos hecho el paseo en balde, porque creo que no habríamos visto nada. Cuando fuimos a coger el coche, el gasoil estaba muy bajo y yo propuse ir a buscar una gasolinera, porque teníamos hora a las termas Caldeira Velha, que estaba ahí mismo, pero aún quedaba una hora para entrar y estábamos muy muy bajas de gasolina. Aceptaron bajar y buscar una gasolinera. La más cercana estaba a 20 minutos. Cuando estábamos a 200 metros, la última rayita de gasolina se apagó… Estábamos medio tranquilas, porque como dijo Miriam, a una mala, 200 metros hubiéramos podido hasta empujar el coche. Ja, ja, ja. No hizo falta, llegamos, pero llegamos a la conclusión de que menos mal que no comimos el postre a la comida, si no, no llegamos. Pusimos gasolina y nos fuimos a las termas. Aún quedaban 20 minutos para entrar, así que mientras, María, nos enseñó la cultura musical de la isla. Miriam salió a hacer fotos, porque el parking era un mirador. 

Cuando se hizo la hora fuimos a las termas. Las teníamos reservadas del día de antes y también nos costaron 8€ como las otras. Pero al llegar allí nos dijeron que como había llovido tanto el día anterior, se había roto una cascada y las habían cerrado, solamente se podía acceder para visitarlas, pero no para bañarse. ¡Qué disgusto! Nos dijo la mujer que nos atendió, que habían mandado un mail a todos los que tenían reserva avisando, pero a María no le llegó nada. Estuvimos allí un rato, que ella llamó a su jefe para que nos hicieran el abono, porque nos dijo que nos podía posponer la fecha para ir otro día, pero nos quedaban menos de 24 horas en la isla, así que descartamos esa opción. Decidimos visitarlas, que eran 3€ y la mujer nos dijo que nos dejaba pasar gratis por no habernos llegado bien el mail. La verdad es que para nosotras fue una putada, primero por no poder mojarnos y segundo por todo el tiempo que perdimos, porque de haberlo sabido seguro que María se hubiera organizado de otra manera para poder hacer más cosas. Bueno, pudimos visitarlas que algo es algo.

Mientras tanto entramos en un momento de debate. Teníamos pensado pasar allí el tiempo hasta la hora de cenar, pero ahora nos habíamos quedado tiradas y cada una quería hacer una cosa. Yo propuse ir a las termas que ya habíamos estado y a Miriam le pareció una idea brillante, pero a María no tanto. María fue realista y nos dijo que entre ir a las termas que estaban a media hora, estar allí, hora y media, llegar a casa, 45 min más cambiarnos y todo se nos haría tardísimo, así que lo que nos propuso fue ir a casa a arreglarnos, visitar Ponta Delgada, que aún no lo habíamos visto, cenar y tomar algo. Yo acepté, pero Miriam prefería bañarse. Aun así, hicimos caso a María. Quedamos al lado del Café Central que digamos que es el centro histórico de la ciudad. Nos hicimos mil fotos en la puerta:

Mil fotos más en el puerto:

Luego pasamos por un fuerte y acudió el profe de portugués, que hoy ya por fin sí que aprendimos. Nos explicó un poco la historia, yo no sé qué dijo, solo sé que lo entendí, ja, ja, ja, pero ya no retuve la información. Además él había trabajado allí así que lo sabía de primera mano. Aún así he buscado la info en Google. Cómo eso está en mitad del océano venían piratas de todos lados a atacarlos así que lo construyeron para protegerse. Más tarde fue la sede del Comando Militar de Azores, y desde 1999, como se ha referido, recibe el importante Museo Militar de Azores, donde se retratan décadas de la Historia Militar del Archipiélago. 

Al día siguiente, ese viernes empezaban las fiestas del Santo Cristo. Se ve que son las más importantes de la isla. Estaban montando ya las cosas y dimos una vuelta para ver el montaje. Luego fuimos a cenar. Me lo pasé muy bien, porque era el primer día que a esas horas no estaba agotada dando agonía y además ya conversábamos con el profe y la verdad que nos divertimos. Después de cenar lo del tequila me lo ahorro de contarlo y nos vamos directamente a la segunda casa de María, el Provisório. Un bar al lado del puerto. Tomamos un mojito que estaba buenísimo, con maracuyá. Estuvimos hablando y riendo hasta la 1 más o menos y ya nos fuimos para casa. El profe tenía el coche cerca, así que nos acercó a casa. ¡Que festada! Tenía un coche que se le abría el techo, así que las paletas de turno a hacernos mil fotos más. 

Nos dijo que teníamos que volver, que se nos habían quedado muchas cosas por ver y que él nos ofrecía la casa y el coche. Miriam dijo que si nos presentábamos algún día a su casa, a este chico le daba un “insult” (Un ataque). Ja, ja, ja. Me hizo mucha gracia. Nos despedimos de él y nos fuimos a dormir. 


Viernes, 20 de mayo de 2022:


Día de partida. Quedamos como todos los días en el Café Central, desayunamos, fuimos a comprar souvenirs y María nos llevó ya al aeropuerto. 

Los dos aviones salieron a la hora que tocaba. Fuimos con Ryanair, Miriam iba en la fila 6 y yo en la 33, la última de todo, a la otra punta literalmente nos tocó.  Salimos a la 1:15h de la tarde y llegamos a Lisboa a las 3:30h, como allí era una hora más, pues ya eran las 4:30h. 

Lo primero que hicimos fue ir a comer y luego nos fuimos de compras. Yo me compré dos libros en portugués, ya que en España es difícil de conseguir. Esta vez no tuvimos que cambiar de terminal, estábamos en el correcto. A las 8:20 salíamos con Tap Portugal hacia Valencia. Otra vez, como en Madeira me pusieron la maleta en la bodega, porque no es de las rígidas y al llenarlas hacen mucha tripa. Al verla tan grande no lo dudan, te la requisan. Esta vez fue lo de menos porque luego al bajar del avión te la dejaban en la escalera y la recogías, pero al volver de Madeira que me pasó lo mismo la tuve que ir a buscar a la cinta y perdimos 20 minutos. Así que vuelvo a dar el mismo consejo que di en su día, solamente me ha pasado con Tap Portugal, así que con esta compañía con maleta rígida y te curas en salud. Mira que le dije a Miriam que no nos empanáramos y entráramos de las primeras por la maleta, y sí, así lo hicimos, pero como nos cargaron en bus para ir hasta el avión pues me jodieron iavan. 

A las 10:25h llegamos a Valencia, como era una hora más, ya eran las 11:25h. Fuimos a por el coche, que si no te pasas de la hora contratada no tienes ni que pasar por el cajero y nos fuimos para el pueblo. A las 2 estábamos en casa. 


El viaje está valorado en unos 700€. Mi recomendación de este viaje es que si vais, busquéis a Maria de guia. Ja, ja, ja. Marieta, te espero para ir a Cuba. 













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